Meca de la moda en la Ciudad, la casa Elvira anunció su cierre

Cuando a los jeans se les decía "vaqueros" y para ser "cheto" había que tener unos Wranglers, Elvira era el único lugar de La Plata en donde se los podía conseguir. Muchos de los jóvenes que entonces se abalanzaban sobre su mostrador para no quedar afuera de esa moda, prefieren hoy las corbatas, que antes condenaban los "chetos", y la Casa Elvira está a punto de cerrar definitivamente.
Después de medio siglo de poner en la esquina de 8 y 53 la ropa que durante años no se podía comprar salvo en Nueva York, los dueños de Elvira anunciaron ayer su decisión de cerrar el negocio el próximo 22 de abril, tras un período de liquidaciones.

A diferencia de otras tiendas tradicionales que fue perdiendo la Ciudad en los últimos años, no fue la recesión la que hizo que Elvira llegara a su fin. "Por suerte me voy con los bolsillos bien cosidos", comentó ayer Elvira Said, la dueña.
Aunque resulte difícil de creer en un momento de tanto desempleo, Elvira cierra por falta de empleados. "De no ser porque las chicas que tenía se casaron y se fueron, no hubiera tomado la decisión de cerrar. Parece mentira, pero no pude conseguir ni dos empleadas buenas, y ya no tengo ganas de formar a otras", dijo la dueña.
Para muchos de los platenses que rondan los 40 años de edad, hablar de Elvira equivale a acordarse del lugar en donde compraron sus primeros vaqueros en una época en la que para tenerlos hacía falta que algún familiar viajara a Estados Unidos.
Para otros un poco mas jóvenes, Elvira fue el lugar en donde se conseguían las camperas Polar, las medias Hang Ten, las sweaters Pengüin y otros tantas marcas importadas que eran moda durante la década del ochenta.
"Me encanta viajar, por eso me hice importadora. Iba hasta cuatro veces por año a Estados Unidos, no a Miami como van algunas ahora sino a Nueva York, y de ahí traía a La Plata la ropa que más se usaba. Algunos de mis vecinos se acuerdan todavía de los contenedores enteros que solíamos bajar en la vereda", cuenta Elvira junto a su esposo Jorge Mujtar, que es despachante de aduana.
Cuando la importación se cerró, la vocación de viajera de Elvira la llevó a reencauzar su negocio hacia un nuevo rubro. "Como no podía comprar en Estados Unidos, empecé a ir a Jujuy, Salta y Catamarca para traer productos regionales".
Así la casa Elvira se convirtió en un negocio pintoresco donde empezaron a convivir los jean Levis y las camperas polares con ponchos de vicuña, yiscas, sombreros coyas, mates y artesanías en cuero.
"No me da pena cerrar -dice Elvira-. En cuanto venda lo que queda bajo la cortina y pongo el local en alquiler. Pero ojo, para otro rubro. Elvira es única".
Entre viejos Wranglers y artesanías regionales, Elvira Said y su esposo Jorge Mujtar decidieron cerrar el negocio que llevaron adelante durante medio siglo