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Séptimo Día |LA GUERRA FRÍA EN 1960 FRENTE A LAS COSTAS PATAGÓNICAS

Cacería de submarinos en aguas argentinas

El episodio protagonizado, según se cree, por navíos rusos, mereció una “cacería” que se extendió por más de 20 días en las turbulentas aguas del Atlántico Sur frente al Golfo Nuevo

Cacería de submarinos en aguas argentinas

Submarino soviético clase Zulu

RICARDO JAÉN (*)

30 de Diciembre de 2018 | 10:15
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Creo tener una imagen en mi memoria en la que me veo apoyado en la mesa del comedor diario, preguntándole a mi abuela por la foto que traía la portada del diario El Día de aquella calurosa mañana de la primera semana de febrero de 1960, un submarino identificado con las siglas URSS.

Su repuesta fue aclaratoria y tranquilizadora a la vez: “es ruso, pero está muy lejos y va a tardar como veinte días en llegar aquí”… un tiempo que me debe haber parecido razonable para entonces ir a jugar a la pelota a la calle.

La Revolución Cubana (1959) había introducido dramáticamente a la América del Sur en el tablero de “juego” de la guerra fría y la lógica bipolar, sintiéndose sus devastadores efectos en nuestro país de manera gradual desde la política interna hasta la intervención directa en acciones de combate en ese marco.

La Argentina y el avistamiento de submarinos en relación a episodios internacionales reviste antecedentes “de leyenda” como las repetidas denuncias durante los años de la segunda guerra mundial, desde Villa Gesell a la costa Patagónica, de desembarcos, avistamientos, tesoros escondidos, criminales de guerra y rendiciones como en los casos del U530 en julio y el U 977 en agosto de 1945, ambos pertenecientes a la flota nazi de “lobos solitarios”, producidos en Mar del Plata.

Posteriormente, en mayo de 1958 en el Golfo Nuevo (Chubut) y teniendo en cuenta que la URSS desde 1953 contaba con submarinos de la clase Zulú (clasificación OTAN) diésell-eléctricos de prestaciones oceánicas, ocurrió un primer incidente en el que se detectó un submarino que fue atacado por la aviación y navíos de la Armada con cargas de profundidad.

El incidente fue considerado lo suficientemente serio para que el recientemente asumido Presidente Arturo Frondizi el 22 de dicho mes, en conferencia de prensa reconocía la presencia de sumergibles en la Patagonia, al noroeste de Puerto Cracker, en Golfo Nuevo: “…la Fuerza Aérea y la Marina desataron un incesante ataque, pero evidentemente el navío logro huir.”

Estas “sorprendentes” declaraciones fueron titulares de los principales diarios del país al día siguiente.

Pero el antecedente más importante a nuestro relato quizás sea el de octubre de 1959 cuando a la altura de Comodoro Rivadavia fue detectado otro submarino por la fragata ARA Heroína que, con el apoyo de los flamantes aviones de la Marina (Neptune) adquiridos a EEUU, fue perseguido durante casi nueve días (sin éxito) y que fue profusamente reflejado y seguido el episodio por la prensa escrita donde por ejemplo Clarín el 21 de octubre titula en tapa: “SUBMARINO DESCONOCIDO EN EL SUR”

“NAVES ARGENTINAS LO ATACAN FRENTE A C. RIVADAVIA”

Para comienzos de 1960 la guerra fría empezó a “calentarse” en un proceso casi exponencial, que finalmente nos dejara a minutos de un enfrentamiento directo entre EEUU y la URSS, darán el marco político a nuestra historia.

Precisamente el 30 de enero de 1960, también en las aguas de Golfo Nuevo como en 1958, en accidentadas maniobras rutinarias que realizaban unidades navales, comenzó la “cacería más grande de al menos dos submarinos” realizada en toda su historia por la Armada Argentina durante alrededor de 27 días.

Los patrulleros detectaron un submarino desconocido en el Golfo Nuevo

 

Expertos de la Marina de EEUU se sumaron al operativo y esta fuerza aportó elementos de detección además de torpedos aéreos inteligentes: la última tecnología disponible contra submarinos que extraoficialmente se reconocían sin dudas como soviéticos.

A las nueve y diez minutos de la mañana de ese fin de enero, los patrulleros de la Escuadrilla de Instrucción detectaron un submarino desconocido, en “aguas interiores” del Golfo Nuevo, cerca de su boca. Pese a los esfuerzos realizados para comunicarse y a los pedidos de identificación no hubo respuesta alguna. Autorizada su persecución fue atacado por los dos patrulleros: ARA Murature y ARA KIing. La acción se desarrolló hacia afuera del golfo, dando la impresión de que facilitaba el contacto aunque mostraba superioridad de maniobra y velocidad, tratando de arrastrar a sus atacantes mar afuera. Esto llevó a sus perseguidores más allá de las 12 millas de la costa.

Al salir el submarino de nuestro mar territorial, las autoridades navales ordenaron suspender la persecución y regresar al Golfo. Esa noche del 30 de enero, reanudada la navegación hacia Puerto Madryn, se obtuvo un nuevo contacto en el interior del golfo, haciendo sospechar que se trataría de otro submarino. Así se sucedieron ataques con intervención de un avión Neptune, enviado a apoyar los patrulleros.

Aparentemente el blanco sufrió una disminución de su capacidad de evasión, presumiblemente por algún daño anterior u ocurrido durante su persecución. Lo cierto es que en ningún momento utilizó sus armas ni intentó identificarse. Perdido el contacto, la escuadrilla retorno a patrullar la boca del golfo durante la noche con el apoyo de un avión Martin Mariner enviado a ese efecto.

Al día siguiente por orden del Jefe de la Armada se crea la fuerza de tareas 23 al mando del entonces Capitán de Navío Mario Lanzarini, Comandante de la división de destructores de la Flota de Mar, embarcado en el ARA Hércules.

En los siguientes días se aumentaron las unidades aéreas y de superficie con la llegada al teatro de operaciones del Portaaviones Independencia, se continuó con la utilización de cargas de profundidad y luego también de torpedos inteligentes provistos por la Armada de EEUU que ya estaba instalada como “observadora”.

Así lo confirmaba muchos años después el Capitán de Navío Patrick H. Roth (USN) Jefe del Departamento político/militar de Operaciones Navales: “…la armada de EEUU colaboro con equipo y personal en la detección y ataque de submarinos en Golfo Nuevo durante febrero de 1960.”

Los diarios empezaron a reflejar en sus noticias las operaciones navales y se hicieron especulaciones políticas de todo tipo, tanto del ámbito internacional como de sus repercusiones en la política interna.

El agregado militar soviético en Buenos Aires, Constantine Kourin, rechazo que las naves fueran de su país y casi inmediatamente el Viceprimer Ministro, Anastas Mikoyan que se encontraba de visita en Cuba declaró: “…lo único que van a matar es un montón de peces”

Finalmente hubo una declaración formal del gobierno Soviético que ninguna nave de la URSS se encontraba en el Golfo Nuevo.

Aquí, en el mientas tanto, se había creado una sensación de superioridad tecnológica por parte de los sumergibles que, cuando al prolongarse en semanas la cacería y llegar las noticias al periodismo de repetidos ataques sin éxito comprobable, varios diarios sensacionalistas de la tarde empezaron hablar de OVNIS MARINOS y se pasaba de “Rusos a extraterrestres”.

Hasta Tato Bores (El Actor Cómico de La Nación) en su programa de tv de ese año: Tato y sus monólogos, en canal 7, hizo varias menciones al episodio de los submarinos mezclándolos con protagonistas y ridículas situaciones de la política doméstica donde un Perón, aun innombrable, reemplazado por “el que te jedi” intentaba volver al país ante la preocupación de la Marina.

También Tía Vicenta, el semanario político de Landru, aprovecho a los submarinos para burlarse de las situaciones de la política por las que discurría la argentina entonces, donde la Marina era el baluarte del anti peronismo.

Más tarde, las diferencias dentro de las fuerzas armadas estallarían en el enfrentamiento entre “Azules y Colorados” respecto a la participación del peronismo en la vida social y política argentina.

Hasta Tato Bores hizo mención a los submarinos detectados en aguas argentinas

 

En su libro, “Testimonios de Tiempos Difíciles” (Ed. Dunken. Bs.As), Benjamín Cosentino nos cuenta, en su rol de Asesor Antisubmarino del Comandante de la división Destructores y que hemos utilizado como principal fuente de las acciones bélicas que:

“…aparentemente, y como resultado de los ataques navales y aéreos durante las persecuciones, uno de los submarinos fue averiado y trató por todos los medios de lograr la pérdida del contacto; el otro parecía actuar con maniobras de diversión para aliviar la presión sobre el primero, en una fase típicamente evasiva, probablemente tendiente a recuperar un submarino que posiblemente se encontraba averiado, o trataba de permanecer en las aguas protegidas del golfo con el mínimo de daño hasta decidir su escape. En esta fase el submarino emergió parcialmente varias veces en superficie quedando clasificado como POSITIVO.”

Después de más de 26 días de “juego entre el gato y el ratón” se perdió todo contacto y se dio por finalizada la cacería sin nunca despejar las dudas de qué había sucedido en esos días con los, al menos dos submarinos, los cuales fueron avistados en varias oportunidades en superficie.

Para algún diario de la tarde, los OVNIS se habían ido.

 

(*) Profesor de Historia. Analista en riesgo político.

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