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Petrópolis: la “ciudad imperial” de Brasil a una hora de Río

El turista se asombra con una urbe de espectaculares palacios, algunos convertidos en museos, en la que el emperador del vecino país construyó su residencia de verano sobre una bellísima serranía

29 de Marzo de 2015 | 00:34

Pese a estar ubicada a solamente una hora de viaje en auto de Río de Janeiro, la espectacular ciudad de Petrópolis no es muy conocida por los turistas argentinos que frecuentan la tradicional y populosa urbe carioca.

Pero conocer Petrópolis es algo que no se debería dejar de hacer estando en Río de Janeiro, ya sea en una escapada de un día, aunque en realidad la “ciudad imperial” amerita ser visitada en dos jornadas.

Petrópolis tiene casi trescientos mil habitantes y está situada situada en el Estado de Río de Janeiro, en las montañas de la Serra dos Orgáos, en el valle de los ríos Quitandinha y Piabanha.

Para los brasileños es un sitio turístico muy visitado, tanto en escapadas de fin de semana como en vacaciones.

Además de la belleza de los alrededores, la principal atracción es el palacio de verano de la ex familia imperial brasileña, que actualmente alberga al Museo Imperial brasileño, especializado en la historia imperial.

Conocida como la “Ciudad Imperial”, Petrópolis se convirtió a lo largo del siglo XIX en la residencia de veraneo de la corte imperial portuguesa en Brasil.

En uno de sus viajes por el estado de Río de Janeiro, el Emperador Don Pedro I atravesó la zona montañosa y se encantó con su tranquilidad, una bocanada de aire fresco alejada del sofocante calor de la llamada Ciudad Maravillosa.

Fundada oficialmente en 1843 por su hijo Pedro II, el último emperador de Brasil, Petrópolis se encuentra a más de 800 metros de altitud y tiene una temperatura que ronda entre los 18 y los 24 grados centígrados durante todo el año, algo que es de agradecer durante los calurosos veranos de la costa sureste brasileña.

Localizada a tan sólo 68 kilómetros de Río de Janeiro, la ciudad debe su nombre a su fundador (del griego “petro” y “polis”, que se traduce a “ciudad de Pedro”) y ha preservado casi a la perfección la huella del colonialismo europeo.

En Petrópolis destaca la arquitectura victoriana pero también la amalgama entre lo clásico y lo moderno, donde los palacios y monumentos se alternan con nuevas tiendas y bancos, y lo antiguo se ha conservado como lo nuevo.

PALACIO QUITANDINHA

El municipio da la bienvenida a sus visitantes con un impresionante edificio blanco, el Palacio Quitandinha, antiguo hotel y casino rodeado de un perfecto valle verde que a mitad del siglo pasado hospedó a personajes como Orson Welles, Greta Garbo, Walt Disney, Errol Flynn o Bing Crosby.

El imponente hotel fue construido en 1944 con el objetivo de convertirse en el casino más grande de América Latina, aunque las aspiraciones de sus inversores se desmoronaron poco después, cuando una ley aprobada en 1946 prohibió los juegos de azar en Brasil.

UN PEDAZO DE LA HISTORIA DE BRASIL

Las calles de la Ciudad Imperial están en constante movimiento y a los cerca de 300.000 petropolitanos hay que añadir los turistas que visitan la ciudad a diario: entre semana, los autobuses escolares transportan a decenas de grupos de estudiantes que llegan para descubrir un pedazo de la historia brasileña.

Los fines de semana se reservan a turistas y paseantes que buscan disfrutar de un tranquilo recorrido entre los edificios y calles con nombres “imperiales”, pues la ciudad intenta sacar el máximo provecho del simbólico título que le fue otorgado.

EL PALACIO IMPERIAL

La visita a la Petrópolis sigue su curso hacia otro imponente edificio, el antiguo Palacio Imperial, una impresionante construcción de color rosa rodeada por la frescura de su jardín, que sirvió como residencia de verano de la familia imperial durante décadas antes de convertirse en museo en 1943.

Construido en 1845 por el arquitecto Julio Frederico Koeler, el palacio, principal atracción turística de la ciudad, alberga hoy uno de los mayores archivos históricos del país, con más de 200.000 documentos, mapas y fotografías, además de un sinfín de objetos de la época.

LA CORONA PORTUGUESA

Entre ellos se encuentra la preciada corona imperial, hecha de oro macizo cincelado y adornada con brillantes y perlas, que se convirtió en el símbolo del paso de la familia real portuguesa por la antigua colonia brasileña a partir de 1808, año en que la corte lusa huyó de Lisboa ante el avance de las tropas napoleónicas.

A poca distancia de la residencia imperial se encuentra otro monumento, el Palacio de Cristal, local de fiestas y encuentros de la aristocracia que servía también para alojar exposiciones de aves y flores tan de moda durante la época.

Inspirado en el Crystal Palace de Londres, la estructura de vidrio y hierro acoge una vez al año el Bauernfest, fiesta que conmemora la llegada de los colonos alemanes a la ciudad y donde no falta la clásica cerveza y una programación cultural de temática germana.

CATEDRAL

Como toda ciudad colonial, Petrópolis también posee una pequeña catedral que destaca más por la altura de su campanario, que se eleva a 70 metros del suelo, que por la originalidad de su estilo neogótico francés.

La Catedral de San Pedro de Alcántara, cuya primera piedra fue colocada en 1884, alberga en su interior el mausoleo de la Princesa Isabel, última heredera del imperio de Brasil y conocida por haber firmado la Ley Aurea que en 1888 abolió la esclavitud en el país.

RESIDENCIA PARA PERSONAJES ILUSTRES

Pero la Ciudad Imperial no sólo tuvo miembros de la realeza entre sus visitantes ilustres.

En sus 167 años de existencia, la ciudad de Petrópolis sirvió de residencia para varios personajes de la cultura brasileña, entre ellos el pionero de la aviación, Alberto Santos Dumont.

Diseñada por el propio aviador en 1918, la morada es conocida como la “Casa Encantada” por su peculiar forma y localización: está construida en una ladera y, en cierto modo, parece estar suspendida como un avión.

Destaca en ella la escalera de madera, también creada por el inventor, con peldaños recortados en forma de raquetas, lo que obliga a los visitantes a subir siempre con el pie derecho primero.

Inventor del avión 14 Bis, que cuenta con una réplica en una de las plazas de la ciudad, Santos Dumont vivió los últimos 14 años de su vida en Petrópolis, hasta que se suicidó en un hotel de Sao Paulo en julio de 1932.

El célebre escritor austriaco Stefan Zweig, autor de “Brasil, país del futuro”, obra cuyo título ha servido para definir al gigante suramericano durante más de medio siglo, también residió en la Ciudad Imperial durante diez años tras huir de la persecución a los judíos en una Europa deshecha por la segunda Guerra Mundial.

Zweig vivió los últimos meses de su vida en Petrópolis hasta que, afligido por una depresión, decidió poner fin a su vida y se envenenó junto a su mujer en la casa que ambos poseían y que ahora está abierta al público.

UN FIN DE SEMANA

Entre sus calles de adoquines, paseos en carroza, parques y avenidas, Petrópolis lo tiene todo para una escapada de fin de semana, aunque un día no es suficiente para descubrir todos los recovecos de la ciudad, que esconde pequeñas peculiaridades como la Casa Ipiranga, más conocida como la “Casa de los Siete Errores”.

Los más observadores percibirán en la construcción verde y blanca las diferencias entre su lado derecho e izquierdo, como la forma de sus balcones o el número de ventanas, en lo que se convierte en un divertido juego para encontrar las siete diferencias.

Manteniendo intacto su original estilo victoriano, la Casa Ipiranga funciona hoy como centro cultural y, detrás de su agradable jardín, se esconde un pequeño y elegante restaurante que transformó un antiguo establo en comedor.

UNA CURIOSIDAD

Las curiosidades de esta ciudad no se limitan a las asimetrías arquitectónicas, pues los petropolitanos habitan una de las pocas ciudades brasileñas que aún se adhiere a un antiguo impuesto imperial, el laudemio.

Creado durante los tiempos coloniales, cuando las tierras de ultramar todavía pertenecían a la corona portuguesa, el laudemio era un tributo cobrado a los colonos que querían adquirir inmuebles en territorio brasileño.

En Petrópolis, la compra y venta de algunos de sus inmuebles requiere el pago de un impuesto extra cuyo valor se destina hasta hoy a los herederos del emperador Pedro II, pertenecientes a la familia Orleans y Braganza.

Entre palacios y mansiones de estilo imperial, en medio de calles de adoquines y canales bucólicos atravesados por puentes de madera, la agradable ciudad imperial de Brasil nos recuerda más una vez que, a pesar de las apariencias, nada es perfecto.

 

DATOS UTILES

Alojamiento: En esta época del año comienzan las ofertas de baja temporada de hoteles en Petrópolis por Internet.

Una de las promociones es la del Hotel Casablanca Imperial (3 estrellas), situado en la Rua da Imperatriz Nº 286. La tarifa, en base doble, es de 585 pesos argentinos diarios, incluido el desayuno.

Este establecimiento de estilo colonial está situado en el centro histórico de Petrópolis, a 50 metros del Museo Imperial.

Otra promoción es la del Grande Hotel Petrópolis (cuatro estrellas), cuya dirección es Rua do Emperador Nº 545. Su tarifa es de 649 pesos argentinos por día en base doble e incluye el desayuno; este complejo se encuentra en un edificio histórico de los años 30, a 50 metros del Museo Imperial.

Cómo llegar: El costo de un pasaje aéreo, en vuelo directo, entre Buenos Aires y Río de Janeiro arranca, reservado con tiempo, desde 3.539 pesos argentinos. Para ir en auto desde Río a Petrópolis se debe tomar la Autopista 040; el trayecto se cubre en una hora. Por otra parte, desde Río salen micros a Petrópolis cada media hora y el pasaje cuesta 65 pesos argentino por cada tramo o 120 de ida y vuelta en el mismo día.

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