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Los niños que mantienen un llanto excesivo, sin una razón orgánica o psicológica que lo justifique, corren un mayor riesgo de sufrir en el futuro problemas de comportamiento como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, así como depresión, ansiedad y conductas agresivas
Habitualmente los recién nacidos lloran entre una y tres horas diarias y se considera normal que lo hagan como un intento rudimentario para comunicarle a sus padres o a los mayores que los cuidan que sienten incomodidad, cansancio, hambre, frío, aburrimiento o soledad, o bien que necesitan contacto físico o les molesta el entorno ruidoso.
También se considera normal que el bebé tenga un período de irritabilidad durante la noche, o que experimente contracciones y espasmos musculares que perturban su sueño.
No obstante, si un bebé llora demasiado, eso puede sugerir que tiene algún desorden que requiere atención o incluso tratamiento médico, desde cólicos, dolores o la nueva dentición, hasta la incomodidad o irritación que ocasiona un pañal mojado o sucio, pasando por la presencia de gases intestinales excesivos o incluso de una enfermedad o infección pediátrica.
Por esa razón, los pediatras aconsejan a los padres que consulten con el médico si el llanto excesivo del bebé persiste sin ninguna explicación y no desaparece después de un día, pese a los intentos de tratamiento en el hogar, o si se acompaña de otros síntomas, como fiebre, irritabilidad, letargo o inapetencia.
Lo que hasta ahora se ignoraba, y acaba de revelar una investigación británica, es que aquellos bebés que lloran demasiado y sin un motivo aparente corren más riesgo de sufrir más adelante problemas severos de comportamiento, sobre todo si además también tienen dificultades para alimentarse o dormir.
De acuerdo a los investigadores de la Universidad de Warwick, en Reino Unido, que analizaron los datos de 22 estudios efectuados entre 1987 y 2006 y en los que participaron más de 17.000 niños, el llanto en los bebés es normal, aunque algunos lloran "excesivamente" después de sus primeros tres meses de vida por razones distintas de los cólicos que puedan sufrir.
El estudio británico, que se centró en estos casos, sobre todo en aquellos niños que además tenían problemas para comer y dormir, descubrió una relación entre estos problemas y otros más graves durante las etapas posteriores de su infancia.
Los estudiosos de Warwick, comprobaron que el llanto excesivo, en muchos casos, estaba relacionado con un aumento de su riesgo de sufrir ansiedad o depresión, comportamientos agresivos o un trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
LLANTO Y DESORDENES DEL COMPORTAMIENTO
Según el doctor Dieter Wolke, uno de los autores de la investigación, "se duplicaron los riesgos de desarrollar problemas de conducta relacionados con el llanto excesivo", aunque "si un bebé tiene estos problemas no significa que tendrá desórdenes de comportamiento más tarde, aunque el llanto y las dificultades para comer y dormir también podrían ser síntomas tempranos de éstos".
Una de las causas más habituales del llanto infantil, son los denominados cólicos del lactante, que los expertos de la Asociación Española de Pediatría (AEP) definen como "episodios de llanto que suelen durar alrededor de dos ó tres horas al día más de tres días a la semana y que suelen aparecer por la tarde-noche".
Según la AEP, se suele decir que los cólicos son dolores abdominales, pero no se sabe a ciencia cierta y se han intentado relacionar con alergias, gases, hipermotilidad intestinal, temperamento, sobrecarga de estímulos, o el temperamento del bebé o de sus padres.
Hay que descartar alguna enfermedad y comprobar que la técnica de lactancia es correcta, ya que esto puede ser causa de llanto. En cualquier caso, el llanto es una manera de comunicación del lactante, que además de por hambre puede llorar porque tiene sueño, cansancio, necesidad de contacto o de estar en brazos, explican los pediatras.
Responder precozmente al llanto y tomar al bebé en brazos mejora los cólicos. Nunca hay que sacudir al bebé, ya que él no intenta "manipular" ni "llora por llorar". Si el llanto del bebé pone muy nervioso a uno de los padres es preferible que intente calmarlo aquél que esté más relajado, aconseja la AEP.
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