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Toda la semana |SIMILITUDES ENTRE LA FAMILIA MONÁRQUICA BRITÁNICA Y EL REALITY

Realeza: nominación en los palacios de Gran Hermano

De las residencias reales a la casa más famosa del país. El formato de la TV se replica en las esferas sociales más altas de Reino Unido. La exposición y las gajes de la fama

Realeza: nominación en los palacios de Gran Hermano

Los príncipes de Gales en Boston / Casa Real Británica

VIRGINIA BLONDEAU
Por VIRGINIA BLONDEAU

11 de Diciembre de 2022 | 08:46
Edición impresa

Ni los mismísimos creadores de Gran Hermano podrían haber imaginado un reality en el que, además de estar protagonizado por miembros de la realeza, las “casas” compitan entre sí. Sus ocupantes no están encerrados a cal y canto como en el programa de TV pero se criaron en una burbuja y poco a poco han ido aprendiendo que la mirada “del afuera”, la presión de las redes sociales y el poder de los medios, hacen que tengan que luchar para no estar nominados.

¿A qué “casas de Gran Hermano” nos referimos? Una es la casa-palacio llamada Buckingham y la otra, la corte paralela, la mansión ubicada en Montecito, California. En la primera, los participantes son Carlos y Camila y Guillermo y Kate mientras que en la otra, la de Estados Unidos, están peleando cuerpo a cuerpo Harry y Meghan quienes allá por 2019 abandonaron el reality de los Windsor por propia voluntad, nunca los votaron en ningún repechaje para que vuelvan y ahora van de plató en plató contando sus penas y criticando a la “casa matriz”.

Tampoco los Windsor son participantes modelo. La sensación es que en vida de la reina las formas se guardaban y por más gaffes que pudieran cometerse, todo se cubría con un manto de piedad. Pero es la hora de Carlos III y a él nada se le va a perdonar. Y está bien que así sea.

Sofía de Wessex, Matilde de Bélgica, la reina consorte, Rania de Jordania, la princesa Mary y las primeras damas de Sierra Leona y Ucrania en las jornadas sobre violencia en mujeres y niñas / Casa Real Británica

No es novedad si decimos que la familia real inglesa tiene fama de racista. Tal vez consecuencia de que es, por definición y tradición, endémica y clasista. Y no solo la familia real sino también la aristocracia cuyos miembros suelen casarse entre ellos y forman un grupo al que es difícil entrar y mucho más si se es “diferente”. Para ejemplo, los reyes: Camila fue la esposa de Andrew Parker Bowles, que a su vez fue amante de la princesa Ana, hermana de Carlos, actual esposo de Camila quien, a su vez, fue novio de Sarah Spencer que era hermana de Diana, primera esposa de Carlos. Y así un círculo que recién en este siglo XXI se está abriendo. A pesar de haber tenido colonias durante siglos y que muchos habitantes de esas colonias ya sean tercera generación de británicos siempre han calificado a aquellos de rasgos diferentes como “exóticos”, un adjetivo calificativo que a los ingleses descendientes de colonialistas les parece amable y a los ingleses descendientes de colonos les parece peyorativo.

 

Se criaron en una burbuja y poco a poco han ido aprendiendo de la mirada “del afuera”

 

El más reciente ejemplo de comentario desafortunado sucedió el 29 de noviembre pasado en Buckingham Palace. La reina Camila reunió a un grupo de mujeres dentro del marco de unas jornadas organizadas por las Naciones Unidas que tenían como eje central debatir sobre la violencia de género. Estuvieron presentes la reina Matilde de los Belgas, Rania de Jordania, la princesa Mary de Dinamarca, la condesa de Wessex, y las primeras damas de Ucrania y Sierra Leona. Se encontraban también, entre otras activistas, Ngozi Fulani, y entre los miembros del staff del palacio, lady Susan Hussey, una mujer de 83 años que dedicó gran parte de su vida a ser dama de compañía de la reina Isabel II y que tan cercana era a la familia que es madrina de bautismo del príncipe Guillermo.

Casualidad o no, las dos mujeres se encontraron en la recepción posterior al discurso de Camila y mantuvieron un diálogo que generó la crisis. Según cuenta Ngozi, lady Susan le preguntó de donde era; ella contestó que era londinense pero la respuesta no conformó a Lady Susan quien replicó “Yo te pregunté de que parte de África eres y de dónde viene tu gente”. La activista, molesta y con razón, contestó que “su gente” sería seguramente de África pero que ella era tan británica como su oponente. El diálogo lo reprodujo Ngozi en sus redes así que no sabemos cuánto de insistente fue lady Susan ni cuánto de irreverente fue Ngozi pero no debe haber sido un momento agradable. La respuesta de Buckingham no se hizo esperar: la aristócrata renunció a su puesto honorífico en el palacio y pidió disculpas por sus palabras. Y, como si fuera poco, el príncipe de Gales repudió a su propia madrina al declarar en sus redes que “el racismo no tiene cabida en nuestra sociedad. Estos comentarios son inaceptables y es correcto que la persona que lo dijo se haya apartado en forma inmediata”.

 

Entre la presión de las redes y el poder mediático deben luchar para no estar “en placa”

 

Que el diálogo fue nefasto, no hay dudas. Pero muchos salieron a defender a lady Susan un poco por su trayectoria inmaculada al lado de la reina, otro poco por la edad y, fundamentalmente, porque Fulani llevaba un vestido y un peinado bastante parecido al de las mujeres africanas y por lo tanto daba un mensaje confuso. Incluso los medios favorables a la corona especularon que las dos mujeres ya se conocían de la época en que Meghan Markle entró a la familia y fue asesorada en temas de protocolo por la dama de compañía de la reina mientras que Ngozi se acercó a ella para involucrarla en la causa contra el racismo. Tal vez haya habido algunas fricciones no resueltas.

La nueva serie de Netflix que trae revuelo / Web

Lo que llamó la atención es la rapidez con que la corona reaccionó. Y es que no podían dejar cabos sueltos ya que justamente ese día Guillermo y Kate comenzaban la conquista de América, el feudo de Harry y Meghan. En su primer viaje como príncipes de Gales desembarcarían en Boston para visitar la Universidad de Harvard, reunirse con el presidente de Estados Unidos, interiorizarse en proyectos científicos y medioambientales y entregar, junto con Caroline Kennedy, los premios Earthshot. La visita, que duró una semana, fue un éxito pero no empezó bien ya que fueron abucheados en su primera comparecencia. No solo el episodio con lady Susan estaba fresco sino que el país del norte tomó partido por los duques de Sussex cuando decidieron dar un portazo y afincarse en California. Tuvo mucho que ver en la grieta la mujer más poderosa de los medios norteamericanos, Oprah Winfrey, quien, aún en vida de la reina, les hizo un reportaje a medida en el que los exilados se dieron el gusto de criticar a la casa real, tachándola de racista y siniestra. Una opinión que reafirman cada vez que le ponen un micrófono delante.

Como en la casa de Gran Hermano, los duques de Sussex, están leyendo mal la reacción de la opinión pública que, por lo menos en el Reino Unido, dista mucho de ser favorables a ellos.

Además, en medio de toda esta polémica, Netflix estrenó el jueves pasado una serie de seis episodios en los que Harry critica sin piedad a su familia, la misma que lo hace ser quien es: un duque millonario, quinto en la línea de sucesión al trono. Meghan, en la serie, denuncia lo mal que la trataron y ambos, juntos, libran una nueva batalla contra la prensa haciendo hincapié en que fue la culpable de la muerte de Diana como si Diana jamás hubiera utilizado a esa misma prensa para su propio beneficio.

Al cierre de esta edición aún no estaba la serie en la plataforma pero sí se habían difundido los trailers y, al verlos, los medios fueron lapidarios. La producción de Netflix cometió la torpeza de usar imágenes ajenas a Harry y Meghan para ejemplificar el acoso que recibieron por parte de los paparazzi. El periodista inglés Dan Wootton dijo que daban vergüenza y pidió a través de sus artículos que los despojaran de todos sus títulos.

El tráiler finaliza con Harry, soberbio, diciendo que solo ellos saben y van a contar la verdad. Ante esto la periodista especializada en realeza Sarah Vine responde con fuertes palabras: “Harry y Meghan están iluminando a la nación mientras llenan sus bolsillos miserablemente”. Su colega Mattew Mardsen se sorprende de que Harry se haya rebajado tanto y le recuerda que, en su momento, estuvo muy contento con que su boda fuera tan fastuosa como la de su hermano, con luna de miel y acondicionamiento de dos residencias, todo pago por la corona.

El presentador más famoso de la televisión británica, Piers Morgan, los sentenció: “No puedo imaginar una expoliación más grotesca que el príncipe Harry haya usado a su madre muerta para vender su serie”.

Es difícil que el rey Carlos responda a las acusaciones de racismo, juego sucio, manipulación y uso indebido de poder de parte de los Sussex pero todos piensan que el príncipe Guillermo no le dejará pasar a Harry esta declaración de guerra.

Gran Hermano todo lo ve y, con la ayuda de la opinión pública, será quien dirima cual será la “casa” ganadora.

ESPEJITO, ESPEJITO

Que Kate es hoy la reina de Inglaterra y alrededores, por lo menos en cuanto estilismo se refiere, no hay ninguna duda. Camila, la reina verdadera, no marcó ni marcará tendencia en cambio su nuera es un faro que ilumina el camino de la moda. Y aprovechó su viaje a Estados Unidos para darnos una lección de coherencia.

El principal acto al que los príncipes de Gales asistieron en Boston fue a la entrega de los premios Earthshot, una iniciativa del propio Guillermo para galardonar proyectos medioambientales. Y Kate no solo fue de verde, el color de la naturaleza, sino que, consciente de que la industria de la alta costura es una de las más contaminantes, decidió apuntarse a la moda sustentable y alquiló (sí, alquiló) a 90 dólares un vestido de la firma Solace. Lo hizo a través de la plataforma Hurr, creada hace unos años para intercambio y alquiler de ropa y accesorios de alta gama. No solo particulares ofrecen sus productos sino que las marcas Timberland y H&M también se han sumado a esta iniciativa.

El vestido elegido por Kate era ajustado al cuerpo, de hombros bajos, cortado a la cintura y le sentaba de maravilla. Como único accesorio llevó en el cuello un chocker de esmeraldas que perteneció a la reina Mary, tatarabuela de Guillermo, y que era uno de los preferidos de Diana quien, con su cuello larguísimo y elegante, lo lucía como nadie antes.

Kate será, cuando llegue el momento, una gran reina.

Ngozi Fulani en la recepción en Buckingham / Web

 

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