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Séptimo Día |INFLUENCIA DE ESCRITORES EN SU FILOSOFÍA Y EN SU VIDA

El alma grande de Gandhi

Vigencia del líder de la independencia de la India. La Marcha de la Sal. Precursor de la desobediencia civil. Su influencia sobre Luther King y Mandela. Fue también el primero que valoró los recursos naturales

El alma grande de Gandhi

Gandhi, junto a un grupo de seguidores, durante la caminata hacia el mar / Wikipedia

MARCELO ORTALE
Por MARCELO ORTALE

20 de Septiembre de 2020 | 07:30
Edición impresa

Hace poco más de noventa años, el 12 de marzo de 1930, un hombre esmirriado -aquel “faquir medio desnudo”, como lo llamó en forma despectiva el primer ministro inglés Winston Churchill- acompañado por un pequeño grupo de seguidores decidió iniciar una caminata de 300 kilómetros hasta llegar al mar, con la idea ya incorporada de lograr la independencia de la India del entonces poderoso Imperio Británico. En esa movilización emblemática a la que se fueron sumando miles y miles de varones y mujeres, sembraría la semilla de una patria soberana y de una enseñanza ética que aún perdura.

Cuarenta días después haber iniciado la marcha, el hombre llamado Mahatma Gandhi (1869-1948) avanzó hacia las primeras olas y con sus manos recogió un poco de agua con sal. Ocurría que el monopolio de los ingleses obligaba a los consumidores indios a pagar un impuesto sobre la sal, que era un producto indispensable para los hindúes. Los calabozos de las cárceles coloniales en esos días estaban llenos, con 60.000 ladrones de sal. Los manifestantes imitaron a su guía y recogieron el agua salada en recipientes, evaporaron el agua y comenzaron así a ser dueños de la sal, desafiando a los británicos. De esa recordada y luminosa “Marcha de la Sal” nacería diecisiete años después la India independiente.

Gandhi fue uno de los últimos hombres que pudo cambiar la realidad sólo con ideas

 

Abogado, político, activista, se había formado en Inglaterra y allí pudo ver desde su propio seno a la cultura de Occidente y detectar cómo eran miradas el Asia y aquella colonia remota de la India. En Inglaterra y en Sudáfrica luego, donde vivió varios años, leyó a dos escritores que, como se verá, inspirarían su obra y sus propios escritos: el ruso León Tolstoi y el estadounidense David Thoreau. Se graduó en las islas y regresó a su tierra donde se convirtió, en menos de veinte años, en líder de su nación.

Gandhi fue uno de los últimos hombres que pudo cambiar la realidad sólo con ideas, con conceptos. Jamás se sobrepuso al otro que no pensaba como él, nunca atropelló ni pretendió persuadir por la fuerza, menos que nunca con armas y ejércitos. Como un tardío apóstol en el siglo XX, formado no sólo con ideas hinduistas sino cristianas, sólo usó de la desobediencia civil, de su espiritualidad y religiosidad como motores de su política.

Si había que protestar contra medidas autoritarias, ayunaba. Millones de indios compartían en espíritu la casi dulce queja del Mahatma, así bautizado por su amigo el poeta Rabindranath Tagore. Mahatma significa “alma grande”.

Muchos argentinos cercanos o mayores a los 80 años de edad podrán recordar también cómo el mundo entero seguía a través de los diarios y los noticieros en los cines esos ayunos. En esos períodos que también eran de retiro, Gandhi tejía su propia ropa. Y el ayuno seguía hasta que las autoridades imperiales cedían frente a esa irresistible presión y le otorgaban casi todo lo que pedía.

Abogado, político y activista, se formó en Inglaterra y allí pudo ver la cultura de Occidente

 

Pocos años después de su muerte en 1948 diría Alberto Einstein que las generaciones futuras apenas podrían creer que un hombre como Gandhi hubiera existido.

ESCRITORES

La literatura no estuvo distante de este hombre que, además de pensador, era político y le tocó administrar. De la literatura –del ensayo, de la novela y de la poesía- se nutrió Gandhi, que también escribió varios libros.

Henry David Thoreau (1817-1862) fue un escritor norteamericano que gravitó en forma decisiva en la filosofía de Gandhi y es el hombre que, cuando mediaba la guerra de Estados Unidos contra México, se negó a pagar impuestos por oponerse a esa contienda. Pero además dijo que no pagaría más impuestos porque el gobierno estadounidense aprobaba la esclavitud. Lo pusieron entre rejas y allí escribió su ensayo “Desobediencia civil”, que tanta influencia tuvo décadas después sobre Gandhi.

Además de eso, Thoreau abandonó las ciudades durante dos años para elegir la vida natural, en una cabaña perdida en un bosque de Massachusetts, en donde escribió su obra cumbre –“Walden”- que fue calificada como un manual de buena vida, de introspección positiva, en la que además cuestionó a la sociedad de mercado que se insinuaba entonces.

Primero en un calabozo, por protestar contra el autoritarismo estatal; luego en la total libertad, en la utopía de bosques y lagos. Thoreau dejó para Gandhi sus escritos y sus ejemplos de vida. A Gandhi, como se verá, lo seguirían Martín Luther King y Mandela.

En cuanto a Tolstoi (1928-1980), con quien se carteó varios años y fueron amigos, Gandhi se inspiró en “El reino de Dios está en vosotros”. Tolstoi se había convertido a una suerte de anarquismo cristiano y Gandhi tradujo también otro libro de Tolstoi –“Cartas a un indio”- en la que el novelista ruso salió al cruce de nacionalistas de la India que apoyaban el uso de la violencia.

Gandhi fue alcanzado por la complejidad política, social y religiosa de India

 

Tolstoi le escribió una carta a Gandhi en la que se puede vislumbrarse el grado de armonía espiritual entre ambos y, al mismo tiempo, el “extremismo” anarquista, muy piadoso, que los unificaba: “¡Hay que escoger! -le dice Tolstoi-. O bien admitir que no reconocemos ninguna enseñanza moral y religiosa, y dejarnos guiar en la conducta de nuestra vida por el derecho del más fuerte. O bien obrar de manera que todos los impuestos cobrados por obligación, todas nuestras instituciones de justicia y de policía, y ante todo el ejército, sean abolidos...”.

Otro escritor de renombre, el británico George Orwell (1903-1950), que había nacido en la India pues su padre fue funcionario colonial, admiró a Gandhi con quien compartió su aversión a todo autoritarismo. Socialista y utopista, adversario acérrimo del estalinismo y el nazismo, el autor de “La rebelión en la granja”, llegó a decir una vez que había sentido una suerte de “antipatía estética” hacia el ascetismo de Gandhi. Sin embargo, después escribió: “Si se mira sólo al político, y se lo compara con otros políticos de nuestra época, qué olor a limpio ha logrado dejar tras de sí”.

EL LEGADO

¿Tiene sentido hablar hoy de Gandhi en un mundo cada día más convulsionado? ¿Cuál fue el legado que dejó? Los historiadores y filósofos no dudan en decir que lo que dejó Gandhi fue como un viento apacible, que no deja de soplar por el mundo y la historia. A su inspiración se debió la lucha contra el “apartheid” en Sudáfrica, que lideró Nelson Mandela, que usó la desobediencia civil como arma y que pasó 27 años en prisión por ello. Otro preso que siempre fue libre.

Pero también es tributaria de la doctrina de Gandhi la no violencia ejercida como método por el pastor estadounidense Martin Luther King, que montó en los Estados Unidos un gigantesco movimiento de resistencia pacífica a partir de 1955 cuando impulsó el boicot de los negros a los ómnibus de la ciudad de Montgomery, como réplica a la detención de una mujer negra, Rosa Parks, a la que se acusó de haberse negado a darle su asiento a un blanco en un autobús.

No obstante esa vigencia de Gandhi –a quien, sin embargo, en la India se le retacean reconocimientos y desde varios sectores se lo critica, aún cuando se lo siga considerando el padre de la Nación- se extiende hoy por el mundo a partir del crecimiento de las organizaciones como Greenpeace y otros movimientos ambientalistas. Gandhi fue precursor de los derechos ambientales.

Gandhi sostuvo hace un siglo, casi proféticamente, que los recursos naturales eran escasos y que había que ser austero con ellos. “La tierra provee lo suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de cualquiera”, advirtió.

FINAL

Figura principal de la independencia de India que quedó consagrada el 15 de agosto de 1947, Gandhi fue sin embargo alcanzado por la enorme complejidad política, social y religiosa de ese país -un mosaico de difícil armado- que recién ahora parece encaminado en un firme crecimiento.

El 30 de enero de 1948, “Bapu” (padre) como le llamaban, caminaba con lentitud llevado por sus nietas. Pesaba menos de 50 kilos y se dirigía desde su domicilio en Nueva Delhi a un acto comunitario donde lo esperaban unas 500 personas. Un hombre se acercó a Gandhi, con las manos juntas, como si estuviera orando. Se le puso adelante y le disparó tres balazos a quemarropa. “¡He Ram! (”Oh, Dios mío), dijo Gandhi, que se desplomó sobre el césped, con las palmas de sus manos apretadas, como saludándolo y haciéndole un gesto de amor a su asesino. Era el final.

Sostuvo hace un siglo que los recursos naturales eran escasos y que había que cuidarlos

 

El homicida detenido luego (y ejecutado por el Gobierno, pese a los ruegos de la familia Ghandi para que no le aplicaran esa pena) era un ultraderechista que acusaba a Gandhi de haber consentido la división de Pakistán y de debilitar al gobierno indio con sus concesiones a un sector de los musulmanes

Pero no fue el final. Gandhi refluye. Dejó frases como estas: “Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego”; “La humanidad no puede liberarse de la violencia, más que por medio de la no violencia”; “La verdad es el objetivo, el amor el medio para llegar a ella”; “La mejor manera de encontrarse a uno mismo es perderse en la ayuda a los demás”.

 

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Mahatma Gandhi, Martin Luther King y Nelson Mandela

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