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Mamá y papá no son pareja: la nueva coparentalidad

Se trata de vínculos donde lo único que los une es el hijo o hija en común. Personas que se buscan para compartir la crianza pero que no tienen relación amorosa ni piensan tenerla

Mamá y papá no son pareja: la nueva coparentalidad

El concepto de la coparentalidad implica una relación formada para compartir un hijo o una hija sin necesariamente formar pareja / Foto: Jan von Holleben / Das Regenbogenväterbuch / DPA

22 de Noviembre de 2020 | 09:07
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Tienen un hijo en común pero no fueron pareja ni tuvieron nunca una relación amorosa. Así fue cómo Christine Wagner y Gianni Bettucci se acercaron hace ocho años con un proyecto en común: tener un hijo y conformar una nueva familia.

Al decidirlo no estaban enamorados, ni habían tenido nunca relaciones sexuales, pero los dos reconocieron que tenían ese mismo deseo y quisieron llevarlo adelante.

Ese modo de acercamiento con el objetivo de tener un hijo, algo que por entonces era tan heterodoxo, hoy ya tiene nombre: se lo conoce como “co-parenting” o coparentalidad. Por lo general son dos personas interesadas en tener, educar y criar a un hijo sin estar necesariamente en pareja.

Es decir, no tiene nada que ver con ni con la ovodonación, ni con la donación de esperma. Es un modo actual de construir una familia ensamblada en la que los niños crecen con sus dos progenitores independientemente de las relaciones amorosas que tenga cada uno de ellos.

“Es un ensamble a medida”, dice la psicóloga Katharina Grünewald.

NO EXISTEN MANUALES

No hay ningún libro de instrucciones ni un manual que diga cómo debe ser o funcionar este modelo. Todo lo contrario. Los co-padres pueden verse sólo de vez en cuando o mudarse a la misma vivienda.

Otros decidieron comprar una casa al lado de la otra, cuenta Wagner, e “hicieron un pasadizo entre las casas para que los niños gatearan de un sitio a otro”. También están los que deciden llevar vidas muy independientes y que una de las partes asuma más responsabilidad que la otra.

No hay ningún libro de instrucciones que diga cómo debe ser este modelo. Todo lo contrario

 

La casa de Wagner funciona de un modo bastante ensamblado: ella y el padre de su hija viven en apartamentos separados pero que comparten una cocina y comedor que sirve de punto de encuentro para ellos tres y para todos los que forman parte de esa vida compartida.

UNA OPCIÓN MÁS

Cuando Christine Wagner comenzó a sentir el deseo de tener hijos estaba en pareja desde hacía varios años con una mujer. Crearon entonces una plataforma online llamada “Familyship” en la que conocieron a Gianni, un hombre gay que trabajaba en el sector teatral.

Pero no sólo los hombres o mujeres homosexuales aspiran a tener hijos con este modelo de coparentalidad. “Al contrario, la mayor cantidad de personas son solteros heterosexuales, mujeres poco antes de los 40”, comenta Wagner sobre los usuarios de la plataforma.

Una de ellas es Anna (su nombre real es otro, pero por razones de privacidad prefiere ser nombrada así). Tiene 38 años y está intentando tener un hijo con un “co-papá”.

Ella cree que esta es prácticamente su última oportunidad para formar una familia propia. Estuvo embarazada hace tiempo pero perdió al bebé y su pareja de ese momento cambió de idea después de esa experiencia, cuenta. Eso derivó en la separación.

Quedó entonces sola con su deseo. ¿Qué hacer siendo una mujer poco antes de cumplir 40, con ganas de tener un hijo, pero sin pareja? El primer paso de Anna fue contactarse con un banco de esperma, pero el tratamiento no prosperó. Se puso en contacto con una clínica de fertilidad, pero la pandemia se interpuso en sus planes.

UN PADRE PARA EL NIÑO

Durante esos meses comenzó a leer más sobre el tema y le surgieron dudas. “Me pregunté si era realmente lo mejor para mí, si quería hacer todo sola”, dice.

Tampoco le gustó mucho pensar que si tenía un hijo por donación de esperma ese hijo fuese a conocer a su padre al cumplir los 18 años. Comenzó a estudiar otras opciones y finalmente encontró al hombre con el que está intentando generar una “co-paternidad”.

A diferencia de Christina Wagner y Gianni Bettucci, Anna y el potencial “co-papá” no vivirán juntos. Ni siquiera viven en la misma ciudad, pero quieren asumir la responsabilidad en forma compartida y viajar alguna vez juntos de vacaciones en caso de que el intento de embarazo sea exitoso.

COSAS EN CLARO

Para que funcione entre los padres es importante tener algunos aspectos en claro desde el primer momento. “Uno suele tener una imagen de lo que es la pareja y de cómo debe funcionar, y cuando el otro tiene otra idea o no responde a esa imagen el gran peligro es que se generen reproches y de pronto el conflicto estalle”, dice Grünewald.

Como en cualquier otra constelación familiar, en estos casos rige la misma máxima: una familia debiera ser un buen equipo. Los valores deberían ser similares, las grandes preguntas deberían estar conversadas.

Por ejemplo, “¿qué idea tengo de una familia?”, “¿cómo me imagino vivir, en qué sitio?”, “¿qué es importante para mí y para mi hijo?”, plantea la psicóloga.

“Cada cual se hace su propia idea, probablemente también tiene muchos deseos inconscientes, anhelos por supuesto vinculados a nuestra historia personal, a cómo fuimos criados”, advierte.

CRÍTICAS

La coparentalidad y las constelaciones de este tipo no son celebradas por todo el mundo. Las voces críticas sostienen que son hombres y mujeres que actúan guiados por el egoísmo.

Tal vez el objetivo sí sea cumplir con un deseo propio, el de tener un hijo. “Yo recomiendo evaluar con seriedad ese deseo y analizar en profundidad qué significa para cada uno la idea de tener un hijo”, opina la psicóloga Katharina Grünewald.

“Un hijo no viene al mundo para cumplir con mis expectativas ni para satisfacer las necesidades que uno tiene. Esas necesidades seguirán siendo parte de un mundo propio, una responsabilidad que habrá que asumir, con o sin hijo”.

“Un hijo no viene al mundo para cumplir las expectativas de sus padres”

 

Anna no puede entender esas críticas. “¿Por qué es egoísta si el padre y la madre se conocen desde un primer momento?”, se pregunta. Al final de cuentas, apunta, también hay niños que son fruto de una relación que en algún momento se frustra.

NUEVA PAREJA, NUEVOS DESAFÍOS

¿Pero cómo es cuando uno de los padres inicia una relación amorosa? Grünewald, que tiene una familia ensamblada con su pareja, dice que incluso sería deseable que hubiese nuevos vínculos amorosos.

“Si lo veo desde la perspectiva del niño, sería como tener padres que en todo caso funcionan bien y pueden coordinarse”, opina. Lo que ella vería como una “gran falencia” en ese modelo sería la falta de amor entre los padres. El niño “no se entera de cómo funciona el amor si no ve al menos a uno de sus padres en un vínculo amoroso”.

Wagner también considera que es importante que los niños vean “que las personas comparten cercanía”, pero en su opinión no tiene que ser necesariamente entre los padres. “Puede ser una relación cercana con una amiga o con una pareja”.

Si hay una pareja nueva, es como en cualquier otra familia ensamblada: “Si uno quiere ser realmente parte de esa familia, es, creo, un proceso largo”, dice Wagner.

Lo dice por propia experiencia, porque Gianni en algún momento tuvo una pareja que tenía por su parte un hijo. Wagner resume en su blog: “Las fotos familiares se van ampliando, sumando personas, al igual que la definición de lo que uno denomina familia, que va teniendo bordes más blandos”. (DPA)

 

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