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Máxima de Holanda: reina de la frescura, elegancia y osadía

Nuestra compatriota tuvo una agenda más que agitada durante las últimas semanas y, salvo una excepción, siempre acertó en los atuendos que eligió para trabajar y acompañar al rey en sus actividades

Máxima de Holanda: reina de la frescura, elegancia y osadía

Máxima y las princesas Marta Luisa y Mette-Marit

14 de Noviembre de 2021 | 05:57
Edición impresa

En las publicaciones especializadas en el mundo de la realeza podemos hablar de joyas con historia, de noches de boda con corona puesta, de fiestas nacionales y de pecados capitales y veniales de miembros de las monarquías pero siempre, más tarde o más temprano, volvemos a Máxima, un tema que abordamos con la complicidad absoluta de lectores, seducidos por su personalidad avasallante.

Máxima tiene “algo” que nos enamora. Será que hizo realidad el sueño de encontrar un príncipe azul; será que impacta con sus looks, será por su espontaneidad, a veces exagerada; o será porque, aunque haya adoptado al cien por cien la nacionalidad holandesa, a nosotros nos sigue pareciendo tan argentina como el dulce de leche. Tiene detractores, claro, que la acusan de demasiado protagonismo, de reacciones inadecuadas, de querer hacer siempre lo que se le cante y de ese estilo tan poco delicado. Como sea, Máxima es de esas personas que pasan por el mundo dejando una estela. Y así lo ha demostrado en sus últimas apariciones.

Los reyes de los Países Bajos han vuelto a la actividad presencial luego de un año y medio de virtualidad. Y en las últimas semanas ambos, pero en especial la reina, han desplegado una actividad inusual y nos han regalado anécdotas preciosas y outfits impresionantes.

A este modelo que usó Máxima lo han bautizado con el nombre “vestido de excrementos de pájaro” porque, sobre un fondo claro, tiene pequeños bordados en tonos de plateado

Seguramente el más colorido y discutido look de los últimos tiempos fue el que llevó en octubre para la inauguración de una muestra sobre un personaje que es icono de la cultura latinoamericana: Frida Kahlo. Allí podían verse sus pinturas, ropa, joyas y corsés cedidos por museos mexicanos. El tema principal, tanto de lo expuesto como de las actividades que se desarrollan, es la inclusión y el respeto a la diversidad. Máxima quiso, a través de su atuendo, hacer un guiño a Frida y llenó su tocado habitual de flores enormes y exuberantes como las que usaba la artista mexicana. Y flores también había en su falda, un diseño de Natan que ya le habíamos visto en varias ocasiones antes. ¿Era necesario tanto color y desborde? “Frida lo justifica”, habrá pensado la reina.

Hay una “queja” generalizada de mujeres que ejercen la función pública de que los medios se centran más en lo que se pusieron que en lo que hicieron, algo que no sucede con los funcionarios. Por eso es bastante común que elijan para los eventos netamente laborales los clásicos trajes en tonos neutros. Y algo así llevó Máxima a una las reuniones del G20 en Roma: un conjunto bordó de Claes Iversen que ya le conocíamos.

Máxima es de esas personas que pasan por el mundo dejando una estela a cada paso

 

Uno de los primeros encuentros los tuvo con el presidente argentino, Alberto Fernández, quien en su cuenta de Twitter dijo: “Me reuní con la asesora del secretario general de @ONU_es sobre inclusión financiera para el desarrollo @UNSGSA, la reina Máxima de los Países Bajos. Analizamos mecanismos para fortalecer la inclusión financiera en países en desarrollo, sobre todo en el escenario pospandemia.” Muy acertada la comunicación oficial de presidencia: Máxima no asistió al G20 como reina consorte sino como miembro de Naciones Unidas.

Para las otras jornadas Máxima eligió un traje de tweed firmado por Oscar de la Renta que le sienta de maravillas. Y también estrenó un mono entallado en color negro que se puede comprar on line en la página de Costarellos a € 1.465. Christos Costarellos es un diseñador alemán cuyos padres griegos han estado siempre en el mundo de la moda. Veremos seguido a la reina con su ropa ya que sus vestidos, entre boho-chic y barroco, son muy de su estilo y sus conjuntos son bastante versátiles.

En el concierto en que los reyes de los Países Bajos fueron los anfitriones de los reyes de Noruega, Máxima estrenó allí uno de los vestidos que más va a dar que hablar. Está firmado por Claes Inversen, es recto y de color celeste.

La noche de la cena que da comienzo al G20 Máxima llevó uno de los vestidos más desafortunados que le conocemos. Es de la firma Natan, uno de sus diseñadores preferidos, y nos atrevemos a decir que, además de feo, le quedaba grande. Seguramente la reina ha adelgazado desde la última vez que lo usó y como la tela es tan rígida no se adapta al cuerpo. Sobre el fondo azul noche hay estampadas flores enormes mal distribuidas pero lo peor son unas plumas que aparecen en las mangas. En fin… un mal día lo tiene cualquiera.

En cuanto regresó de Roma tuvo que tomar un vuelo para acompañar a su esposo, el rey Guillermo Alejandro, a una visita oficial a Abu Dabi y Dubai. Para bajar del avión y realizar las primeras actividades la reina escogió un vestido de Zimmermann con falda plisada en tonos tostados. Es interesante notar como, cuando viaja en plan reina consorte, sus atuendos son mucho más llamativos y deslumbrantes que cuando lo hace en calidad de asesora de la ONU.

El broche de oro del viaje fue la visita a la Exposición Mundial que se realizó en Dubai bajo el lema “Conectando mentes, creando el futuro” y en la que participaron 191 países y organizaciones para mostrar sus contribuciones en el campo de la innovación y la sustentabilidad.

Máxima volvió a confiar en Natan. Esta vez con un atuendo que el sitio especializado Modekoninginmaxima.nl ha bautizado con el nombre “vestido de excrementos de pájaro” porque, sobre un fondo claro, tiene pequeños bordados en tonos de plateado. Los bordados se intensifican en la cintura y, puede gustar o no, pero a Máxima le queda perfecto. Y se ve que le encanta porque lo ha usado en otras ocasiones.

La reina Máxima inaugura una exposición sobre Frida Kalho

Según nos muestra este blog, Matilde, la reina de Bélgica, ha llevado el mismo atuendo pero con los bordados más tupidos en el ruedo e, incluso, con diferentes cuellos. Los diseños de Natan no siempre son lindos pero sí atemporales y fáciles de adaptar.

Ya de vuelta en los Países Bajos la actividad de la reina continuó sin parar. El viernes 5 inauguró la sede de una empresa de software en Leusden. Repitió, ese día, un vestido verde de seda shantung firmado por Natan con capelina a juego. Pero por lo que fue protagonista de todos los medios especializados en realeza, nacionales e internacionales, fue por su actitud con una de sus seguidoras. La reina tiene una fan muy especial que oficia, desde hace años, de paparazza amateur y lo hace solo por el placer de verla y sacarle fotos a la entrada o salida de los actos. Las fotografías de Josée, tal su nombre, suelen publicarse en las redes y ha entablado una relación de amistad con el entorno de Máxima y con la bloguera responsable de la página Modekoninginmaxima.nl . Llegó a oídos de la reina que Josée había sido diagnosticada con cáncer de mama y que comenzaba su tratamiento de modo que, a la salida del acto, saltó el protocolo y antes de entrar al auto oficial, se acercó hasta ella para abrazarla y darle ánimos. “Te vamos a extrañar” fueron las palabras de Máxima ante la emoción de la señora y de quienes la rodeaban. El video puede encontrarse fácilmente en la web, y vale la pena verlo.

Y llegó por fin un acontecimiento absolutamente “royal”: la semana que pasó se concretó el viaje de los reyes de los Países Bajos a Noruega. Las visitas de estado entre países monárquicos son las más rimbombantes y, aunque Noruega es la casa real más austera, estos encuentros nunca defraudan.

Guillermo Alejandro y su esposa fueron recibidos por la pareja real, el rey Harald y la reina Sonia. Máxima optó por un vestido verde de seda, escote barco en V y falda amplia. Bastante “despechugado” para los 8°C que hacía en Oslo aquella mañana. La reina tiene un termostato que se rige más por la vanidad que por la temperatura porque ni siquiera se puso el chal que llevaba con tal de lucir el atuendo en todo su esplendor. La reina Sonia, en cambio, se resguardó con un tapado celeste de corte impecable y en la cabeza llevaba un llamativo sombrero marinero a juego. En el almuerzo en el Palacio Real se les unieron las princesas Mette-Marit (con un vestido de Fendi gris topo con canesú blanco) y Marta Luisa, con un vestido rojo que su madre, la reina Sonia, había estrenado hace años. Pueden gustar o no pero estaban bellas, impecables y sencillas, tal vez demasiado sencillas frente a la brillantez, un poco exagerada, de Máxima.

Máxima con capa y vestido a juego de Jan Taminiau

Claro que, en la cena de gala en el Palacio Real de Oslo todas sacaron el joyerío y sus mejores galas. Máxima continuó con la racha de no estrenar. Esta vez le tocó a un vestido azul en degradé con una capa de tul superpuesta firmado por Jan Taminiau que había usado en una vista a Inglaterra. En la cabeza llevaba la tiara Mellerio, una de las joyas de la reina Emma que data de 1881, y a la que acompañó con todo el conjunto de zafiros. Las damas de la familia real noruega no se quedaron atrás aunque ninguna haya estrenado vestuario. La reina Sonia fue la más recargada con un vestido verde lima con volados, encajes y joyas superpuestas. Eligió la tiara de esmeraldas, una de sus preferidas. De diseño neoclásico con volutas y madreselvas, fue confeccionada en 1807 para Josefina, la esposa de Napoleón. Su hija, Marta Luisa, eligió un vestido color malva y su nuera, Mette-Marit, un vestido blanco con canesú bordado. Las joyas de ambas fueron muy sencillas marcando la diferencia con las reinas.

En el segundo día de la visita a Noruega, Máxima repitió un atuendo y estrenó otro. Ya parece haber quedado atrás la costumbre de usar solo una vez un atuendo de alta costura. La industria de la moda es muy contaminante y sería una contradicción que monarcas que tienen en la agenda la defensa del medio ambiente no hagan lo que predican.

Además, la capa de chenil en azul y ocre y el vestido de seda y organza a rayas en los mismos tonos, ambos de Jan Taminiau, son espectaculares y bien valen que los repita una y otra vez. Pero lo mejor del día estuvo en un detalle: Máxima adornó su cuello con una medalla de oro en la que se podía leer “Love, Mette”. Seguramente se trata de un regalo que le habrá hecho la princesa heredera de Noruega. Justamente Mette-Marit no se quedó atrás en elegancia y, como Máxima, optó por las rayas horizontales en una especie de chaleco largo de seda que no la hacía pasar desapercibida.

En la cena que da comienzo al G20 Máxima llevó uno de sus vestidos más desafortunados

 

La noche del miércoles llegó el último acontecimiento importante de la visita: el concierto en que los reyes de los Países Bajos fueron los anfitriones de los reyes de Noruega. Y Máxima estrenó allí uno de los vestidos que más va a dar que hablar. Está firmado por Claes Inversen y es recto, de color celeste. Lo llamativo son los círculos calados, de tamaños diversos y desparramados por toda la prenda. Cada uno de ellos está rodeado por pasamanería dorada y algunos tienen una tela color piel que evita que se vea la ropa interior. Lo atrevido del diseño nos ha dejado mudos y no ha podido ser mejor broche para cerrar unas semanas en que la reina Máxima nos ha deleitado con su frescura, elegancia y osadía.

 

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