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Policiales |Violencia de género en la Región

Denuncia al ex, un policía de la Ciudad, por atacarla a golpes y generar un incendio en su casa

Según la presentación también agredió al hijo de ambos, de 4 años. Testigos lo vieron salir del edificio segundos antes del incendio

Marcelo Carignano

Marcelo Carignano
mcarignano@eldia.com

4 de Marzo de 2019 | 03:01
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En octubre del año pasado, una serie de 12 denuncias por casos de violencia de género, recibidas en el lapso de una semana en la Fiscalía Nº 17, perturbó a la fiscal a cargo, María Eugenia Di Lorenzo. La cifra daba cuenta por sí misma de la situación que atravesaba a la sociedad no sólo en la Región, sino que se extendía a todo el país.

En ese momento, la funcionaria habló de “niveles impensados” y de un “grado de violencia extrema”, para una serie de delitos contra la mujer que oscilaban entre daños o lesiones agravadas por el vínculo, hasta amenazas y violación de domicilio.

Pasaron cuatro meses de ese diálogo. Los hechos marcan con una claridad prístina que los índices no mejoraron: de los cinco crímenes con víctimas femeninas cometidos en lo que va del año, cuatro se pueden ubicar en un marco de violencia de género.

El sábado por la tarde, Liliana (40) y su hijo de tres años tuvieron que pasar por una situación que parece repetirse de forma constante en otras familias de distintos estratos sociales. Porque, como sucede con una enfermedad, el status y la realidad económica no son determinantes de esta coyuntura.

La relación entre Liliana y C.J.M.V (29) comenzó en 2012. Se conocieron estudiando y enseguida congeniaron. Él se desempeña como policía en la Ciudad de Buenos Aires y en el inicio del vínculo la mujer se mudó allí.

El noviazgo todavía era incipiente y una infidelidad lo puso en jaque. Tras la promesa de olvidarse de la amante y “formar una familia”, Liliana lo perdonó y siguieron juntos; pero en 2014 ella quedó embarazada y se enteró de que, al unísono, una chica que aseguró ser pareja de C.J.M.V. también iba a dar a luz. Entonces llegó el segundo quiebre y un período de idas y vueltas que tuvo un cierre definitivo (previo regreso a La Plata y posterior mudanza al primer piso del edificio de 26 entre 62 y 63) a finales de 2017.

Durante el tiempo en que estuvieron juntos, el joven no ejerció la violencia física, aunque sí se mostraba “muy vehemente” en las discusiones. “A veces tiraba cosas al suelo, pero no me llegó a pegar”, explicó Liliana. Mas, con las continuas separaciones, su carácter “se fue agravando” de manera progresiva. “Se fue poniendo cada vez más loco”, sostuvo.

El sábado último, por la tarde, Liliana estaba de franco y una amiga peluquera la había ido a visitar al departamento. En tanto, C.J.M.V. tenía horario de visita. Cada vez que llegaba insistía para entrar, mas siempre se topaba con una respuesta negativa; fundamentada en denuncias y en una restricción de tres meses en la que además debió recibir tratamiento psicológico.

En esta oportunidad había una “testigo”; su ex se mostró “normal” y Liliana, confiando en que no ocurriría nada extraño, lo dejó pasar.

Acaso cohibido por la presencia de la otra mujer, C.J.M.V. permaneció unos minutos y luego marchó con su hijo al parque Castelli. La dueña de casa aprovechó para aclararle a la conocida quién era él y cómo había sido la turbulenta relación entre ellos. En esa charla también mencionó que desde hacía dos meses se veía con un muchacho.

UNA SECUENCIA ATERRADORA

Una hora y media más tarde, el hombre retornó con el niño. Pidió permiso “para ir al baño”; la amiga de Liliana se había ido y por eso nadie lo vio ni escuchó salir. “Me di cuenta porque me agarró de atrás, de los pelos y me empezó a gritar”, refirió la víctima. Entre el dolor y la sorpresa, alcanzó a escuchar que, entre insultos, le reprochaba por su “novio nuevo” y de cómo le era “infiel”.

A modo de prueba, le puso su celular al oído y le contó que lo había dejado grabando mientras él estaba ausente y las dos mujeres charlaban. Sin soltarla, la arrastró por el piso y la golpeó en el rostro. También a su hijo, que trató de defender a su mamá.

El trance se hizo aún más violento y Liliana pensó que no saldría viva. En vano, intentó tranquilizarlo de todas las formas posibles. Y, en un instante de descuido, logró liberarse y pedir auxilio. La escucharon los vecinos y uno de ellos le contestó. Entonces C.J.M.V. “se asustó” y escapó de la escena, no sin antes robar el celular de su ex y dejarla encerrada.

“Me asomé al balcón para pedir que alguien lo detenga, pero se subió a la moto y se fue”, contó la damnificada.

En la vereda, un grupo de gente miraba hacia arriba, tratando de comprender la secuencia de la que habían sido testigos. Uno de ellos llamó a la madre de Liliana para que abriese la puerta y ambas se dirigieron al hospital Italiano.

Estuvieron cerca de dos horas y regresaron al departamento, a buscar las constancias que guardaban de las denuncias anteriores -en julio de 2018 él la empujó y la agredió en forma verbal-. Unas cuadras antes de llegar observaron humo negro que parecía provenir de la misma dirección a la que se dirigían.

“ME DESTRUYÓ LA CASA Y LA VIDA”

Al arribar, se toparon con bomberos, policías y frentistas de la zona apostados en la puerta del inmueble. De la ventana del primer piso, donde Liliana vivía con su hijo, se podía cómo las llamas consumían todo a su paso.

Luego de observar las imágenes de las cámaras de seguridad del edificio y hablar con los vecinos, para la víctima no quedan dudas respecto a la autoría del siniestro: “Me destruyó la casa y la vida. Volvió para matarme, me lo dijo mientras me pegaba”, afirmó.

De su hogar sólo quedan restos humeantes; por pericia de los bomberos el fuego no afectó a otras unidades.

Con todas las pruebas que pudo reunir, Liliana radicó la denuncia en la Comisaría Quinta y, por el momento, la causa quedó en la Fiscalía Nº 3 a cargo de Marcelo Martini. No obstante, la respuesta de la Justicia no es lo que ella esperaba: una prohibición de acercamiento por un perímetro de 200 para C.J.M.V.

Entretanto, la víctima estuvo obligada a mudarse con sus padres.

Con mucha bronca y algo de resignación, se lamenta: “¿Sabés lo que es ver a tu hijo agarrado a la baranda del balcón mientras pide ayuda? Este tipo nos arruinó”.

 

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