Fue hermoso mientras duró

La noticia deportiva de mayor impacto de mucho tiempo a esta parte llega de la manera menos deseada. Esa historia de ensueño que encarnó la relación FC Barcelona-Messi desde el arribo de aquel niño que llegó a la Ciudad Condal con una pequeña valija hasta convertirse en el número uno del mundo y quizás el mejor jugador de la historia, no merecía culminar con el ingreso de una fría carta documento en los despachos del Camp Nou.

La ligazón Messi-Barça era una de las últimas historias románticas que le quedaba al mundo del fútbol. En estos tiempos es casi imposible encontrarse con jugadores enormes que desarrollen toda su carrera en el mismo club, de principio a fin, sin siquiera valorar las brutales ofertas de los clubes inflados a base de talonarios y chequeras foráneas.

Así como Cruyff cambió para siempre la filosofía del Barça y lo llevó a ser un grande de Europa, Messi puso a los azulgranas al tope de todo a nivel mundial. El rosarino es el mejor jugador de la historia de un club que supo tener al propio holandés, Maradona, Rivaldo, Romario, Ronaldo, Ronaldinho, Iniesta y siguen las firmas. Todos fueron gigantes, Messi fue sublime. Cambió para siempre la percepción del fútbol. Acercó fans desde cualquier rincón del mundo que se hicieron tan “culés” como un “chaval” nacido en Les Corts o Poble Sec. La Pulga internacionalizó al club y pulverizó esa visión muchas veces pesimista que envolvía distintos procesos deportivos en la entidad catalana. El Barça dejó de estar a la sombra del Real Madrid y en la era Messi lo aplastó en lo que hace a Ligas de España y le empardó la pelea en las competiciones internacionales, si se toma como referencia el lapso con el mejor del mundo en primera división.

En estas páginas abundan los datos estadísticos y se repasan las gestas deportivas del crack argentino. Pero la magia de Messi va mucho más allá de los números (que por cierto son de escándalo) porque en verdad lo que logró fue reconciliar con el fútbol a aquellos que tenían al deporte de la redonda como algo secundario, al tiempo que sumó para esta disciplina en general y para el Barcelona en particular, una insondable multitud de fans que desde ahora tendrán que tomarse el trabajo de disociar la imagen del crack de la camiseta azulgrana, la única que vistió desde su adolescencia en adelante a nivel clubes.

Le llevará mucho tiempo a Barcelona (club) e incluso a Barcelona (ciudad) mensurar los aportes de Messi a todo nivel. En el equipo de fútbol, por los logros y aportes deportivos, mientras que a la capital catalana le agregó, entre muchas otras cosas, miles de combos turísticos de extranjeros que visitaban esa tierra sólo para disfrutar su talento.

¿Quién quedará sindicado en la historia como el responsable de romper un idilio que parecía eterno? Así como Josep Lluis Núñez quedó retratado para siempre como quien empujó a la marcha de Johan Cruyff, el actual titular azulgrana, Josep Bartomeu, es sindicado como exclusivo responsable del adiós de Lionel Messi. Una mochila, incluso, que podría costarle la presidencia. De hecho, anoche en Catalunya aún se especulaba sobre una eventual dimisión del mandatario que podría abrir la puerta a una marcha atrás del rosarino. Todas especulaciones, lo concreto es que envió su carta de intención para marcharse.

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La Junta Directiva actual tiene en sus espaldas la campaña encargada a una empresa para desprestigiar a Messi y otras estrellas del primer equipo en redes sociales, las trabas constantes en cada una de sus renovaciones contractuales y, por último, la pésima gestión deportiva que tuvo como punta de lanza la marcha de Neymar (muy cercano a Leo) al PSG. En aquél momento empezó el derrumbe deportivo del club. Messi jamás aceptó esas decisiones. Tragó veneno. Y ayer, agotado, mandó su vuelto.