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Pasatiempos: de ayer, de hoy y de siempre

Estar en casa todo el día nos hace volver sobre entretenimientos y recursos “vintage”. Bordar, tejer, armar rompecabezas, hacer licores, revela un encanto hasta hace poco inesperado

Pasatiempos: de ayer, de hoy y de siempre
3 de Mayo de 2020 | 07:52
Edición impresa

Hay quienes aprendieron a tejer, quienes volvieron a armar rompecabezas, reparar muebles, rescatar antiguos juegos de mesa, preparar licores caseros o amasar pastas con recetas de sus antepasados... Aprender cosas nuevas o redescubrir viejos pasatiempos; de eso también se trata esta cuarentena que nos obliga a estar todo el día en casa y suele evocar reminiscencias de cómo gestionaban la vida cotidiana madres o abuelas, o cómo abuelos y padres ponían manos a la obra en cuanto proyecto doméstico se les cruzara.

En este renovado “furor casero”, cuando conseguir levadura puede resultar tan arduo como hallar alcohol en gel, sea que estemos solos, con niños o en pareja, la clave es la creatividad e intentar que el wi-fi no sea la única salida si asoma el tedio.

La oferta extra de tiempo demanda actividades y despierta la creatividad de muchos emprendedores, que leen el contexto y diseñan estrategias para redefinir sus proyectos. Cecilia Ginebra, por ejemplo, es diseñadora textil y está a cargo desde 2010 de las clases de Diseño y Arte Textil de Extensión Universitaria de la facultad de Bellas Artes de la UNLP y las del Laboratorio Textil del Centro de Fomento San Martín. Todas clases que en la actualidad están suspendidas. Entonces, desde su casa, y con la gran pasión que tiene por todo lo vinculado con los hilos, las lanas y las agujas, empezó a armar kits de bordados para vender, llevándolos a domicilio.

“Estamos con un rompecabezas de mil piezas. Todas las noches armamos un poco”

 

“Hace un tiempo que incluí en mis clases la opción de los materiales para cada proyecto, ya que son específicos para cada técnica que enseño. La idea de armar kits para enviar me daba vueltas en la cabeza pero no tenía el tiempo para llevarla adelante. Con esta nueva realidad, no sólo encontré el tiempo, sino que fue la mejor solución para llegar a todo el que necesite estos materiales y que no haya excusas para poder poner en práctica lo aprendido con mis clases”, cuenta la docente.

“Las personas que más me piden los kits son alumnas y alumnos de mis clases, pero también los que todavía no hicieron mis cursos y aprovechando el tiempo que tienen por la cuarentena pueden aprender lo que enseño”, dice sobre su nuevo emprendimiento, que lógicamente se arraiga en muchos recuerdos de su infancia: “desde que tengo uso de razón me veo con telas, hilos y agujas en mis manos. Todo lo que aprendí de chica me lo enseñaron mis abuelas Nelly y Edelmira, y mi tía Graciela. Pasaba horas tejiendo, cosiendo y bordando la ropa para mis muñecas, era mi juego preferido”.

Además, Cecilia sube a sus redes videos tutoriales con distintas técnicas textiles para hacer en casa, con materiales simples y fáciles de conseguir. La serie se llama Corazones Textiles y se puede ver en YouTube (Ceciginebra), IGTV (@ceciginebra) y a partir de mayo, los cursos de diseño y arte textil, también en Facebook. Para aprender algo nuevo, para rememorar la infancia, para hacer un obsequio… los kits son, además de útiles pasatiempos, muy pintorescos y coloridos, con sus ovillitos de lana, algunos con hojas secas.

¿EL MUNDO ES UN BRICOLAGE?

“Lo primero que hice cuando empezó la cuarentena fue encargar lana, mucha lana”, recuerda Catalina Baldi, de 33 años. Siempre le gustó tejer y si bien pasa parte de su día haciendo home office y cursos on-line que le demandan de su trabajo como arquitecta, en los ratos libres teje.

“Ya hice de todo: chalecos para mi gorda de 3 años, polainas para mi hermana, ahora empecé un suéter para mi esposo. Lo bueno es que además de hacer lo que ya sabía desde siempre, tengo más tiempo para investigar: miro tutoriales y hasta me traje las revistas ‘El arte de tejer’ de mi abuela. Son fascinantes, hay de todo y me estoy animando a los puntos más sofisticados. ¡De hecho, ya voy a tener que encargar más lana!”, confiesa la profesional, que está más fanatizada con el tejido que nunca.

Los “pasatiempos vintage” requieren de roperos, y también de alacenas. Muchas personas empezaron a volver a hacer escabeches, encurtidos, salsas, mermeladas. A stockearse con cosas caseras, como estábamos acostumbrados a ver a nuestros abuelos. Mateo Corral descubrió un mundo nuevo: “nunca se me había ocurrido licuar tomates para hacer una salsa. Siempre usé latas, por falta de tiempo y por practicidad. Pero ahora, con más tiempo, empecé a probar y no puedo parar: ya estoy haciendo para toda mi familia. Les pido que me guarden frascos y botellas de vidrio”, cuenta este contador, que vive solo y ha encontrado en la cocina una gran pasión para invertir el tiempo libre estando en su casa.

“Ahora voy a incursionar con los licores: amo el lemoncello que hacen mis padres y ya pedí la receta para empezar a hacer los míos. Además de entretenerme, me gusta para mandar un regalo, una atención… es una nueva manera de estar cerca a pesar del aislamiento”, dice.

LA VIDA ES JUEGO

En las casas en las que hay chicos es todo un poquito más complejo. Hay que generar actividades full time para los pequeños. Algunos padres alternan las clases virtuales con estrategias alejadas de las pantallas. Y así recurren a viejos pasatiempos de su infancia. Julieta trajo de la casa de sus padres los viejos rompecabezas que armaba de niña y son hoy un entretenimiento familiar junto a su esposo e hijos.

“Hice chalecos para mi hija, polainas para mi hermana y empecé un suéter para mi esposo”

 

“Ya armamos uno de 500 piezas y ahora estamos con el desafío de 1.000, pero todavía no lo terminamos. Digamos que los desempolvé para hacer alguna actividad en familia. Todas las noches le vamos poniendo algunas piecitas para hacer algo juntos. También lo que sale mucho en la cuarentena son tardes de películas, medio temáticas, con pochoclos y disfraces. Como de Harry Potter, por ejemplo. Los míos son re fanáticos”, dice sobre sus hijos, Hilario y Félix.

Bingos, estancieros, TEGs, naipes y partidas de Monopoly. Esos juegos con los que algunas generaciones pasábamos toda la tarde, han salido de los anaqueles para instalarse en el living de muchos centennials. Puertas adentro, parece, hay todo un mundo para descubrir… o rememorar.

 

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Cecilia Ginebra con sus kits de bordado

Hilario y Félix son amantes de los rompecabezas

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