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La Ciudad |El detrás de escena de la pieza más atractiva

Dinosaurio para armar: la verdadera historia de la gran estrella del Museo

El Diplodocus, pese a su tamaño, cambió dos veces de sitio en su casa del Bosque. Tiene al “padre” en EEUU y “primos” en 8 países

Dinosaurio para armar: la verdadera historia de la gran estrella del Museo

En 107 años paseó por tres salas y cambió de postura y color / G.Calvelo

Carlos Altavista

Carlos Altavista
caltavista@eldia.com

9 de Febrero de 2020 | 05:14
Edición impresa

El 20 de agosto de 1912, desde el puerto de Brooklyn (EEUU), partieron hacia Buenos Aires 34 cajas que contenían las piezas de un Diplodocus carnegii de 4,5 metros de alto por 27 de largo. El viaje Constitución-La Plata lo hicieron en tren. Casi dos meses después, el 15 de octubre, el dinosaurio se lucía en la sala 3 del Museo del Bosque, destinado a ser, hasta hoy, su gran estrella. ¿Real? No. Réplica del que se descubrió en 1899 en Wyoming. Y “primo” de los modelos -idénticos- que existen en Gran Bretaña, Alemania, Francia, España, Austria, Italia, Rusia y México.

¿Quiénes y cómo hallaron los restos del original? ¿Cómo surgió la idea de hacer réplicas? ¿Cómo llegó una a nuestra Ciudad? ¿De qué material está hecho? ¿Por qué cambió de salas y de postura hasta 2003 inclusive? Así contaron la historia de este emblema de la Ciudad los investigadores Alejandro Otero, Zulma Gasparini y Marcelo Reguero.

Definieron al Diplodocus como el más popular de los dinosaurios junto con el Tyrannosaurus. Este por ser “uno de los mayores y más temibles carnívoros encontrados hasta hoy”. El Diplo, claro, por su “colosal tamaño”.

El Diplodocus carnegii es una de las cuatro especies válidas del género (junto al longus, el hayi y el hallorum). Y si bien aquel es el más popular, no fue el primero en ser hallado. “Los restos originarios del género Diplodocus (nombre que significa doble viga en alusión a la morfología de la parte posterior de la cola) fueron hallados en 1877 en rocas del Jurásico Superior de la localidad estadounidense de Canyon City, Colorado”, puntualizaron. Fue el longus.

El carneggi se halló en 1899 durante una expedición organizada por el Museo de Historia Natural Carnegie -de ahí su nombre-, de Pittsburgh. También en rocas del Jurásico Superior (hace 150 millones de años), pero de la formación geológica Morrison, en el “tramo” situado en Wyoming.

Lo descubrió el paleontólogo Arthur Coggeshall, quien junto al director del museo Carnegie, William Holland, armó la réplica platense y todas las demás.

El original pudo ser montado completo en el museo de Pittsburgh merced a esas piezas y a muchas otras, de dinosaurios de la misma especie, halladas luego.

Holland era un buen dibujante y le envió bocetos a Andrew Carnegie, magnate del acero, dueño del museo, financista de las expediciones y gran promotor de la educación y la ciencia.

El multimillonario estaba en su castillo, en Sutherland, Escocia, y colgó el dibujo en una pared. Cuando lo vio el rey Eduardo VII de Inglaterra, amigo suyo, le preguntó si era posible conseguir un ejemplar para el Museo Británico de Londres. “Casi imposible”, le respondió Holland a su jefe, pero propuso hacer una copia fiel del esqueleto en tamaño real. Fue la primera réplica. Corría 1905.

Las siguientes fueron al Museo Real de Berlín, Alemania, y al Museo de Historia Natural de París, Francia (1908), al Museo Imperial de Austria y al Museo de Paleontología de Boloña, Italia (1909), a la Academia Imperial de Ciencias de San Petersburgo, Rusia (1910), al Museo platense en 1912, al de Ciencias Naturales de Madrid, España, en 1913, y por último al de Historia Natural de México (1928).

Una donación se efectivizaba si había un pedido oficial del jefe de Estado interesado. Aquí, de hecho, en 1911 la solicitó por cuenta propia el embajador de Estados Unidos en Argentina, Charles Sherrill. Le dijeron que no “por no seguir las reglas”. Hasta que la pidió Roque Sáenz Peña.

Como se dijo, llegó a la Ciudad en agosto de 1912 en 34 cajas.

Holland y Coggeshall se alojaron en el Observatorio. No se discutió el lugar para emplazar al Diplo. “La única sala que en ese entonces podía albergar (a la bestia) era la 3 de Invertebrados y Plantas”, contaron en el Bosque. Se decidió que la cabeza apuntara al hall central y que la cola estuviese tumbada sobre el suelo. El montaje demandó de “enormes andamios” y “las vigas de acero que sostienen el techo fueron de vital ayuda para sostener al gran animal”. El material original con el cual se moldearon las réplicas fue el barro cocido, y se montaron a través de un armazón de metal.

“Las piezas de mayor tamaño son macizas con estructuras internas de hierro, mientras que las vértebras son mayormente huecas y reforzadas con paja y tela de arpillera”, detallaron.

La historia de la réplica del Diplodocus carnegii tuvo movimientos.

Pese a su tamaño, ha tenido “el honor de pasearse por tres de las salas del Museo. Además, con el transcurso de los años su apariencia ha sido renovada, y su postura, actualizada en función de los nuevos conocimientos sobre la biología de estos animales”, relataron.

Su original color gris oscuro cambió en 1977, por decisión del entonces jefe de Paleontología Vertebrados, Rosendo Pascual, al rojo terracota.

Tras 75 años en la sala 3, en 1987 pasó a la 5 (o “sala curva”). Y en 2003 se mudó a la 2, hasta hoy. Pero además, el terracota “fue reemplazado por una primera capa uniforme de color gris, para luego darle la capa final en negro, y la cola ‘despegó’ del piso adoptando la posición que debió tener cuando se desplazaba: dinámica y en forma de látigo”, contaron los científicos locales.

34
Cajas fueron necesarias para traer hasta la Ciudad, en agosto de 1912, todas las piezas para montar una réplica a tamaño real del Diplodocus carneggi hallado en Estados Unidos hacia 1899. Hay otras, idénticas, en Gran Bretaña, Alemania, España, Italia, Austria, Rusia, Francia y México.

Eduardo VII de Inglaterra quiso uno original. Imposible, le dijeron, e hicieron la primera réplica

 

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En 107 años paseó por tres salas y cambió de postura y color / G.Calvelo

El Diplo fue montado entre agosto y octubre de 1912 en la sala III

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