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Literatura trans: un imaginario que se renueva con distintas formas de escritura

La escritura LGBT gana terreno ya no sólo como objeto de análisis sino a través de voces que construyen realidades

Literatura trans: un imaginario que se renueva con distintas formas de escritura
5 de Julio de 2020 | 07:47
Edición impresa

La literatura LGBT ha ganado terreno en los catálogos editoriales ya no sólo como objeto de análisis o de estudios académicos, sino a través de voces que desde la crónica, el ensayo y la ficción construyen nuevas realidades que dan cuenta de otras formas de resistencia y legimitación, a la vez que se apropian de los recursos de la lengua no sólo para testimoniar sino también para crear y experimentar.

Hace unos días, cuando a la diputada Mónica Macha, que preside la Comisión de Mujeres Géneros y Diversidades, le tocó cerrar una reunión informativa para tratar la Ley de Cupo Laboral Travesti Trans, no lo hizo citando a ninguna eminencia del derecho civil ni a una autoridad académica: eligió reproducir un concepto sobre la desobediencia tomado de Camila Sosa Villada, la escritora cordobesa cuya novela “Las malas” fue una de las más leídas el año pasado en la Argentina, con traducciones aseguradas al alemán, francés, noruego y croata.

Más allá de ilustrar la visibilidad de esta historia centrada en una comunidad de travestis, la anécdota aporta evidencia sobre la dimensión que tiene la literatura como discurso social: “Lo literario tiene la capacidad de llegar a las personas acercando una experiencia con un material que no participa de lo real. La literatura convierte algo particular en algo universal porque puede tocar particularmente a una persona para hacerle sentir que, aún siendo diferente, comparte una experiencia. Algo que otros discursos no pueden hacer”, dice Acevedo.

Autor de los libros de cuentos “Trilogía canina” y “Jajaja”, la literatura fue el recurso que le permitió documentar las tres transformaciones secretamente articuladas que atravesó en los últimos años -”ser madre, hacerme lesbiana, no ser más mujer”-, un proceso que se condensa en su cambio de nombre, de Inés a I, perfectamente impreciso para su deseo de no suscribir a la categorización binaria de los géneros.

El último libro publicado por Acevedo es “Late un corazón”, donde a partir de formatos autobiográficos como la carta y el diario íntimo vinculados con el registro del ensayo narra la transición hacia un yo no femenino, una secuencia que define como “una manera de romper la clandestinidad”.

“Creo que la identidad es un proceso muy complejo y constante y muy difícil de captar. El riesgo es caer en un origen, en un antes y un después, que realmente no es así. No sé si los cuentos de ese libro cuentan experiencias, más bien tratan de mostrar cómo se puede construir un relato que conecte diferentes cosas que le pasan a una persona en un momento dado”, explica.

“Escribir te pone en otro tiempo, en un espacio de paz del que las travestis carecemos”

 

Carolina Unrein nació en septiembre de 1999 y además de ser modelo, actriz y estudiante en la Universidad Nacional de las Artes ya publicó dos libros: “Pendeja, Diario de una adolescente trans” y “Fatal”, una crónica que recorre en nueve capítulos una trama de resurrecciones que tuvieron lugar después de una historia de abuso y de la vaginoplastia a la que sometió para retirar de su cuerpo los últimos vestigios de una genitalidad que no la representaba.

“Operarme también fue rechazar el mayor privilegio que se me había otorgado: el falo. El genital predilecto, el genital de genitales. Cortarlo, darlo vuelta y arrancar los huevos, muy punk. Hacerle un gran fuck you a la masculinidad impuesta y decir yo no la quiero”, escribe en el texto publicado a principios de año por Planeta.

La actriz y escritora pondera a la literatura en tanto vía para terminar de procesar su camino hacia la transformación, pero no cree haya sido una herramienta para terminar de sellar su reconfiguración corpórea y mental: “La identidad no se altera, no es lo que transformamos, al contrario, es lo más concreto que tenemos, y que llegado al caso, nos damos el lujo de dejar que transmute por sí misma, pero nunca por una misma”, define.

“Mis libros expresan la necesidad de ser una misma, de poder ser yo la que narra esas historias. Mi infancia y mi adolescencia sucedieron ambas en un mundo en el que no habían historias trans en la cultura. Y las pocas que habían y que hay, casi nunca estuvieron escritas por personas trans. Entonces me aferré lo más que pude a esas dos o tres series, películas y poemarios que tenía y me embarqué a contar yo una historia de adolescencia trans escrita en primera persona”, asegura Unrein.

“Había una gran necesidad de poder darle validez a la realidad de una, en un mundo que se dedica a negarla constantemente. También era algo que tenía que probarle al mundo pero también a mí misma: que existimos, y que existimos de muchas más maneras de las que se animaron a contar”, indica la escritora.

Marlene Wayar, una de las voces pioneras del travestismo en Argentina y Latinoamérica, es autora de obras como “Diccionario Travesti de la T a la T” -un manifiesto político y social sobre la disidencia sexual que toma como punto de partida su propia biografía- y “Travesti / Una teoría lo suficientemente buena”, donde reflexiona sobre la situación de un colectivo vulnerado por la estigmatización cotidiana y el abandono estatal.

“La identidad es un proceso muy complejo y constante, muy difícil de captar”

 

“El ejercicio de escribir te pone en otro tiempo, te lleva a un espacio de paz del que las travestis venimos careciendo. Y necesitamos de ese tiempo de paz para pensarnos a nosotras mismas y sobre todo en comunidad. Hay que salir a dar respuestas, explicaciones, animarse a ser escudriñadas -explica Wayar-. Una etapa importante del proceso de escritura tiene que ver con la relectura, porque es ésa la operación que te permite tomar conciencia de si lo que estás escribiendo es realmente lo que pensás”.

La autora, que dirigió El Teje -el primer periódico travesti latinomericano- asegura que escribir ensayos y crónicas le ha dado la posibilidad de despejar equívocos en torno a la identidad sexual del colectivo que representa: “Las travestis no somos hombres, no somos mujeres. No somos hombres que se transforman en mujeres ni mujeres que se transforman en hombre -remarca-. Hay que dejar de pensar en esa dicotomía egocéntrica con la que el hombre se supone sujeto primordial de la humanidad”.

 

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