Una deuda pendiente del Estado

Con el magro ingreso que reciben, los residentes no sólo tienen que comer y sostener muchas veces una familia, sino que también tienen que solventar los gastos de colegiación y de la caja médica. Por eso sostenemos que el monto de las becas formativas debería elevarse y contar además con aportes previsionales, de modo tal que esos tres o cuatro años de formación en que han realizado tareas asistenciales le sumen para la jubilación.

Para poder formarse y trabajar dignamente, la beca de un residente, lo mismo que el de un ingresante a la carrera hospitalaria, no debería estar por debajo de los 40 mil pesos, más del doble de lo que reciben hoy.