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El país |ANALISIS

Un paso al frente y una reacción con vehemencia

Un paso al frente y una reacción con vehemencia

Habla Schmid y el resto, entre ellos el hijo de Moyano, aplaude y arenga. Un escenario con pocos “caciques” gremiales

Por MARIANO SPEZZAPRIA

23 de Agosto de 2017 | 01:58
Edición impresa

Otra vez hubo incidentes en una marcha de la CGT, pero en esta oportunidad no fue eso lo más resonante sino el anuncio de que el 25 de septiembre, un mes antes de las elecciones legislativas, la central obrera podría fijar la fecha de un paro general. El cronograma fue comunicado por Juan Carlos Schmid, quien se perfila como el próximo jefe único que sucederá al triunvirato desgastado.

Schmid conduce un gremio pequeño, Dragado y Balizamiento, pero es considerado un dirigente de total confianza de Hugo Moyano, uno de los impulsores de la marcha de ayer a Plaza de Mayo. Allí, el presidente del club Independiente estuvo representado por su hijo Pablo, a quien suele darle rienda suelta cuando necesita mostrar los dientes en medio de un conflicto que se pone áspero.

Pero los que conocen la interna sindical, afirman que Pablo Moyano no tiene las condiciones para erigirse como jefe de la CGT. En cambio, Schmid tiene capacidad oratoria –como lo demostró al hablar en el escenario montado de frente al

Cabildo porteño- y estaría en condiciones de sintetizar las posturas de los moyanistas y los independientes. Afuera del esquema quedarían los Gordos.

Por eso, según admitieron fuentes cegetistas en diálogo con EL DIA, del acto no participó -pero si fue a la Plaza- Héctor Daer, del sindicato de la Sanidad, pese a que todavía integra el triunvirato junto a Schmid y a Luis Acuña, jefe del gremio de Estacioneros de Servicio y vinculado al massismo. Daer viene golpeado en términos políticos, ya que jugó la interna peronista en las filas del alicaído Florencio Randazzo.

Justamente la diáspora del peronismo, que terminó atomizado las PASO del 13 de agosto, es otro elemento para comprender los motivos por los cuales la CGT se embarcó desde ayer en un “plan de lucha” contra la política económica del Gobierno nacional. Es que ante el retroceso de la representación política de las variantes peronistas, los gremios salieron a dar un paso al frente.

Así, buscaron ponerse por encima de cualquier dirigente que tenga pretensiones de conducir al peronismo, especialmente de Cristina Kirchner, quien apoyó la marcha por medio de sus brazos sindicales, la Corriente –dentro de la CGT- y la CTA de Hugo Yasky. Pero el moyanismo y los independientes –como Andrés Rodríguez, de UPCN- actúan básicamente en defensa propia.

“No venimos a levantar la bandera de ninguna candidatura”, advirtió Schmid desde el palco, que lució un nuevo atril luego de que el histórico fuera destruido, en medio de incidentes, en la marcha de abril pasado. A diferencia de aquella oportunidad, la logística de la movilización de ayer estuvo a cargo de los Camioneros, que impidieron a otros gremios llegar hasta el escenario.

Sin embargo, las propias facciones internas del sindicato que sustenta el poder de la familia Moyano se trenzaron a golpes durante varios minutos, en la previa del discurso de Schmid. También marcharon a la Plaza de Mayo organizaciones sociales como la CCC del maoísta Juan Carlos Alderete, Barrios de Pie y la CTEP de Juan Grabois, un dirigente cercano al Papa Francisco.

Schmid y los Moyano buscan incluir a los movimientos sociales en una suerte de frente contra la política económica del Gobierno, pero otros gremios como la UOM y SMATA los consideran muy a la izquierda del ideario ortodoxo peronista y no quieren saber nada con su integración. No se trata de un asunto menor: el 40% de la población económicamente activa está en el sector informal.

Reaccion presidencial

Frente a esta situación, el Gobierno dio una clara señal de que no está dispuesto a ceder ante la presión sindical: el presidente Mauricio Macri echó al viceministro de Trabajo, Ezequiel Sabor, un funcionario de buena relación con los Moyano. También desplazó al superintendente de Servicios de Salud, Luis Scervino, un hombre que los sindicatos pusieron en el área de las obras sociales.

Se trató una jugada fuerte del Presidente, que reaccionó con vehemencia y demostró que la marcha de la CGT no le cayó nada bien. De hecho, se interpretó que la salida de Sabor fue un castigo directo a Hugo Moyano y la de Scervino, a José Luis Lingeri, de Obras Sanitarias, uno de los que estuvo en el palco ayer.

En la Plaza de Mayo, la central obrera advirtió que se opondrá a cualquier intento de “reforma laboral y previsional”. En su discurso, Schmid avisó: “No nos alcanza solamente con votar. Si no hay trabajo digno, siempre habrá conflictos en las calles de este país”. La réplica de Macri llegó horas más tarde. Y fue vehemente.

 

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