Luz, cámara, castinear: la virtualidad cambió la actuación

Durante los meses de mayor confinamiento por la pandemia de coronavirus todos los trabajos y actividades tuvieron que adaptarse a nuevas formas y la mayoría encontró en la virtualidad la herramienta salvadora que permitió, además de mantenernos en contacto con nuestros seres queridos, continuar produciendo y generando ingresos.

Cada uno a su tiempo y viendo que la cuarentena se extendía más de lo deseado, encontró la manera de reinventarse.

El arte no quedó ajeno a esto. Los museos realizan desde mediados de 2020 muestra virtuales y los cantantes dan shows por streaming, al igual que el teatro, que se las ingenió para adaptarse y subir sus obras a Internet.

Lo que se ve a través de la pantalla es el producto terminado. El resultado de una edición -salvo que se haga en vivo y en directo- de un trabajo arduo que llevó horas de selección, ensayo y producción en un contexto donde nadie podría tener demasiado vínculo.

Si bien ahora comienzan a abrir de nuevo los cines y las salas teatrales, algunas costumbres pandémicas siguen llevándose a cabo porque muchos protocolos deben seguir respetándose para evitar contagios y que la rueda que empezó a girar tome envión.

Así es como los casting se hacen de forma virtual, los ensayos se dividen en grupos y las pruebas de vestuario tratan de realizarse lo más breves posibles.

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“Lo que sucedió a partir de la pandemia es que los casting comenzaron a ser de manera online y recién ahora se hacen presenciales, pero con muchísimo protocolo. La idea online es que mandes tu material, con la cámara según ellos te digan y haciendo la acción que te indican. La producción pasa tus manos, te falta el director diga lo que tenés que hacer. Sólo te mandan un mail con una guía, pero es difícil, necesitás buena luz y un buen celular para que sea casting de calidad”, cuenta Sol Porro (26), música, profesora, DJ y actriz publicitaria platense, que participó en varios procesos de selección y quedó seleccionada para algunas publicidades durante la cuarentena.

“De alguna forma esto a ellos los beneficia, porque se ahorran dinero de producción. Es básicamente eso”, simplifica y aporta otra característica que se dio a partir de esta forma de trabajo: “a quienes no se animan a ir a un casting presencial, esto les resultó más fácil. Los que hacíamos presencial, extrañamos el cara a cara. Yo hice un montón más de casting, pero quedé en muchísimos menos que cuando iba, porque ahora manda más gente y en mi casa costaba hacer contenido de calidad por el equipamiento”.

En mayo de 2020 Sol, hizo una publicidad para Mercado Libre, “cuando no estaba habilitado nada. Directamente me escribió un director que me conocía y me dijo que mandara videos haciendo determinadas acciones. Así entré y participó otra gente que hizo lo mismo. Después editaron las imágenes y armaron el comercial. Es triste porque se deja afuera de trabajo un montón de gente”, explica la cantante.

“Ahora, una vez que mandás el casting online y quedás, vas a grabar. Están evitando prueba de vestuario y piden un hisopado que lo paga la empresa que te contrata”, agrega Sol que sueña con dedicarse a la música por completo, aunque por ahora “lo que me da más plata es la publicidad”.

“La pandemia fue un momento complejo, para quienes nos dedicamos al teatro, que es presencial tanto para actores como para el público”, dice Ignacio Mamonde (23), director y productor teatral de Entrepuertas, que tuvo que readaptar su trabajo durante el 2020 y ahora encara proyectos con algo de presencialidad y mucho de cuidado en el centro cultural El jacarandá los jueves y viernes desde las 20.30.

“Terminamos un casting de actores para cuatro obras antes de que se anuncie la cuarentena. Tuvimos el primer ensayo y al otro día cerró todo. Suponíamos que no iba durar tanto, y en el momento lo que hicimos fue pasar funciones por streaming de la temporada anterior de una obra con entrada a la gorra. Eso fue durante mayo y junio. Nos reeditaron los videos y rearmaron todo. Después armamos entrevistas con los actores de las obras de 2019. Mientras, los artistas que habían sido seleccionados para el musical ensayaban las canciones por si comenzaba la presencialidad. Se hacían los ensayos por Zoom. Iban adelantado lo que podían de esa manera. Reforzamos lo creativo, lo que no estaba escrito se armó”, recuerda Ignacio.

Para noviembre se pudieron comenzar a hacer algunos encuentros y el clima cambió. Si bien se vieron las caras, había que mantener la distancia. “En cuanto a los ensayos, fue sencillo, era cuestión de organizar horarios. Porque son muchos elencos pero obras de 3 o 4 personas como mucho. Buscamos desde la puesta en escena el menor contacto posible, pero conectar los cuerpos a la distancia. Readaptamos las obras y salieron cosas muy interesantes. Eso fue positivo. Hubo que adaptar la dramaturgia, la puesta en escena, la escenografía y mi perspectiva como director”, rescata Mamonde.

“Esto nos va a dar un aprendizaje para ver cómo el teatro incorpora lo tecnológico”

Claro que la espera se hizo larga. “Fue un desafío en todo sentido, un tiempo de espera e incertidumbre donde me terminé dando cuenta de lo importante que era el teatro en mi vida. En ese periodo de espera, uno de los actores me dijo `vamos a tener que readaptarnos a esto porque no sabemos cuándo va a volver todo a lo de ante´ y tenía razón. Lo terrible era la incertidumbre, que sigue estando, pero ahora pensamos hacer una temporada hasta abril con un horizonte mas claro que nos da algo mas de tranquilidad”, destaca el director.

Y si bien para Ignacio hacer teatro es siempre dar un salto al vacío, ahora se duplica la acción “por el temor al contagio de alguien del equipo, por mas que tomemos todos los recaudos”.

Más allá de que ya pueda poner sobre el escenario sus obras, este director siente nostalgia. “La verdad es que reniego de esta adaptación a lo tecnológico a la fuerza. Lo cara a cara no se puede suplantar. Igual toda esta experiencia que vivimos nos va a dar un aprendizaje a quienes hacemos teatro para ver cómo se incorpora lo tecnológico. Yo ya tengo ideas para que podamos establecer ese diálogo. Desde el 2010, con los dispositivos tecnológicos ha cambiado el teatro, aunque a Argentina esté llegando tarde. Sino todos los avances se van al cine, y si bien el teatro es otro lenguaje por su cosa artesanal, se puede sumar tecnología”.