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Aciertos y pifiadas: la realeza vuelve a la normalidad

Visitan ciudades turísticas para promocionarlas, hacen homenajes a las víctimas de coronavirus y hasta se toman aviones para tener encuentros amorosos prohibidos

Aciertos y pifiadas: la realeza vuelve a la normalidad

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VIRGINIA BLONDEAU
Por VIRGINIA BLONDEAU

7 de Junio de 2020 | 07:54
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Como despabilándose de un mal sueño, reyes y reinas van retomando su agenda en una Europa herida por una pandemia inesperada y cruel. Si bien hasta ahora estaban tan confinados como nosotros (aunque ellos en enormes palacios, justo es decirlo), poco a poco van saliendo para ganarse las tiaras con el sudor de su frente.

En los Países Bajos los reyes nunca cortaron del todo su actividad presencial y se los ha visto durante abril y mayo visitando organizaciones que trabajaban sobre temas médicos o sociales. Por eso no es extraño que, ahora que la curva de contagios se va aplanando, Máxima haya sido la primera en salir. La vimos sin ningún barbijo que oculte su proverbial sonrisa pero, también, con una actitud corporal contenida sin poder saludar con besos y apretones de mano. Ella, tan expansiva, para compensar nos está regalando unos estilismos descontracturados pero fabulosos. En una de sus primeras apariciones poscuarentena ha elegido un modelo de la marca low cost HyM cuyas mangas globo bien pueden ser útiles para el distanciamiento social. Enormes como en los años 80 pero muy sentadoras en alguien de la altura de Máxima. El vestido color camel está aún disponible y cuesta sólo 50 euros.

Siguiendo con el estilo oversize, pocos días después visitó las playas de Texel, un destino holandés muy castigado por la falta de turismo y que espera recomponerse de la mano de la visita real. La chaqueta era de un naranja furioso, un par de talles más grande, y el pantalón a tono era mezcla de culote y palazo, amplísimo. Máxima lo defiende bien y, sin decirlo, nos da unos tips como para ocultar los kilitos adquiridos. Además la semana pasada, en el día que abrieron los museos luego de casi tres meses cerrados, la reina se acercó hasta el Kunstumuseum Den Haag a ver las muestras y conocer los protocolos de seguridad. En bicicleta, para dar el ejemplo, y con un conjunto de furioso amarillo, para atraer los rayos del sol primaveral.

En esta cuarentena, el 17 de mayo precisamente, Máxima cumplió 49 años. Por no ser un número redondo nadie esperaba festejo oficial pero tampoco algo tan íntimo y reducido. Tal vez por eso decidió hacer algo diferente: cocinar. Y eligió una receta bien argentina: alfajores de maicena con dulce de leche.

Máxima, en lo personal, se siente muy unida a su país de origen. Suele pasar vacaciones en la Patagonia, visitar a sus amigas de siempre y apoyar a su familia, que vive en Buenos Aires. Sin embargo, en su función como reina consorte, ha dejado siempre claro que ella es “una holandesa que nació en Argentina”. No sabemos qué siente su corazón pero cada vez que los Países Bajos y Argentina se han enfrentado en alguna competencia deportiva, ella viste de naranja y nunca jamás ni en sus discursos ni en sus informes hace referencia alguna a su relación con nuestro país.

A Máxima se la vio contenida sin poder saludar con besos y apretones de mano

 

Por eso, este recuerdo en el día de su cumpleaños nos da la pauta de que en los momentos críticos, cuando todo parece dado vuelta, los sabores de la infancia pueden servir de consuelo.

Suponemos que para cocinarlos se habrá puesto algo más cómodo pero, para presentarlos en la cocina de sus aposentos particulares, llevó una blusa dorada de Claes Inversen que ya le vimos en otras ocasiones festivas. En casa, pero… antes muerta que sencilla.

Mientras, en España, sus colegas Felipe y Letizia también han comenzado a despertar. La actividad de ellos durante el confinamiento había sido la más activa de todas las casas reales. A diario han mantenido varias reuniones virtuales con asociaciones científicas, comerciales y educativas, medios de comunicación, centros solidarios y un largo etcétera de instituciones. Pero ahora con barbijo y distanciamiento pudimos verlos en algunos pocos actos. El primero de ellos nos brindó una imagen tan, pero tan alejada a la de Máxima en los Países Bajos que nos hace replantearnos cuál es el término medio en el ser y parecer de una monarquía. De luto riguroso, los reyes y sus hijas aparecieron en los jardines de la Zarzuela para hacer un minuto de silencio por las víctimas del Covid-19 frente a una bandera a media asta. Leonor, de 14 años, y Sofía, de 13, vestidas enteramente de negro, fueron la imagen de una España devastada emocionalmente. Esperemos que en su próxima aparición muestren un poco menos del sentido trágico de la vida y un poco más de optimismo.

Tal vez la imagen más entrañable de esta pospandemia europea nos la haya dado la reina de Inglaterra, Isabel II, quien, confinada desde marzo en su castillo, ha aprovechado el tiempo primaveral para salir a cabalgar por los jardines de Windsor. Hubo en estos días rumores de abdicación, de un paso al costado, de renuncias pero, a sus 94 años, sigue tan activa como siempre y Carlos y Guillermo tendrán que seguir esperando.

Más cerca del naranja de Máxima que del negro de Letizia, en Bélgica la reina Matilde apareció con un conjunto rojo de tres piezas: pantalón, blusa y barbijo. Todo de Natan, su casa de moda de cabecera. Ella, que suele ser bastante discreta, nos ha regalado el estilismo más chic del momento.

El dolor de cabeza de la Casa Real de los Belgas pasa por otro lado. Bélgica es uno de los países más castigados por el Covid -19 no sólo en cantidad de casos, que son muchos en relación a su población, sino también en letalidad. El 16% de los infectados ha fallecido y se ha convertido así en el índice más alto del mundo, superando incluso a Italia. Como contrapartida Andalucía, en España, fue una de las regiones de la península que mejor llevó este proceso. A pesar de ser una zona poblada, su curva de contagios fue más baja que en Madrid y Cataluña.

¿Por qué esta asociación? Porque hace dos fines de semana el príncipe Joaquín, sobrino de Felipe, el rey de los belgas, cometió la imprudencia de viajar hasta la ciudad de Córdoba, en Andalucía, para visitar a su novia española a la que hacía dos meses que no veía. Como los vuelos están restringidos, adujo que debía hacer unas prácticas laborales y, aunque se está investigando, se supone que lo autorizaron por ser quien era. Para colmo sus amigos cordobeses, pensando que la sangre azul del muchacho funcionaba como antídoto de cualquier virus, decidieron agasajarlo con una fiesta a la que asistieron 30 personas. O sea que el príncipe ni aplicó los quince días de cuarentena obligatoria de alguien que llega del extranjero ni redujo su círculo a las 10 personas permitidas en una reunión, según la fase del desconfinamiento andaluz. Luego del fin de semana volvió a Bruselas y todo hubiera pasado desapercibido si no fuera porque el martes comenzó con síntomas y dio positivo en coronavirus. La novia y todos los que participaron en la fiesta están, por supuesto, aislados y al cierre de esta edición no se sabía si alguno de ellos se había contagiado. Lo que sí se sabe, y es lo que el pueblo español espera, es que el peso de la ley caerá sobre ellos y serán multados. El príncipe Joaquín, de 28 años, ha pedido un perdón insuficiente y, suponemos, habrá tenido que aguantar los reproches de su madre, la princesa Astrid, una mujer que ha hecho de la discreción y lo políticamente correcto, su bandera. Casi la única de la familia que, hasta ahora, no había sido motivo de habladurías en la prensa. Nada bien le viene a esta casa real un escándalo ya que están siempre transitando un delicado equilibrio entre el buen hacer y los desatinos de algunos miembros.

Así es como poco a poco se van normalizando las agendas de las casas reales aunque nada tendrán de “normal” las actividades que realicen. Mucho se habla de que el mundo ha cambiado y nada volverá a ser como antes. ¿Tendrán una vez más las monarquías que reinventarse? ¿Sabrán hacerlo? ¿Son funcionales en las crisis o más bien un estorbo? Solo el tiempo y sus propios pueblos tienen esa respuesta.

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