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Revista Domingo |INTERES GENERAL

Héctor Delmar 80 años de una "marca" en la ciudad

En el día de su cumpleaños, el ex presidente de Gimnasia repasa sus amores: el club albiazul, sus épocas como empresario de la moda, su amistad con grandes celebridades y su familia

20 de Agosto de 2007 | 00:00
Cordial, conversador, siempre elegante, nadie diría que Héctor Delmar, "Cacho" para sus amigos, cumple hoy 80 años. Ochenta años de una vida vertiginosa que lo llevó por múltiples derroteros y a la que no parece terminar ver con gratitud y hasta cierta incredulidad. Precursor de la moda en Argentina, dirigente del Club Gimnasia por más de una década colmada de logros, amigo personal de celebridades como René Favaloro, Joan Manuel Serrat y Mirta Legrand, entre tantas otras figuras, se muestra lejos de ponerse hacer balances.

"Es que ando un poco ocupado", se disculpa al posponer la entrevista para el día siguiente. Una delegación de amigos italianos ha emprendido un viaje estrafalario desde Roma hasta Atlanta, Santiago de Chile y Buenos Aires sólo para llegar a tiempo a su cumpleaños. Delmar acaba de dejarlos ubicados y se prepara para recibir a la familia de unos de sus hijos que adelantó el regreso desde Europa para participar de la fiesta. El acontecimiento parece movilizar a gente en todo el mundo.

"La fiesta me la regaló mi hija Ana María; mi otra hija, Graciela, se está encargando del catering. Mi hijo Marcelo me regaló un departamento en el centro", comenta con un orgullo indisimulable por su familia, que le ha deparado cinco nietos y un bisnieto. "Hubiera querido poder invitar a más gente, son tantos los amigos...", dice apenado de que el salón que consiguieron para el festejo -realizado anoche- sólo tenga lugar para cien personas.

Y es que acaso tanto como su familia, sus amigos parecen ser su principal motivo de orgullo. No por nada lo honran y honraron con su amistad personalidades de distintos ámbitos, muchas de ellas cosechadas durante sus años como empresario de la moda; otras, fruto de su natural cordialidad.

"No me acuerdo bien cómo conocí a Serrat, pero fue en Uruguay en el '67 o el '68, me parece que jugando al fútbol. Recuerdo sí que vino a comer un asado a casa con el pianista que lo acompañaba. Después me lo encontré en Valencia. Desde entonces nunca perdimos contacto, en especial mi hija Graciela que lo ve siempre que viene a Argentina. Es un tipo bárbaro. Dice que el nuestro es un afecto que se acrecienta con los años", menciona Héctor.

Días atrás, Mirta Legrand le mandó desde su programa un afectuoso saludo por su cumpleaños. Su amistad con ella -explica- viene de la época de la Tienda Delmar. Ubicada en 7 entre 47 y 48, la casa vistió durante 51 años a varias generaciones de platenses además de ser todo un emblema de la Ciudad hasta que los avatares de la economía la llevaron al cierre a fines del '97.

Sus tradicionales desfiles de modelos, con los que solía promocionar sus colecciones durante los años setenta, no sólo movilizaban multitudes, sino que fueron la primera pasarela de muchas figuras que más tarde cobraron gran trascendencia: Susana Giménez, Teté Coustarot, Teresa Calandra, Karin Pistarini, Evelyn Shilde, Mora Furtado, y otra innumerable cantidad de personalidades.

"A Mirtha la conocemos de esa época. Nos sentimos amigos de ella en las buenas y en las malas. Es una mujer de gran mérito, muy cariñosa con mi familia", reconoce Héctor con naturalidad y despegándose en cierto modo de los éxitos, que sólo llegaron luego de muchos años de trabajo familiar.

"Mi mamá era pantalonera, mi papá tenía un negocio de radios y colocaba antenas en Ensenada. A mis cinco años nos vinimos para La Plata, donde se asoció con la tienda Montequin, que luego, en 1946, dio lugar a Delmar". Cuando cinco décadas más tarde, ésta cerró definitivamente sus puertas había pasado de ser una modesta tienda familiar a un referente de la moda dentro del país. En el medio, nunca dejó de retribuirle los logros a la comunidad que la vio crecer.

"El negocio nos permitió devolverle a la comunidad parte de lo que ésta nos dio. Mi padre y yo armamos una fundación con recursos propios y a lo largo de los años llegamos a realizar ciento treinta donaciones a orfanatos, asilos, escuelas y muchas instituciones italianas. Años más tarde, el consulado nombró Cavalliere de la República de Italia a mi papá, y después a mí. Fue un reconocimiento inesperado, ya que lo habíamos hecho por puro sentimiento y no esperábamos nada a cambio", recuerda Delmar.

GIMNASIA

A principios de 1983, cuando Gimnasia llevaba ya cinco años en la B y atravesaba una seria crisis económica, un grupo de amigos fue a ver a Héctor Delmar para proponerle que fuera candidato a presidente del club. Ex directivos de la institución habían firmado un compromiso de que apoyarían a quien fuera elegido ya que hacía falta una gran unidad para revertir la situación.

"Les pedí 48 horas para pensarlo. Yo había sido jugador de basquet del club y era empresario, pero no tenía ninguna experiencia como directivo. Tenía serias dudas de poder hacerlo. Pensaba que si me equivocaba podía llegar a hacerle un daño a Gimnasia", recuerda Delmar.

"Como me demoraba en responder, le pidieron a René Favaloro, amigo mío desde el Colegio Nacional, que me llamara para convencerme, ya que no contaban con muchos candidatos. Recuerdo que me llamó y me dijo; 'mirá, yo creo que tenés que aceptar, vas a tener el apoyo de todosn '¿Y, vos, René?, le pregunté.'Yo no puedo, yo tengo que operar a las cinco de la mañana', 'Bueno, entonces vení como presidente del Tribunal de Honor', le propuse. En esos doce años en que fui presidente de Gimnasia, René Favaloro estuvo a mi lado con la admiración de todos los gimnasistas", cuenta Héctor.

"Como candidato, me tocó armar una lista. Voy a invitar a mis amigos de la infancia, estos no me van a fallar, me dije. Ya en la primera reunión con ellos les comenté que pensaba que para ganar el ascenso había que hacerlo el primer año, porque después iba a ser difícil. Y así fue, lo conseguimos. Fue un logro de equipo, toda gente muy trabajadora y honesta", señala el ex directivo.

"Ganamos la Copa Centenario, obtuvimos tres subcampeonatos y tres terceros puestos, llevamos adelante una administración honesta y transparente, muy gimnasista. Los hinchas saben que hicimos lo que pudimos. No fuimos campeones, bueno...", se lamenta Delmar con un triste recuerdo de aquel día de 1995 en que el Campeonato Nacional se les escapó de las manos frente a Independiente.

"Ese día me fui de la cancha último, y volví a mi casa a pie, llorando como un chico, todos lloramos. Y bueno, qué se le va a hacer. Fue un día muy triste", admite hoy sin perder la esperanza de que el club vuelva a pelear una final, aunque ya no sea él su presidente.

"Nunca me fui de Gimnasia, pero no pienso en volver como directivo. Tengo intenciones de seguir trabajando desde afuera. Ahora estamos trabajando en la conformación de una gran unidad que le hace falta al club. Porque hay que reconocer que el club ha perdido prestigio con todas estas derrotas, estos papelones que se han hecho y que le han provocado a Gimnasia un daño que no merecía", opina.

Para Héctor Delmar, "la única forma en que club pueda salir adelante es contar con una muy buena comisión, integrada por gente joven y trasparente. Y las nuevas generaciones lo van a lograr, estoy convencidísimo de eso", dice.

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