Con denuncias y amenazas cruzadas en las redes, crece la tensión en el Savoia

Los investigadores del doble crimen en el barrio Savoia siguen escuchando testimonios y comparando versiones, para identificar a los principales protagonistas de la pelea que el sábado a la mañana terminó con Maximiliano Mengarelli (24) y Rubén Octavo (21) asesinados a puñaladas por la espalda.

Como ya se informó, por el caso solamente queda detenida Laura Sosa, una chica de 21 años que está embarazada de dos meses y sospechada de asesinar a Octavo, ya que el otro joven que había sido apresado poco después del hecho -Nicolás Basualdo (28)- fue liberado el miércoles porque ningún testigo lo identificó en la rueda de reconocimiento como el atacante de la otra víctima.

Basualdo sigue imputado en la causa y fuentes distintas coincidieron en asegurar a este diario que es altamente probable que el homicida de Mengarelli “esté dentro de su círculo íntimo”, aunque ese dato no tiene, por ahora, más fuerza que la de una sospecha.

Nicolás Basualdo es el dueño del Fiat Uno celeste que fue dañado en la puerta de la casa de 7 entre 475 y 476 donde se desarrollaba una fiesta convocada por Sosa y su familia. Y se lo ve en un video agrediendo a patadas a un inválido en silla de ruedas, presuntamente ligado con la rotura del auto. “Basualdo reconoce que estuvo en la fiesta y los incidentes, pero se desvinculó totalmente del crimen”, dijo una fuente judicial. El joven es pareja de una nieta de la dueña de la casa, Margarita Carrillo, y estaba en esa reunión con familiares y amigos. A ellos apuntan precisamente las lupas, reconocieron los pesquisas.

Mientras esas cuestiones se dirimen en el plano de la justicia, en las redes y el barrio se juegan otras fichas.

Carrillo, dueña de la vivienda de la fiesta, dijo a EL DÍA que recibió amenazas de “los amigos y familiares” de las víctimas: “Nos hicieron saber que compraron un bidón con nafta y que tienen botellas preparadas para reventarnos la casa. Y cada vez que salgo me insultan y me dicen cosas feas”, apuntó.

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Algo parecido planteó en su muro de Facebook: “Nos tratan como asesino gracias a dioz ni asesino ni chorros somo (SIC)”.

La respuesta llegó desde el perfil de una de las víctimas en esa misma red social, desde el que alguien posteó como si fuera el propio Rubén Octavo: “A maxi uno de los chicos basualdo lo mato de traicion con un puñal por la espalda. A mi me mato tu hija LAURA SOSA y vos viste que tenia una cuchilla para matar a alguien y ese alguien fui yo (SIC)”, denuncia la publicación.

La misma persona cuenta que Rubén quería ser peluquero, que llegó al lugar donde lo mataron por “querer ir a parar todo el disturbio” en aquella casa de paredes rosas y acusa a Carrillo de “amenazar” a las familias de las dos víctimas.

“Nuestra familia quiere hacer justicia para que nosotros podamos volar y descansar tranquilos”, remata quien escribe emulando a Octavo.

indicios y peritajes pendientes

Más allá de las acusaciones y “certezas” que ventilan en uno y otro lado, lo que se pudo reunir hasta ahora en la causa son declaraciones de testigos que estuvieron en la zona del doble homicidio y elementos de prueba que deberán ser peritados.

Mandaron a peritar seis cuchillos secuestrados en la casa y dos prendas deportivas

Se destacan entre elkis seis cuchillas de hoja lisa, una remera de Boca Juniors que estaba dentro de un balde con agua (la habría usado Basualdo) y una campera de Gimnasia y Esgrima de La Plata con manchas de sangre.

El hecho ocurrió a las 6.30 de la mañana, cuando estaba terminando la fiesta en la casa de Margarita Carrillo, donde viven, además de ella, sus nueve hijos y algunas de sus parejas. La mujer dijo a este diario que las dos víctimas habían estado allí aquella madrugada, pero la versión de los investigadores es otra. Aseguran que llegaron con otros jóvenes del barrio, sin intenciones de entrar en la fiesta, sino de “generar una pelea”.

Esther Melgarejo, madre de Mengarelli, denunció que la familia de Sosa convocó a “todo el barrio” a la fiesta y que cuando su hijo fue a comprar a un kiosco al lado de la vivienda, “lo mataron de atrás”. El joven recibió una puñalada en la región lumbar, entró en el hospital San Roque con un paro cardiorespiratorio y falleció al no responder a las maniobras de reanimación.

En tanto, la hermana de Octavo -que también fue atacado por la espalda, le perforaron un pulmón y murió en el quirófano- sostuvo que en ese lugar “siempre hubo peleas, tiros y mucha gente desconocida que venía de otros lados porque nunca hay controles”.

“Quisieron lavar una camiseta de Boca manchada con sangre pero la Policía estuvo muy rápida y lo evitó”, contó la mujer.

Para la joven todo esto ocurrió como parte de “una batalla campal” en la que había “tanta gente que no se sabía quién era quién”.

La causa se caratuló en un primer momento como “homicidio en riña”, hasta que se determinó que las víctimas no habían peleado entre ellas y se recaratuló “homicidio agravado por alevosía”. Instruye el fiscal Marcelo Romero.