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Soltar para dejar crecer: de vacaciones con amigos por primera vez

El primer viaje en grupo de un hijo suele ser motivo de estrés y preocupaciones. Especialistas aconsejan asumir ese desafío que pone a prueba la confianza y la autonomía lejos de papá y mamá

Soltar para dejar crecer: de vacaciones con amigos por primera vez

las vacaciones de adolescentes con amigos sirven para prepararse para la vida adulta

Marisol Ambrosetti
Marisol Ambrosetti

12 de Enero de 2020 | 03:42
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Hacia el final del secundario, la mayoría de los adolescentes tira la “bomba independentista” que tanto inquieta a los padres: “Me quiero ir de vacaciones con les chiques”. Y ahí llega el momento en que los adultos suelen preguntarse si hicieron lo suficiente para que ese hijo o hija experimente, por primera vez, el ansiado vértigo de la libertad, sin ningún mayor que monitoree horarios, gastos, compañías, consumos, ni hasta dónde y cuándo meterse al mar.

Y es por estos días veraniegos que centenares de familias platenses enfrentan ese desafío: el de empezar a “soltar” a ese chico o chica que muestra claras y saludables ganas de despegar de las vacaciones familiares y “hacer la suya” con gente de su edad.

En eso está Delfina (17), hija de Janet Iriarte, comerciante platense, casada y madre de tres hijos. La inquietud la planteó en noviembre, cuando disparó en la cena: “Este verano nos queremos ir de vacaciones con las chicas”. Janet confiesa que ni bien escuchó la frase se le activaron todos los miedos: “Con todo lo que uno escucha no me quedó ni una sola preocupación sin pensar”. Ahora faltan tres días para que Delfi emprenda esa primera aventura en Pinamar junto con ocho amigas, todas compañeras del secundario. Recuerda que lo primero que hizo fue “someterla” a un exhaustivo cuestionario: “Con quiénes, dónde, cuándo, quién es el adulto que firma el contrato de alquiler, en qué van, cuántos días y todos los etcéteras que se te ocurran”.

En cambio, a la médica platense Laura da Costa, el planteo de Bautista, su hijo de 18 años, no la tomó por sorpresa. “Desde el año pasado que lo dice y lo está pensando y la verdad es que con el papá nos lo tomamos con bastante tranquilidad, como un paso a dar en su vida”. En este caso, el grupo que emprende la aventura está formado por cuatro varones que fueron juntos al colegio, y como uno de ellos disponía de una casa familiar en Orense, optaron por pasar diez días en las sureñas playas de ese balneario tresarroyense.

La psicóloga Analía Volante ve con muy buenos ojos “aprender a soltar” de a poco a los adolescentes, porque “permitir que viajen con sus amigos para hacer una primera experiencia de vacaciones es todo un desafío familiar y un aprendizaje importante porque les posibilita enfrentarse al autocuidado y a la autolimitación sin que haya un padre o madre que lo haga por él”.

Superar los miedos

Que consuman alcohol o drogas, que conozcan gente que los perjudique, que sufran un accidente de cualquier tipo, que les roben, que pierdan la plata, que se enfermen, que no coman, que se insolen, que se pierdan, los miedos de los padres son incontables. Sin embargo, la mayoría es consciente de la necesidad de que vuelen solos para que disfruten con sus amigos pero también para que aprendan a resolver problemas, a relacionarse entre ellos y con los demás y a ponerse límites para que, de a poco, puedan convertirse en adultos responsables e independientes.

Para Laura, la mamá de Bautista, “la mayor preocupación es el contacto con la droga, pero es un tema que venimos hablando en casa desde hace tiempo y la realidad es que confío en él y en sus amistades, y considero que la libertad que uno les da les genera, de alguna manera, el compromiso de no defraudar”.

Janet, madre de Delfina, asegura que el primer impulso ante la propuesta de “vacaciones con las chicas” fue decirle que no y problema solucionado. Pero rápidamente entendió que era hora de enfrentar el desafío “debíamos afrontar la situación porque, además, sabemos que es responsable y tenemos que darle la oportunidad de que lo demuestre”.

Lo cierto es que, por regla general, los adolescentes suelen minimizar los riesgos y hasta suponer que a ellos nada malo puede pasarles. Por eso, la psicóloga Analía Volante, recomienda un tiempo de diálogo antes de la partida, una conversación en la que los adultos puedan transmitirles a sus hijos sus preocupaciones, hablar sobre los posibles riesgos y los modos de prevenirlos. “Pero todo esto debe ser conversado sin transmitir un miedo que pueda paralizarlos”, aclara la psicóloga. Y agrega que esa charla no puede ser un acontecimiento aislado de último momento.

Tiene que tener una historia previa, es decir, un recorrido en la crianza de ese hijo que a esa altura de la vida, entre los 16 y los 18 años, ya debió haber vivido experiencias preparatorias como quedarse solo en casa, ir de viaje de egresados, tomar un micro, administrar dinero, resolver algún problema doméstico o ir al supermercado.

“Lo interesante es que salen de un ámbito conocido a uno desconocido y esto, de algún modo, los impulsa y hasta lo obliga a desarrollar sus habilidades sociales”, explica Volante. En este “ensayo” de adultez, los adolescentes se verán obligados a tomar decisiones desde el minuto cero, como conseguir y elegir el lugar de la estadía, regular los gastos, decidir qué comer, cuánto tomar, adónde salir, con quién relacionarse, cuánto dormir y qué precauciones tomar.

Janet Iriarte cuenta que en el diálogo previo al viaje, habló con su hija Delfina y le dio una serie de recomendaciones, entre ellas, “no subir a ningún auto de alguien que haya tomado alcohol, volver del boliche siempre en grupo, tener cuidado con la cantidad de bebidas alcohólicas que consumen y algo más que no se discute: que el geolocalizador del celular esté siempre encendido, no por control sino por tranquilidad”.

La psicóloga insiste en que este desafío aporta algo más para el crecimiento, porque “el adolescente, que usualmente prioriza lo grupal, en algún momento de la estadía compartida seguramente se verá obligado a ‘individuarse’ de sus pares y a manifestar sus deseos y necesidades particulares, que pueden diferir de lo que quieren sus amigos y esto también constituye un aprendizaje”.

“No me mates a WhatsApp”

El celular suele ser una prolongación de la mano de los adolescentes. Por eso, los padres de chicos que se van de vacaciones les piden que de todas esas horas que dedican a mirar la pantallita, usen algunos minutos para avisar que llegaron y que están bien. Pero las madres coinciden en que una de las advertencias que reciben de sus hijos adolescentes es “No me mates a whatsapp porque no te voy a contestar”. En ese sentido, los especialistas aconsejan no exagerar con los mensajes y controles, en especial, durante la estadía de vacaciones con amigos, porque puede provocar el efecto contrario al esperado: rebeldía e indiferencia.

“Es un momento importante para darles espacio propio y no invadir”, indica Volante y advierte que “si como madre o padre lo marco todo el día con mensajes de whatsapp es probable que no conteste, y es entendible, porque tampoco lo estoy dejando hacer uso de esa autonomía que está desarrollando en esta experiencia lejos de casa”. La psicóloga indica que es parte del aprendizaje dejar que el adolescente defina cuándo es necesario llamar a los adultos.

Así lo entendió Laura da Costa, la mamá de Bautista, quien como principal recomendación le dijo a su hijo “que se mantenga en contacto, porque yo no lo voy a mensajear: él se tiene que comprometer a avisar si es que algo sucede”.

Y al parecer es una buena decisión, porque estas aventuras entre pares constituyen una preparación para la adultez “en la que cada adolescente tendrá que sopesar sus consumos, sus excesos, sus actitudes, cuidarse y cuidar también a los demás, porque es importante que sean ‘preventores’ entre ellos, esa actitud ayuda y consolida al grupo”; explica Volante.

En definitiva, concluye la psicóloga, “ser adolescente es como un juego entre ser niño y ser adulto, entender esto como padres y madres nos obliga a regular nuestros propios temores y respetar esa adultez en ciernes, justamente, para que sean capaces de lograrla”.

En este “ensayo” de adultez, los jóvenes se verán obligados a tomar decisiones desde el minuto cero

“Con todo lo que uno escucha no me quedó ni una sola preocupación sin pensar”

Es un momento importante para darles espacio propio y no invadir. Si como madre o padre lo marco todo el día con mensajes de whatsapp es probable que no conteste, y es entendible, porque tampoco lo estoy dejando hacer uso de esa autonomía que está desarrollando en esta experiencia lejos de casa”

Analía Volante Psicóloga

Estas aventuras entre pares son una preparación para la vida adulta

 

 

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las vacaciones de adolescentes con amigos sirven para prepararse para la vida adulta

Tomas , Thiago , Bautista y Facundo en Órense

La socialización con otros pares es fundamental en esta etapa de la vida

Janet y su hija Delfina

Laura da Costa y su hijo Bautista

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