Las cuarentenas, Carlos Gardel y el buen criterio

En 1919 un barco en el puerto de Montevideo mantenía aislados a sus pasajeros y tripulantes por la epidemia de gripe española.- Uno de esos pasajeros era el dueño de una pinta legendaria y una voz inmortal, le decían “EL MUDO” se llamaba Carlos Gardel y sufría como nadie la cuarentena.- Un racimo de periodistas acudió a verlo y es digno de recordar lo que pasó porque este largo aislamiento no es el primero que se sufrió en el Río de la Plata, y porque una serie de acontecimientos casuales me encontraron con el episodio poco conocido.-

Por eso, unos breves antecedentes.-

Todos los barcos que llegaban a Montevideo eran sometidos a una rigurosa cuarentena

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En el reciente ciclo de charlas virtuales sobre periodismo organizado impecablemente por el Círculo de Periodistas de La Plata, institución ejemplar que ha acompañado la historia de la ciudad desde hace ciento doce años y por la que pasaron una pléyade de periodistas platenses de primer linaje con proyección nacional e internacional, se tuvo ocasión, precisamente, de recordar las plumas brillantes que enaltecieron el periodismo de la Capital de la Provincia desde la fundación misma y hasta nuestros días.- La reflexión incitada por los expositores me llevó a un repaso de los exponentes de esa aventura magnífica que es recorrer la evolución de la prensa desde la imprenta a internet.- Conversé con algunos memoriosos EXPERTOS EN VIVIR, que conocimos a muchos de ellos.-

La calidad y cantidad de los integrantes de esa legión admirable obliga a la muy respetuosa omisión de nombres, que merecerían cada uno, mayores talentos expositores, pero coincidimos (sugerencia de uno de los EXPERTOS , que sin estar en el grupo fundador lo es por derecho propio y por haber honrado la prosa judicial de la provincia desde la primera instancia a la Suprema Corte) en que había un símbolo, lo suficientemente alejado en el tiempo y cuyos géneros literarios fueron tantos, que no ofrecería objeción su nombre en representación de todos.-

Nacido en Uruguay, alcanzó su plenitud profesional en Argentina y vivió (como no podía ser de otro modo) en LA PLATA la larga etapa del final de su vida, Luis Alfredo Sciutto más conocido por su seudónimo como DIEGO LUCERO, fue una de las plumas brillantes de la América del Sur, con proyección universal y reconocida por premios de gran prestigio, “Konex”, “Personaje Mundial” Orden del Mérito Deportivo y más.-

En su honor, La Escuela de Periodistas deportivos de La Plata lleva su nombre.- Iniciado, como tantos en la crónica deportiva se expandió a todos los géneros fundamentalmente a la política internacional.- Este diario destacó muchas veces su valía como deportista, cronista y corresponsal de guerra en España donde compartió labor y camaradería con Hemingway y Saint Exuperi , entre otros. Plasmó en su obra literaria su sólida formación.-

Comentando “SIENTO RUIDO DE PELOTA – CRÓNICA DE MEDIO SIGLO”, su libro más conocido contó la anécdota del principio y que justifica el título de esta nota.- Nunca se pudo establecer hasta qué punto fue una crónica o un delicioso invento a partir del hecho verdadero históricamente probado.-

En 1919 la grippe española (así con dos p se la denominaba) asolaba el mundo, los muertos fueron estimados en millones de personas y las consecuencias trágicas.- No terminaba la humanidad de reponerse de las secuelas de la primera guerra cuando esta nueva plaga descargó la sensación del fin de los tiempos.-

Todos los barcos que llegaban a Montevideo eran sometidos a una rigurosa cuarentena hasta dejarlos partir a Buenos Aires.- En un vapor de bandera inglesa proveniente de Europa el “Demerara” venía Carlos Gardel, que ya tenía una fama arrasadora en toda América.- Allí corrieron los periodistas, entre ellos el jovencísimo Diego Lucero.- Pero cuando llegaron al puerto se enteraron que el Morocho del Abasto había desparecido misteriosamente.- A partir del hecho efectivamente acaecido se han tejido mitos, cuentos, leyendas, controversias.- Fue ese el barco o un lujoso crucero llamado Conte Verde de bandera italiana.- Fue ese año o años después, siguió solo o con un conocido corredor de autos y fundamentalmente fue legal su salida o producto de las habilidades de un curioso personaje del que se conoce solo el apodo “El Pata e cabra” que no lo hizo sobornado sino por admiración a Carlitos.- Como todo en la vida de Gardel, incluido su nacimiento y su trágica muerte está envuelto en la nebulosa.- He aquí la historia verdadera que siempre puede estar deformada por el tiempo y la mala memoria: “Las autoridades uruguayas cuyo presidente José Batlle (bisabuelo, abuelo y padre de presidentes posteriores) había sufrido el mal, habían entendido que el Zorzal no podía morir de tristeza en una jaula y luego de una revisación minuciosas y la adopción de todas las medidas sanitarias, el médico argentino Ángel Brian, Jefe de Salud Pública, le permitió saltear el aislamiento y proseguir su viaje a Buenos Aires con variadas recomendaciones, entre ellas una muy singular; “suprimir los besos”.-

La breve historia sirve en sí misma por la curiosidad pero además para rendir homenaje al periodismo platense, al Circulo que hoy sigue impulsando la excelencia de la Ciudad, a un enorme periodista: DIEGO LUCERO y a los uruguayos, que con el buen criterio que han demostrado a lo largo de la historia comprendieron que no se puede acallar el canto y que una flexibilidad criteriosa es la norma básica del buen gobierno de las cosas que requiere amoldarse a las vicisitudes de la vida y no a las rigideces de las ideologías.-