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Grooming: cuando los menores son víctimas del delito virtual

El acceso casi ilimitado a las redes y a los dispositivos móviles por parte de los más chicos es una puerta abierta para que los pedófilos los engañen y extorsionen con imágenes íntimas. Cómo prevenirlo y actuar en caso de que suceda

Grooming: cuando los menores son víctimas del delito virtual

Hay que estar atentos a los que los chicos ven en Internet

20 de Septiembre de 2020 | 08:38
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Que Internet es una de las herramientas más útiles que ha creado el hombre en los últimos años nadie lo discute. A través de este servicio virtual podemos buscar información, mantener comunicación y compartir información e imágenes, entre otras cosas, con cualquier persona en casi cualquier parte del mundo. Todo está, en Internet, al alcance de la mano.

Hasta hace unos pocos años, sólo se podía acceder a la conectividad mediante una computadora y por lo general había una por familia. El avance de la tecnología hizo que la opción de disponer de Internet en los teléfonos celulares y dispositivos móviles fuera moneda corriente.

Claro que todo lo bueno tiene algo malo, y en este caso, el casi libre acceso a Internet generó nuevas formas de violencia y acoso infantil y adolescente. Los chicos usan la tecnología mejor que los adultos en muchos casos y lo cierto es que a muy temprana edad tienen a mano un celular -propio o de los padres, tíos, abuelos- una computadora o tablet con conexión a una red donde los accesos son infinitos e ilimitados, tanto de lo bueno como de lo malo.

Hablamos de grooming, la palabra que define la acción deliberada de un adulto de acosar sexualmente a un niño, niña o adolescente mediante el uso de Internet, a través de comunicaciones electrónicas, telecomunicaciones o cualquier otra tecnología de transmisión de datos (redes sociales, páginas web, aplicaciones de mensajerías como WhatsApp, entre otras).

Los adultos que realizan grooming suelen generar un perfil falso en una red social o sala de chat, haciéndose pasar por un chico o una chica, buscando generar una relación de confianza con el niño o niña a quien quieren acosar. En nuestro país, el delito de grooming está contemplado en la Ley 26.904 y pena con prisión de seis meses a cuatro años al que contacte a un menor de edad “con el propósito de cometer cualquier delito contra su integridad sexual”.

El tema con esta problemática es que es difícil de detectar si los adultos no están atentos a qué y cómo consumen sus hijos en Internet. Los datos de las últimas encuestas realizadas en Argentina lo demuestran.

Según datos de Grooming Argentina, sobre 4.276 niños, niñas y adolescentes de entre 9 y 17 años encuestados entre junio de 2019 y febrero de 2020 en todo el país, el 48.9 por ciento fue agregado a un grupo de WhatsApp por desconocidos sin su consentimiento. El 56,4 por ciento de los niños, niñas y adolescentes habla con personas desconocidas en Internet; al 35.4 por ciento de los niños, niñas y adolescentes les han pedido que enviaran fotos desnudo/a o con poca ropa.

“Vengo trabajando con el uso de las nuevas tecnologías desde hace muchos años, cuando había una computadora por familia. Este riesgo crece con el alcance de los dispositivos en los chicos, que no saben cuidarse.

Desde lo preventivo, tenemos que saber que los celulares y el wifi no son juguetes, que no se lo puede dar en soledad. Y también hay que pensar qué hacemos nosotros con las imágenes de los chicos, aunque tengamos las mejores intenciones. Soy partidaria de que los niños aprendan a desconfiar, a cuestionar o preguntarse si es verdad eso que ven o quienes los invitan a ser sus amigos. Tienen que saber que hay gente que es mala y que si los malos están detrás de un celular, son más malos aún”, advierte la psicopedagoga María Zysman que además de tener sus pacientes da charlas en instituciones educativas para prevenir el grooming.

Una primera forma de prevención puede ser “técnica”: poner filtros y regular los dispositivos para que los accesos en Internet no sean libres. Sin embargo, la experta dice que con esos controles no alcanza. “A veces sucede igual. Pueden entrar a un link creyendo que van a conseguir ver un video divertido, a su cantante favorito o obtener puntos para un juego y cuando cliquean les aparecen imágenes porno. Los chicos ven cantidades de cosas que los padres creen que no ven. Y si eso no es expresado, pueden traer consecuencias. La idea es hablar para que ellos confíen y sepan. Hay que salir del secreto y que sepan que no son culpables de caer en manos de estos delincuentes. Muchas veces las víctimas creen que hicieron algo tan malo que no lo pueden contar”.

“Hay que enseñarle a los chicos a cuestionar con quiénes se vinculan en Internet”

 

Según esta especialista, más allá de la conducta criminal de los pedófilos, los adultos tienen que tomarse el trabajo de informar y estar presentes para evitar este tipo de situaciones. “Los chicos están muy solos y se exponen en las redes. Dan mucha más información de las que les gustaría pensando que los demás tienen buenas intensiones y no siempre es así. Los pedófilos saben que sus víctimas están en casa y ahora con la cuarentena, más débiles. Los engañan desde lugares infantiles y adolescentes, los envuelven de tal manera que entran en confianza antes de extorsionarlos”, explica Zysman y agrega: “los delincuentes toman de redes sociales fotos de otros chicos y se arman perfiles falsos. Todo es mentira. Por eso hay que enseñarle a los chicos a cuestionar y no compartir cosas vergonzosas con desconocidos. Los pedófilos pueden estar en cualquier lugar del mundo, tienen personalidades muy seductoras y los chicos son muy vulnerables, mas ahora que están muy frágiles y preocupados por sus padres a quienes ven afectados por la economía de la familia y la salud. Los niños, cuando se les abre el espacio de confianza, dicen lo que les pasa. Casi todos jugando en red hablan con desconocidos y pueden ser engañados. Le dan amistad a cualquiera porque quieren tener mas amigos y seguidores”.

Y esto no sólo ocurre con los más chiquitos. Los adolescentes también padecen este tipo de engaños y acosos. “Para quienes están construyendo su identidad, lo bien visto es tener muchos amigos, ser conocidos, ser popular. Y por eso aceptan a cualquiera como amigo. A los adolescentes es más difícil controlarlos. Y a la vez los adolescentes necesitan tener su intercambio con sus pares, más en este momento de pandemia que no los pueden ver. Por eso es fundamental la educación, la información y los vínculos de confianza que se construyan con ellos”, resalta la especialista.

Es por eso que frente a esta problemática, la comunicación familiar es indispensable. “Se tienen que hablar de estas situaciones en la mesa y hacer preguntas. ¿Qué juegos disfrutan nuestros hijos? ¿Qué hacen en Internet? ¿Qué sienten cuando están navegando? ¿Con quién hablan y de qué? Lo mejor es ponerse del lado de los chicos y no usar Internet como una amenaza o castigo. Los chicos tienen que sentir que sus padres son los primeros a quienes tienen que recurrir en cualquier circunstancia”.

Más allá de estas conversaciones, también hay que estar atentos a los cambios de conductas de los chicos. “Si los vemos distraídos, ansiosos, que no se puede despegar del celular… algo seguramente le está pasando y puede ser que alguna cosa de Internet los afecte. Si sienten asco, miedo, o algo los incomoda de lo que ven en internet, le tienen que contar a un grande. Porque después se acostumbran a lo asqueroso, después nada los asombra y es más fácil que sean tomados por redes de pedófilos. Esta es gente perversa”, advierte la psicopedagoga.

CÓMO ACTUAR

Si más allá de todas las precauciones se llega a detectar alguna conducta extraña en los niños o ellos mismos cuentan que están siendo extorsionados para que muestren imágenes íntimas, “No hay que arreglarlo por mano propia. Lo ideal es denunciar para poder realizar una investigación y poder desarmar las redes de pedófilos. Puede saberse de qué dispositivo salen las charlas o fotos, pero no quién lo usó. Es muy delicado esto. Hay fiscalías especializadas en grooming, a ellas hay que dirigirse y presentar la mayor cantidad de pruebas que se tengan. Tampoco hay que reenviar lo que los chicos reciben, hay que ser cuidadoso.

En lo que va de la pandemia el grooming creció en un 500 por ciento

 

EL PAPEL DE LA ESCUELA

Para tratar esta problemática, los expertos coinciden en que el rol de la escuela es fundamental. Así como hay familias en las que hay diálogo, hay otras donde esto no ocurre y por eso es necesario que desde la educación formal se den contenidos para que los menores sepan qué es el grooming y cómo deben prevenir este tipo de situaciones.

“Hay escuelas que se dieron cuenta que estos temas hay que trabajarlos en todos los ámbitos posibles y los incluyen en sus planificaciones. Sin embargo a veces me invitan a hablar de bullying, que no está tipificado como un delito, aunque es importante que no ocurra, pero no quieren hablar de grooming porque entienden que se va a hablar de sexualidad. Pero no es sólo eso, sino que sede los límites del cuerpo. Si no se trabajan esos temas, es peor. Estamos hablando de un adulto que miente su identidad y consigue imágenes de los chicos engañándolos. Hay padres que piden a sus escuelas que de eso no se hable. Pero es cuestión de salir del secreto. No tiene que ver con lo prohibido, sino con pensar y que los chicos cuestionen con quiénes se vinculan en las redes. Es algo que todavía cuesta”, subraya María Zysman.

En este sentido, la profesional destaca el rol de las campañas que circulan en los medios: “son excelentes, porque informan y muestran lo que realmente pasa”, dice.

La inocencia de los niños genera ternura, sus reacciones ante los personajes de fantasía y sus respuestas a determinadas situaciones suelen sacarnos más de una sonrisa. Es complejo tener que advertirlos de lo duro y complejo que puede ser el mundo, pero la prevención e información es lo único que puede ayudarlos frente a los peligros de Internet.

 

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