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Cumpleaños en pandemia: festejar en una burbuja

La nueva normalidad de los cumpleaños, aniversarios y otros eventos sociales implica, entre otras cosas, convocatorias mesuradas y al aire libre, y precauciones sanitarias. Pero nada detiene las ganas de celebrar

Cumpleaños en pandemia: festejar en una burbuja

Josefina Bidart celebró sus 15 años este mes, en el patio se su casa, en dos días distintos

Cecilia Famá

Cecilia Famá
vivirbien@eldia.com

28 de Febrero de 2021 | 09:03
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Bautismos con una docena de invitados, cumpleaños infantiles con cinco o diez nenes, bodas súper íntimas. Picnics “boutique”, rondas de té con contadas amigas para celebrar los 30, los 40... Las ganas y las oportunidades de festejar no se pierden, pero se adaptan a las necesidades de seguir cuidándose para evitar tentar al coronavirus. La temporada de verano favorece los marcos al aire libre, generalmente en las casas. Algunos salones tradicionales de la Ciudad hacen eventos con protocolos de higiene estrictos -como bailes “en burbujas” de las personas que están juntas en una misma mesa, por ejemplo-, y otros, que tienen parque, están albergando celebraciones que solo pueden ser en exteriores. Como tantos otros aspectos, las celebraciones cambiaron durante la pandemia y hoy tienen sus nuevas y propias reglas.

El cumple de Sara (5) fue la semana pasada, con un picnic en el parque de su casa en tres turnos: a las 16, llegaron los abuelos, que se retiraron a las 17. Luego llegaron tíos y primos, y más tarde cuatro amiguitas. Sopló tres veces las velitas de su torta con animales de granja; corrió con los globos de acá para allá; comió chizitos. El calor de la jornada también permitió que se zambullera en la pileta con los primos. “Fue una tarde hermosa”, coinciden sus padres, y ella asiente. “Sinceramente, no sabíamos si íbamos a poder hacer algo. Hubo casos de COVID un mes antes en nuestro trabajo; hasta último momento teníamos la duda de celebrar o no”, recuerdan.

Así están las cosas: barbijos, “estaciones sanitizantes”, burbujas con pocas personas, poco baile. Bodas y cumpleaños de 15 se vieron obligados a la reprogramación. El año pasado fue devastador para todos los rubros afines con la organización de eventos: desde fotógrafos hasta salones, ambientadoras, firmas de catering y barras de bebidas, modistas, y un numeroso etcétera. A partir de la primavera “algo se reactivó”, coinciden varios que pudieron readaptar sus servicios achicando la escala, yendo a casas particulares y hasta bajando los precios “para al menos poder trabajar un poco”, cuenta el cocinero de una pyme local.

También fue angustiante para los anfitriones, que vieron a sus fiestas ser postergadas. Una y otra vez. “Una novia que iba a casarse el 21 de marzo tuvo que cancelar todo... ¡No sabés lo que lloró esa noviaaa!”, recuerda una reconocida ambientadora, que también sufrió lo suyo: “Ya teníamos todas las flores compradas”.

ÍNTIMOS

Los festejos son, sobre todo, íntimos. “Los cumpleaños infantiles los estamos haciendo tipo picnic, al aire libre, con poquitos nenes. Las madres están bastante rigurosas con la cantidad de nenes”, confiesan Eugenia y Marina, organizadoras de eventos de Sociedad Creativa, respecto de los cumples de 15: “se celebran igual, para que la fecha no pase desapercibida para las chicas. Los hacen en las casas, con grupos reducidos, porque la mayoría de los salones postergó todo. Y bodas son lo que menos tenemos: hicimos una porque necesitaban los papeles para viajar, y alguna otra, en la que se casaron igual e hicieron algo chiquito, al aire libre. Hay parejas que pospusieron la fecha en el salón para celebrar el primer aniversario, porque cuando pudieron, se casaron igual”, cuentan.

La temporada de verano favorece los marcos al aire libre, generalmente en las casas

 

¿Los salones están funcionando? “Algunos sí”, admite Eugenia. “Los que han podido, con los protocolos correspondientes. Los que tienen espacio afuera, los hacen ahí. Y sabemos de uno muy grande, que puede albergar a más gente, con burbujas por mesa y bailes por sectores”. Las organizadoras de eventos cuentan también que respecto del armado de los festejos, “cambió todo”. Ya no se realizan entrevistas previas, sino que hacen todo por mail o por teléfono; van ellas solas a las casas, sin asistentes, “para no invadir”; agregaron una estación sanitizante en cada festejo, entre otros procedimientos nuevos. “Por suerte, hay ganas de festejar y la actividad se activó un poco en los últimos meses”, se alegra Eugenia.

“A nosotras la pandemia literalmente nos mató; por suerte las dos tenemos maridos que pudieron seguir manteniendo las casas, porque estuvimos muchísimo tiempo sin poder trabajar. Somos creativas, y nos reinventamos bastante: alquilamos combos decorativos, asesoramos, empezamos a vender ramos de flores secas. Por suerte con todas esas cosas nos fue muy bien, pero bueno, los primeros meses de la cuarentena, estuvimos paralizadas”, dicen, asegurando que las redes sociales fueron sus grandes aliadas para ofrecer los servicios.

HERMOSO, CHIQUITO... Y EN CASA

Eugenia celebró, la semana pasada, los 14 años de Uma, su hija menor. “Ella es muy sociable, juega al hockey, tiene muchos amigos y aunque vemos que algunas familias organizan pijamadas y otros festejos ‘indoor’, nosotros preferimos no hacer eso. Tuvimos pérdidas por COVID-19 de personas muy cercanas, así que preferimos que fuera todo chiquito y en tandas”, resume.

Así están las cosas: barbijos, “estaciones sanitizantes”, burbujas con pocas personas, poco baile

 

“Vinieron a casa unas diez nenas... Como están re ‘timberas’, jugaron afuera a las cartas y la pasaron genial. Con las amigas del club festejó al otro día, llevó una torta al entrenamiento. Hasta inventamos la vela confetti, para soplarla aparte y no contaminar la torta, por las dudas. Obviamente que le armé una deco, porque está acostumbrada a que yo le prepare todo lindo, así que le hice algo súper ‘low cost’: pinté una silla, ramitas, todo con el mismo aerosol... y la torta. Gasté mil doscientos pesos, porque además tenía poco presupuesto, ya que me dedico a esto y no hay tanto trabajo”, dice Euge, después del cumple súper feliz.

Judith y Maximiliano celebraron los 15 años de Josefina este mes. “La idea original era una fiesta grande, con la familia, muchos amigos y compañeros del colegio, en un salón. Cuando arrancó la pandemia todavía no habíamos contratado nada, pero sí en 2019 habíamos ido a ferias y eventos para ver qué se usaba, qué nos gustaba. Estábamos en los preparativos. Cuando empezó la cuarentena siempre consideramos la posibilidad de poder hacer la fiesta, pero con el transcurso del tiempo vimos que no iba a poder ser. Pensamos postergarla en el tiempo, pero en noviembre empezamos a pensar en que íbamos a hacer algo muy íntimo, con la familia y algunas amistades muy cercanas de ella”, relata la mamá acerca de nada menos que el cumpleaños de 15 de su única hija.

“A mediados de enero vimos que los casos no descendían y decidimos no perder el momento del día exacto de su cumpleaños, y hacer una celebración chica, muy íntima, con poca gente. Que el momento no pasara, que tuviera su magia. Lo celebramos en el patio de casa, en dos días: el primero con la familia, con abuelos, tíos y primos, y con todos los protocolos. A los abuelos no los habíamos visto para las Fiestas, por ejemplo, por cuidarnos. Fue un reencuentro con la familia muy emotivo”, cuenta Judith. Al otro día, recibieron a los amigos y compañeros del colegio.

“También fue muy emotivo, porque a muchos Jose no los veía personalmente desde hacía muchísimo. Tenían contacto por Zoom o WhatsApp. Fue una experiencia linda, emotiva y feliz. Estuvimos todos muy felices con esos pequeños reencuentros, y con que ella pudiera festejar sus 15. Le costó un poco elegir a algunos amigos, porque obviamente ella hubiera querido invitar a todos. Pero hicimos todo lo necesario como para que ella tuviera su cumpleaños y su día especial: vestido, torta, música, la comida que le gusta; vinieron a hacer una ambientación linda en nuestro patio. La pasó hermoso. Respetamos todo lo que hubiera sido una gran fiesta, pero fue más sencillo. No se pudo bailar, se cumplió con las burbujas. La fiesta fue, sobre todo, la emoción del reencuentro, porque como a muchos, la pandemia nos tiene bastante distantes de nuestros seres queridos”, afirma la mamá.

La organizadora de eventos Mariana Bozzi cuenta desde su experiencia que “actualmente se realizan eventos express, al aire libre o en tandas de dos o tres días, con distintos grupos de invitados. Desde que comenzó el calorcito comenzamos a realizar distintos tipos de celebraciones, cumpleaños de números redondos, corporativos, cumples de 15 y muchas bodas”.

“Creo que el hecho de que la situación mundial nos obliga a reuniones más pequeñas y más íntimas anima a las parejas a casarse y realizar una fiesta chica, con todos los detalles con los que sueñan los tortolitos. Hoy, como son eventos de pocos invitados, muy boutique, los anfitriones pueden invertir en más detalles”, describe Bozzi, quien al principio de la pandemia llegó a hacer eventos virtuales, por distintas plataformas: “muchos hacen las reuniones en los parques de sus casas, en sus quintas, campos, generalmente son en locaciones privadas. Algunas mujeres también optaron por hacer una merienda con deco”

“Está bueno celebrar, festejar, pero tenemos que ser conscientes de cuidarnos”

 

“Nos tuvimos que adaptar a todo: hay burbujas dentro del evento, alcohol en gel, tapabocas, termómetros... todos los protocolos. La gente tiene muchas ganas de salir, divertirse después de un 2020 de mucha incertidumbre y encierro. Lo hace, cuidándose mucho”, afirma Mariana, que en salones solo tuve alguna celebración en un hotel con terraza.

“Tenemos que cuidarnos mucho”, coinciden Eugenia y Marina, quienes recuerdan un evento cercano, con pocos invitados, en el que no la pasaron bien: “cuando fuimos a buscar todos los elementos, los anfitriones y los invitados habían bebido muchísimo. Cuando entramos, nos agarraron para bailar, nos metieron en una ronda. Eran doce personas totalmente borrachas. Nos sentíamos sucias, que nos estábamos contagiando. Nos fuimos a nuestro depósito, nos bañamos antes de ir a nuestras casas. Entonces, en un punto, reflexionamos y decimos: está bien que sigan suspendidas las fiestas, porque a veces el alcohol hace estragos. Ahora inventamos una nueva regla: desarmamos al otro día del evento. Nos aseguramos de que no haya nadie. Está bueno celebrar, festejar, pero tenemos que ser conscientes de que todos nos tenemos que cuidar. Y seguir cuidando a los demás”.

 

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