Amorlibrenses

Las historias de amor siempre terminaban mal. De chiquito ya lo veía en su familia, entre los amigos de sus padres, en las telenovelas y en el cine: un hombre y una mujer se enamoraban y todo era felicidad. Después de un tiempo, aparecía otra u otro y todo se volvía reproches y remordimiento.

“Yo tenía 9 años cuando pensaba en esto, me hartaban las mismas promesas de amor incondicional que nunca se cumplían, quería que pudiese haber terceros y que no pasara nada malo, y fantaseaba con lograrlo cuando fuera grande: ésa iba a ser mi fórmula secreta”, cuenta Leandro “Pepi” Ciappina (31), empleado y estudiante de Periodismo. Cuando supo que eso se llamaba “amor libre” e intentó plasmarlo en sus relaciones supo, casi enseguida, que no sería tan fácil como creía de niño. Sin embargo, no se arrepiente y cree que es la mejor forma de vincularse “sexoafectivamente con otres”.

Pero ¿De qué hablamos cuando hablamos de amor libre? ¿Es lo que practicaban hace 90 años los intelectuales franceses Simone De Beauvoir y Jean Paul Sartre? ¿Es eso que confesó por la tele la actriz Florencia Peña? ¿Es lo que proponían las anarquistas del siglo pasado y los hippies en los `60? ¿Es un Viva la Pepa en el que reina la promiscuidad? Sí y no. Vayamos por partes.

Para comprender mejor esta forma de relacionarse que es tendencia entre millenials y centennials – pero que no deja afuera a otras generaciones-, reunimos a cuatro “amorlibrenses” de La Plata de entre 23 y 32 años, y contactamos a algunos participantes de “Experiencias Amor Libre Argentina”, un grupo cerrado en Facebook que, hasta ahora, nuclea a 17.544 personas, no acepta a menores de 16 años y se define como un espacio “orientado a las experiencias personales o dudas sobre el amor libre”. Lo definen “como una forma de relacionarse sexoafectivamente de manera honesta y consensuada, en la que no se presupone la propiedad de las personas con quienes nos vinculamos, ni de sus sentimientos, acciones o pensamientos”.

Los amorlibrenses coinciden en que la monogamia es una opción válida para quienes se sienten cómodos en ese formato conocido y tradicional. Pero a ellos no les cuadra porque, según explican, “entraña la idea de exclusividad, de ser del otro y de que el otro sea nuestro”. Observan además que, con el correr del tiempo, se va larvando un deseo tan humano como ineludible de relaciones con otras personas, un deseo que más temprano que tarde aflorará como infidelidad y traición o se pudrirá en el oscuro rincón donde escondemos lo que reprimimos.

HONESTIDAD BRUTAL. Todos coinciden en que la impronta del amor libre es el consenso entre las partes y no pensar al otro como media naranja que viene a completarnos. Al tacho el amor romántico. Un valor clave es la sinceridad “porque partís de la base de que si hay una mentira no estás eligiendo”, explica Leandro. No obstante, dentro de los consensos habrá que definir qué cosas queremos saber y cuáles no.

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Las formas que adopta el amor libre son muy variadas: el poliamor supone la posibilidad de relaciones sexoafectivas con varias personas a la vez; dentro de esta modalidad puede haber jerarquías (una relación principal y otras secundarias) o no, también están quienes optan por la llamada anarquía relacional, es decir, quienes no aceptan rótulos del tipo “estoy en una relación”, “solo somos amigos”, o “estoy en una relación abierta”, porque ven en cada vínculo una experiencia particular y dinámica, que no puede reducirse a inmovilidad de un nombre.

Para los amorlibrenses el resurgimiento del feminismo tiene mucho que ver con el crecimiento de esta tendencia: “Que el hombre haya mantenido dos familias, una oficial y una blue siempre fue moneda corriente, pero no se visibilizaba; ahora, la idea es que todes podamos hacerlo con sinceridad y acuerdo, sin ocultamientos”, aporta Ciappina.

Agostina Zagaglia (32) forma una pareja abierta con Sofía Hilen (29) y cuenta que llegó a sostener tres relaciones a la vez durante casi un año: “Vivía con una compañera, después la conocí a ella (por Sofía), pasó un año y medio y conocí a otra chica”. Confiesa que le resultó inmanejable, “no podía ni tomarme un té sola”. “Es que el amor es libre, pero el tiempo no”, remata Leandro que, actualmente, mantiene una relación abierta con una chica pero también tuvo la experiencia de salir con dos y hasta tres personas a la vez.

LA GESTIÓN DE LOS CELOS. ¿Es que acaso esta gente que se llama amorlibrense no sufre la emoción que enloqueció a Otelo? Stendhal decía que “el enamorado celoso soporta mejor la enfermedad de su amante que su libertad”. Y, al parecer, los amorlibrenses no están exentos de sufrir los tortuosos celos, pero eligen sobreponerse.

“Cuando cuento como nos relacionamos muchos me preguntan ¿No te da miedo que conozca a otra persona, se enamore y te deje? Sí, respondo y al toque pregunto: “La monogamia ¿Impide esa posibilidad?”, cuenta Agostina. Leandro dice que él sufrió más ese miedo en una relación monogámica que en una abierta: “Era un fantasma permanente, porque yo sabía que ella estaba solo conmigo porque ése era nuestro acuerdo, pero reprimía las ganas de estas con otras personas”.

Coral Herrera Gómez, escritora española y comunicadora feminista escribió al respecto que “amamos como capitalistas, con el ansia voraz de poseer el objeto de amor, con el ansia brutal de quien colecciona piezas de caza”.

Criados en el mundo moderno occidental, ese sentimiento de posesión no escapa a los amorlibrenses, sin embargo, buscan deshacerse de él. Sofía, actriz y “compañera” de Agostina, opina que en la gestión de los celos “es importante hablar mucho y también saber que eso a veces es pesado, pero los vínculos son una entrega en ese sentido: hablar de cada cosa que pasa, de qué te hizo sentir esta situación, qué querés que te avise y qué no, que quiero que me cuentes y qué no, son todas conversaciones que con el pasar del tiempo se van haciendo más fluidas”.

Los amorlibrenses aconsejan a los advenedizos que si están en la búsqueda de relaciones más fáciles no se aventuren en el amor libre, porque no lo es. “Siempre es más sencillo hacer lo conocido, todos sabemos cómo tener una relación monogámica y qué reglas conlleva”, advierte Marianella Fedel (23). Pero el amor libre ¿Cómo es? Es como vos elijas con tu o tus parejas: un work in progress permanente.

UN CLOSET MÁS. Como si se tratara de un extracto concentrado de tendencias actuales, Marianella, estudiante de psicología y una de las encargadas de un local veggie del centro platense, se define como “vegana, feminista, bisexual y amorlibrense”.

“Mi mamá sabe todo esto pero con mi papá es distinto, porque si bien no lo cuestiona sé que dentro de su idea de hija hay muchas cosas que yo no soy”. En este momento dentro del paraguas del amor libre opta por la anarquía relacional, pero cuando tiene que explicarlo simplifica con la frase “tengo amigos con los que estoy”.

Mi mamá sabe todo esto pero con mi papá es distinto, porque si bien no lo cuestiona sé que dentro de su idea de hija hay muchas cosas que yo no soy”.

Marianella Fedel

Cuando los amorlibrenses hablan de sus formas de amar se encuentran con frases que ellos definen como “prejuicios frecuentes”: “ah son cornudos conscientes”, “pero entonces no estás en una relación seria”, “son promiscuos”, “yo no podría hacer eso porque bla bla bla...”. Por eso para “Pepi” Ciappina el amor libre es “un closet más” del que hay que salir, solo si se tiene ganas y el clima es propicio.

En la monogamia la infidelidad Era un fantasma permanente, porque yo sabía que ella estaba sólo conmigo porque ése era nuestro acuerdo, pero me reprimía las ganas de estar con otras personas”.

Leandro Ciappina

Coincide con él Federico Franco (28), técnico electrónico y miembro del grupo Experiencias Amor Libre Argentina: “Yo hablo del tema solo con las personas que me interesan, si no estoy de humor, ni lo menciono, me da mucha pereza”.

Pioneros del amor libre, el filósofo existencialista Jean Paul Sartre y la escritora y pensadora feminista Simone de Beauvoir estuvieron más de 50 años juntos, con amantes de ocasión de un lado y del otro. La inolvidable dupla de artistas conformada por Diego Rivera y Frida Kahlo también pareció desafiar la monogamia. Sin embargo, algunos investigadores de su intimidad aseguran que fue un amor enfermizo y que ella sólo aceptó las infidelidades de él -que llegaron hasta la propia hermana de Frida-, con tal de no perderlo.

Los nuevos amorlibrenses dicen que buscan formas más sanas de amar. Como lo explica en YouTube el dúo Poesía Estéreo, que en un mash up poético titulado “Amamos Patriarcalmente” propone “deconstruir y repensar el amor para poder crear relaciones igualitarias y diversas. Desmitificar finales felices, contarnos otras historias, crear relaciones basadas en el buen trato, el cariño y la libertad, probar y fallar, y volver a probar”.