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Séptimo Día |LOGRA CAPTAR LA ESENCIA DE LOS ESCRITORES Y ESTABLECE UN DIÁLOGO REVELADOR

“Los poetas en sus voces”: entrevistas con María Minellono

La Doctora en Letras compiló sus encuentros con grandes autores. Con un enfoque claro y minucioso acerca a Juarroz, Girri, Madariaga, Pezzoni, entre otros, al público lector

“Los poetas en sus voces”: entrevistas con María Minellono

María Minellono es una investigadora aguda y una apasionada lectora / Web

Francina Lorenzo
florenzo@eldia.com

3 de Noviembre de 2024 | 06:23
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Nada mejor que un entrevistador que realmente comprende su materia. María Minellono es una investigadora aguda y una -se nota- apasionada lectora. En su reciente libro “Los poetas en sus voces”, que compila entrevistas con destacados poetas, logra captar la esencia de los escritores y establece un diálogo revelador, del que su interlocutor no quiere escapar.

Las charlas literarias –más que entrevistas son charlas de tono íntimo- que propone son deliciosas. Con una gran sensibilidad para desentrañar el alma poética de sus entrevistados, logra crear un espacio en el que casi se percibe el aroma del café que deberían estar compartiendo.

Su enfoque es general, cualquier lector puede abordarlo; pero también, meticuloso y cuidado. Su curiosidad hace que cada entrevista sea una experiencia auténtica. Así, María Minellono es mediadora que conecta al lector con el universo de la poesía.

Desde 1985 hasta 1989, publicó reseñas, artículos y entrevistas en el suplemento literario del diario El Día, mientras conducía un programa en Radio Universal y colaboraba en otra emisora de la provincia de Buenos Aires. Retrospectivamente, enfatiza que, hace más de cuarenta años, el periodismo escrito y los suplementos culturales gozaban de un prestigio arraigado en la tradición literaria y se convertían en el vehículo a través del cual se leían obras clave del siglo XIX.

La catedrática reflexiona sobre la evolución de los medios y su propia experiencia como conductora de un programa literario y se enfrenta a la dificultad de captar el interés de los oyentes en un contexto donde los formatos eran rígidos y las estructuras acartonadas. Esto la lleva a cuestionar cómo abordar textos literarios de manera que se establezca una conexión fluida con el público, a pesar de las limitaciones inherentes a la transmisión radial.

En este sentido, su enfoque metodológico es significativo: busca superar reduccionismos interpretativos y atender las hibridaciones entre corrientes literarias, así como la necesidad de utilizar un lenguaje accesible que respete la profundidad del pensamiento. Objetivo logrado con creces.

El resultado de su trabajo no es simple (ni solamente) análisis crítico, sino charlas que todo amante de la literatura puede disfrutar, incluso, antes de acercarse a algún autor, porque proporciona elementos que facilitan el abordaje a sus principales obras.

Así, aguda y perspicaz, observadora y analítica, María Minellono se convierte en un interlocutor avezado, que entrevista en tono casi íntimo y conectar al lector con la esencia del poeta.

”La literatura argentina es un conjunto heterogéneo de discursos que comienzan a diferenciarse a partir de la literatura de los españoles en América”, reflexiona Minellono al referirse al desarrollo histórico del campo literario nacional, a su mito de origen. Explica que la mirada europea que dominaba las primeras descripciones viajeras fue paulatinamente desplazada por la voz local: “El emisor de los textos va cambiando y aparecen los ojos locales, las palabras, los modos de decir”. La literatura argentina es, entonces, una rica evolución que no comienza de forma clara en un momento específico, sino que se construye progresivamente. “Es un proceso que se hace más evidente con la independencia política, pero incluso antes ya hay literatura argentina”, aclara.

El siglo XIX es, para la escritora, un período fundamental, donde emergen figuras esenciales como Echeverría, Sarmiento, Juana Manuela Gorriti y Eduardo Mansilla. Sin embargo, subraya también la importancia del siglo XX con autores como Borges y Cortázar, quienes consolidan una literatura “sólida y con discursos potentes”, destaca, señalando la vigencia de los clásicos para entender la identidad cultural del país.

Como entrevistadora en suplementos literarios y colaboradora en programas radiales recuerda cómo los suplementos literarios de antaño “gozaban de un prestigio arraigado en la tradición literaria”, conectando a los lectores con obras clave del siglo XIX. Su paso por medios como el diario El Día y Radio Universal entre 1985 y 1989 le permitió explorar cómo se puede transmitir la literatura más allá del texto escrito. “En la radio, los formatos eran rígidos y las estructuras acartonadas”, confiesa, reflexionando sobre los desafíos de captar el interés del público en ese contexto.

- Al principio del libro habla sobre la difusión de la cultura en general y de la literatura en particular. ¿Cómo cree que hoy circula la literatura?

Hay una variación importante, porque en la época de mis entrevistas, durante el periodo de transición democrática, los métodos de reproducción del conocimiento eran tradicionales. Lo que podía variar era la comunicación; el emisor cambiaba. Yo traté de hacer un trabajo diferente al que se hacía antes, con un tono serio para hablar de la literatura, buscando algo accesible para un oyente que no podía volver atrás.

 

“El tiempo de lectura ha cambiado, al igual que el tiempo interior de quienes leen”

 

Ahora, no sé si el lenguaje que se usaba sería accesible hoy, no por culpa de las mayorías, sino de las políticas culturales actuales. Aunque no estoy de acuerdo con ciertos refinamientos exagerados, siento que hemos llegado a un extremo de vulgaridad, con pensamientos en estructuras rígidas, sin especulación teórica. Sin embargo, la poesía, por ser un texto breve, circula mucho en las redes. La calidad puede discutirse, pero ahí está. Estará en el ojo o en el oído de quien las lee o escucha pensar respecto de su trascendencia, pero eso pasa. Creo que cualquier medio es válido si se utiliza bien.

- Pienso sobre el tiempo y el espacio que se le dedica a la lectura. No es lo mismo sentarse en un rincón a leer un libro que deslizar el dedo por el celular y tropezar con una poesía. ¿Esa diferencia también impacta de manera significativa?

- El tiempo de lectura ha cambiado, al igual que el tiempo interior de quienes leen. Al volver a algunos textos, he notado que las obras de Balzac pueden resultar difíciles para un lector joven, a pesar de su estatus como clásicos. Hoy, la descripción se utiliza poco, ya que los espacios se pueden confrontar con imágenes. Personalmente, disfruto de la forma en que Balzac describe; en “El médico de aldea”, se puede comprender Francia a través de sus palabras. Sin embargo, la gente carece de tiempo para leer; vive urgida por subsistir.

Ni siquiera sé si una novela del Boom latinoamericano tendría lectores en la actualidad. Siempre me mantengo actualizada con lo que se publica, aunque a veces no estoy completamente satisfecha. No por una actitud reactiva, sino a que percibo un cliché, un escribir para el diseño de una época y esto mata la literatura. Aunque pueda entretener momentáneamente, concebir una novela o un cuento implica tener una visión dual—una que mira hacia el pasado y otra que se proyecta hacia el futuro- y que vale más allá de la coyuntura. Me pregunto cuántos de los libros que se publican hoy resistirán el paso del tiempo. Esto también lleva a preguntarnos qué es literatura; todo puede ser entendido como literatura en suma, pero uno puede elegir también.

- ¿Qué cree que está circulando en la actualidad? ¿Qué novedades hay? ¿Cómo podríamos describir, entonces, el momento literario que estamos viviendo?

- Es una pregunta difícil porque yo tendría que haber leído absolutamente todo para responderte. Sin embargo, y circunscribiéndome a la literatura argentina, creo que hay muy buena poesía en este momento. Hay escritores que han absorbido todas las experiencias de la vanguardia y de las postvanguardias, que experimentan con la palabra.

Tendría que leer más novela y cuento. Pero me parece que están muy influidos por el tema de la tríada: dinero, ventas, lector. Esto no pasó, por ejemplo, con la generación anterior, con Saer, con Piglia. Pero tendría que leer más para darte una respuesta más segura. A veces me saturo con una sobreexposición de ciertos lugares, ciertos márgenes demasiado frecuentados donde ya sabemos que vamos a encontrar muerte, asesinato, porro. No es porque me raje las vestiduras ni me asombre; yo eso lo conozco bien. Lo que pasa es que la repetición y el cliché, desde el punto de vista literario, a veces cansan.

- Lo que he notado es que hay una resignificación, o reversión, de varias historias ya conocidas, especialmente para los más jóvenes. Estoy pensando en “Percy Jackson”, “La canción de Aquiles”.

- A mí me preocupa mucho la cantidad de adaptaciones que hay de textos clásicos. He visto que desde el Ministerio se manda, por ejemplo, “Otra vuelta de tuerca” de Henry James. Yo me puse muy contenta por mis nietos. Pero cuando vi la versión, me di cuenta de que era una reescritura, como vos decís, de un clásico. Me decepcionó un poco, porque no era lo que esperaba. Además, noté que muchos textos, aunque bien escritos, son triviales y no se alinean con un canon de literatura nacional, latinoamericana ni universal; son muy sencillos y más apropiados para un ejercicio de lectura.

Pero creo que al elegir un texto, es fundamental considerar tanto la cuestión normativa como la estética. Por ejemplo, ¿por qué no leerles a los más pequeños cuentos tradicionales, como los de los hermanos Grimm, que siguen conmoviendo? Pero no versiones simplificadas de Caperucita o La Sirenita. En ciencia, podemos hablar de que algo es viejo porque existe un criterio de evolución, pero en el arte no hay envejecimiento: los clásicos no envejecen. Pueden surgir nuevos clásicos que conviven con las obras existentes, no eliminan lo anterior. Por eso, creo que en el secundario, y lo digo con respeto, debería haber un replanteo sobre qué textos se enseñan. Estoy de acuerdo con vos en esto.

 

“Si hablamos sobre la literatura argentina, creo que hay muy buena poesía en este momento”

 

- ¿El arte y la tecnología se oponen?

- No, para nada. Lo más accesible: la fotografía, el cine, e incluso el teatro, con todos los temas de escenografía y demás. Incluso el cruce de la tecnología y de la ciencia con la literatura ha dado géneros tan interesantes como la ciencia ficción o la true ficción, en cuanto a usar la crónica. Hay un tema que tiene que ver con la calidad y el uso de la tecnología. Yo creo que pasa por ahí, por la formación de quienes tienen acceso a esos medios.

- Voy a plagiar una pregunta que le hizo a Girri porque me gustó: ¿qué opina de la crítica literaria y es útil para el lector?

- Sí, yo creo que es muy útil y que es otro género. A mí me parece que un escritor debe transitar todos los géneros; debe tener un manejo de la palabra que le permita ser poeta, hacer crítica y escribir cuentos. Cuando he tenido talleres literarios, no los he ceñido a un solo género, por esta razón. En general la gente supone que la crítica es una autoridad que dictamina lo que está bien o mal, que realiza puntos y comas. Pero la crítica es mucho más que eso. Si un libro no tiene una buena recepción de la crítica y no hay críticos que se apropien de sus contenidos y los reelaboren, muere. La crítica es fundamental.

- ¿Cuál es el lenguaje artístico más prominente hoy en día?

- Creo que el cine, especialmente las series, es el lenguaje artístico más consumido hoy en día. La mayoría de la gente estamos inscriptos en alguna plataformas. El atractivo del lenguaje audiovisual es indiscutible. Sin embargo, la música también me parece un lenguaje artístico fundamental. Me siento muy abierta a todas las formas de arte, y creo que el arte y la literatura son expresiones esenciales de la experiencia humana.

- Eso se nota en sus entrevistas: su sensibilidad hacia el arte es evidente

- He vivido en contacto diario con la realidad y las provocaciones que esta genera. Sin la opción del arte, la vida sería mucho más desagradable. Necesito la música y los libros para vivir y nada más.

- ¿A quién le gustaría entrevistar, ya sea en la actualidad o a alguien que haya entrevistado en el pasado?

- Me gustó entrevistar a Borges. Me gustó porque había una distancia muy grande entre una chica muy joven que había leído todo Borges, pero que sentía la inhibición frente a una figura de tal envergadura. No sé si a través de la relación con un topos, con las flores, con un lugar, se distendió tanto la conversación. Él andaba detrás de un libro que tengo allá arriba: La Divina Comedia, ilustrada por Gustave Doré. Me pareció todo tan natural; mandarle después el texto, charlar sobre La Divina Comedia.

Recuerdo que, cuando le preguntaron a Borges sobre la intertextualidad, se rió porque no sabía lo que era, pero en realidad estaba inmerso en un proceso de lecturas continuas. Esto muestra cómo cambian los criterios. A Borges se le criticó duramente por basarse en fuentes literarias para escribir sus textos; se esperaba que partiera de la realidad, pero él prefería las fuentes. Algo similar le ocurrió a Cortázar con su enfoque en las morelianas en Rayuela.

Es un prejuicio pensar que un texto solo puede surgir del análisis de la realidad. Borges no necesitaba partir de un texto europeo; podía hacerlo desde un texto local, como Martín Fierro. Al final, escribir es reescribir.

Los poetas en sus voces
MARÍA MINELLONO
Editorial: Vinciguerra
Páginas: 176
Precio: $17.000
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