La pandemia no frena la solidaridad, que viaja en dos ruedas por la Ciudad

Con distintos proyectos comunitarios, la agrupación de motociclistas “Los Lobos” demuestra que, más allá de su pasión por las motos, tiene un fuerte compromiso solidario en la Ciudad. En los últimos 4 años la ong levantó un parador masculino para padres de pacientes internados en el Hospital de Niños, promovió encuentros culturales para que grupos de rock se dieran a conocer y desarrolló el programa “Un domingo diferente” con el que agasajan a chicos de barrios humildes.

La sede está en calle 13, entre 527 y 528, la distingue un gran monumento que evoca a las Islas Malvinas que es único en la Región y se inauguró hace dos años, además hay un cartel que da cuenta del nombre de la entidad.

Según contaron los motociclistas, todo comenzó el 24 de mayo de 2014, aunque hay una especie de sede madre en la ciudad de Mercedes que ya tiene dos décadas.

“Funcionamos como centro cultural, pero uno de los logros más importantes es haber levantado un dormicentro masculino para padres que tienen a sus hijos internados en el Hospital de Niños”, cuenta Pablo o Mono, tal como todos los conocen en ese ámbito.

Si bien el tiempo de pandemia frenó las actividades sociales, Los Lobos continuaron con los proyectos y comenzaron obras para hacer la sede más funcional y con espacios al aire libre, tal como imponen los nuevos tiempos.

Unas de las acciones que más extrañan es la de “Un domingo diferente”, jornada que arranca cuando en un micro que alquilan pasan a buscar a chicos de distintos comedores comunitarios de la Región y a sus padres.

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“A las 11 los pasamos a buscar, después en la sede les servimos hamburguesas, papas fritas y gaseosas; a las 13 vienen bandas y tocan temas infantiles en versión rock”, dice con entusiasmo el Mono.

Más allá del estereotipo de dureza que pueden transmitir los motoqueros con sus camperas de cuero y sus motos imponentes, estos Lobos disfrutan como niños los juegos que comparten con sus invitados porque recrean propuestas de su infancia.

A la tarde se sirve una chocolatada con medialunas y a las 17, antes de que termine la fiesta, se reparten juguetes y golosinas. “Todo sale de recursos propios, no recibimos nada, ni estamos bancados por nade, nos manejamos con lo que sacamos del bufet”, se explica.

El año pasado festejaron el Día del Niño, les dieron juguetes y de comer a 875 pibes, ahora sueñan con organizar algo para el Día de Reyes.

En otro orden, el grupo avanza y realiza obras de ampliación porque el terreno de 15 por 30 metros permite idear espacios para poner mesas y sillas que promuevan encuentros con distanciamiento social. También se prevé en poco tiempo instalar un mástil nuevo y reinaugurar la sede.

Dormicentro masculino

Los Lobos también están conformes con eso que arrancó siendo un sueño y hoy es una realidad: el espacio con capacidad para alojar a 12 padres de pacientes del hospital Sor María Ludovica. “Tenemos las camas con la ropa blanca, toallas, televisor, heladeras, cocina, lavarropas, todo lo necesario para que estén sin pagar nada y por el tiempo que necesiten”, asegura el Mono.

A esos padres hasta se les deja alimentos no perecederos para que puedan cocinarse e insisten, “todo es absolutamente gratuito, solo tienen que aceptar las normas de nuestra casa y eso incluye que pueden permanecer de 19 a 7, no deben fumar, ni tomar bebidas alcohólicas”, se aclara.

“Los Lobos” trabajan de manera articulada con el servicio social del Sor María Ludovica que les envía una nota de los padres que necesitan hospitalidad. Vale aclarar que muchas familias son del interior y deben permanecer durante tratamientos que son muy prolongados como es el caso de pacientes oncológicos, trasplantados o que tienen enfermedades crónicas. “Somos motociclistas, eso es lo que hace un motociclista, ser solidario”, se afirma a modo de eslogan.

Tiempo de diversión

Antes de la pandemia también se disfrutaba en esa sede de diferentes momentos como las presentaciones de bandas de rock, los viernes hasta la 1 y los sábados hasta las 3.

Además se dan clases de teatro y danza. “Es como si fuera un club de los de antes, pero nuestro mayor orgullo es que no tienen que pagar nada a cambio, ni dejar nada, lo único que se pide es que no haya drogas, ni desórdenes”, se apunta.

Los Lobos lo conforman 8 motociclistas que además, en tiempos normales, comparten viajes por la Argentina, Brasil. Chile, Paraguay, Uruguay y son anfitriones de pares que llegan de diferentes puntos.