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Ayuno intermitente: comer o no comer, esa es la cuestión

Es una de las dietas que se puso de moda aunque los especialistas destacan que no tiene mayores beneficios que los regímenes tradicionales

Ayuno intermitente: comer o no comer, esa es la cuestión
7 de Junio de 2020 | 07:52
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Hace unas semanas se conoció que, según una encuesta de la Sociedad Argentina de Nutrición, seis de cada diez argentinos dice haber aumentado de peso durante la cuarentena. Los motivos serían la ansiedad, el encierro y sedentarismo que genera el aislamiento impuesto ante la pandemia.

Con Internet como la herramienta más usada por estos días, donde todo se consulta en el buscador de Google, muchos se han puesto en la tarea de rastrear dietas que ayuden a bajar esos kilos ganados desde el 20 de marzo. Suprimir algunos alimentos, incorporar otros que serían “quema grasas” y hacer ayunos intermitentes son algunas de las ofertas que se pueden encontrar en los sitios web. Sin embargo, así como se recomienda no tomar medicamentos sin consulta médica, lo mismo ocurre con los regímenes alimenticios.

“Durante la cuarentena la gente tiene alimentos a disposición siempre y cocina más porque hay más tiempo. Si a eso le sumamos que hay menos movimiento, era algo previsible que se aumente de peso, por más que se coma saludablemente”, explica Federico Álvarez, nutricionista (MP 3533).

Dentro de las soluciones que buscan quienes ven que los pantalones ya no quedan tan holgados, está el ayuno intermitente: un modelo de alimentación que va por ciclos, con periodos de ayuno y de ingesta. No se trataría de una dieta, sino más bien un programa de comidas, ya que no se trata de pensar con precisión qué se debe comer, sino centrarse en cuándo comer.

Entre quienes respaldan el ayuno, destacan que hace mucho más que solo restringir la ingesta de calorías. También cambia las hormonas del cuerpo para que puedan hacer un mejor uso de las reservas de grasa, generando algunos cambios en el organismo: mejora la sensibilidad a la insulina, sobre todo en combinación con ejercicio; la secreción de la hormona del crecimiento aumenta, acelerando la síntesis de proteína y haciendo que la grasa esté disponible como fuente de energía (se queman grasa y se construye músculo más rápidamente); activa la autofagia, que elimina células dañadas, contribuye a la reparación y ayuda al proceso de regeneración del cuerpo.

“Por lo general, los pacientes que recién inician un tratamiento nutricional llegan al consultorio con intrigas sobre los ayunos intermitentes pensando que son dietas mágicas. Lo cierto es que la evidencia científica no muestra que su aplicación tenga más beneficios que un plan de alimentación normal”, explica el nutricionista que agrega que “el cuerpo es un sistema abierto, no se puede calcular exactamente cuánto se consume y cuánto se gasta porque eso depende de muchos factores que afectan de forma diferente a cada persona. Por lo que hacer un ayuno en sí mismo no garantiza que se pierda peso”.

Para el especialista consultado, este tipo de dietas de restricción de calorías por varias horas funciona en las personas que por su ritmo de vida y actividades les es cómodo saltear comidas. “Si se planifica bien, no tiene ninguna contraindicación. No es bueno sostenerlo en el tiempo porque puede generar ansiedad y cansancio si son ayunos muy prolongados, y además se vuelve negativo si se dejan de comer determinados alimentos”, dice Álvarez.

CÓMO SE CIERRA LA BOCA

Para poder ayunar sanamente, por lo general hay tres métodos de planificación, que siempre deben estar supervisados por un médico o nutricionista.

“La ciencia no muestra que el ayuno tenga más beneficios que una dieta tradicional”

 

El método 16/8 o “Leangains”. Con él se puede comer durante ocho horas y se tiene que ayunar durante 16. En pocas palabras, el periodo de ayuno normal incluye el sueño y unas horas más. Se puede saltar el desayuno, por ejemplo, y hacer la primera comida al medio día y seguir comiendo hasta las 20.

En la Dieta 5:2, la idea es que durante dos días a la semana se reduzca la ingesta de calorías a un máximo de 500-600 calorías al día. Los días no tienen que ser consecutivos, y los otros cinco días se puede comer lo que se quiera.

Por último, está el ayuno de “Comer, parar, comer”, donde se alternan días sin ingesta con días de comer. Se come lo que se quiera durante 24 horas y luego hay un descanso total de comida el día siguiente. Este patrón se repite una o dos veces a la semana y las bebidas sin calorías (como el café solo, el té sin azúcar, etc.) están permitidas.

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