Manos a la obra: beneficios de arreglar los electrodomésticos

Hasta no hace muchos años, reparar los electrodomésticos y dispositivos del hogar era frecuente. Reponer el gas de la heladera, cambiar la manguera del lavarropas o reparar un fusible de la cafetera resultaba común después de unos años de uso.

El avance de la tecnología, de la mano del capitalismo salvaje, hizo que en muchos casos, llevar estos productos a boxes resulte poco conveniente porque cuesta acceder a su interior o porque una vez abiertos ya no es posible dejarlos como estaban (están diseñados para ser reemplazados y no arreglados).

Así, a veces sale más barato cambiarlos por uno nuevo, ya que los repuestos no se consiguen o el precio del más moderno es más accesible.

De esta forma la gente se deshace de teléfonos, licuadoras, televisores y computadoras sin demasiado problema. Sin embargo, la cultura de lo desechable tiene como consecuencia la contaminación, además de la superproducción de productos de poca vida útil (más baratos y fáciles de reemplazar por nuevos).

Por un lado es cierto que a veces la tecnología queda obsoleta, pero otras no es tan así y reparar los electrodomésticos tiene varios beneficios. Tantos, que en Europa salió una nueva ley que obliga a los fabricantes a producir repuestos de sus productos durante 10 años. Una medida que apunta a cuidar el medio ambiente.

Y es que lo cierto es que la mayoría de las veces, el problema subyacente con un dispositivo es simplemente una cuestión de la unidad que requiere mantenimiento, reemplazo de partes o reparaciones simples. Todas estas necesidades son fáciles de satisfacer con una sola llamada a los principales profesionales de reparación de electrodomésticos.

LE PUEDE INTERESAR

Quesos: cuál es el mejor para cada plato

LE PUEDE INTERESAR

Para el postre: frutas, chocolate y azúcar

En la mayoría de los casos, la reparación de electrodomésticos es mucho más económica que comprar una unidad completamente nueva.

Por otro lado, es más rápido reparar que seleccionar, comprar y esperar la entrega e instalación de un nuevo dispositivo, que puede ser un proceso largo, dependiendo del producto.

Reemplazar un aparato cuando no es necesario es simplemente un desperdicio. No sólo se desechan una cantidad masiva de material que aún es útil, sino que se desperdiciará mucha energía durante el proceso de producción y adquisición del dispositivo de reemplazo.

Miles de electrodomésticos son tirados a diario creando verdaderas montañas de basura electrónica, lo que al año supone una cantidad innumerable. Ello genera un terrible impacto ambiental que nos cuesta más caro que cualquier reparación o aparato nuevo.

PIONEROS

Es por eso que desde el 1 de marzo último, todos los fabricantes que vendan dispositivos como heladeras, lavarropas, secadores o televisores en la Unión Europea (UE) y Reino Unido, tendrán que garantizar que estos dispositivos pueden repararse durante un periodo de 10 años. Aunque Reino Unido esté fuera de la UE, el país tendrá que cumplir con los requisitos de los países europeos en normativa de consumo si quiere poder seguir vendiendo productos a países miembros.

El objetivo de esta ley es reducir los residuos electrónicos, los cuales han aumentado a niveles preocupantes en los últimos años, y dificultan el objetivo de la UE de llegar a ser neutrales en emisiones de carbono. Cada año, los europeos generan más de 16 kilos de residuos electrónicos por persona. En torno a la mitad de ellos es debido a electrodomésticos. De ellos sólo se recicla el 40 por ciento, dejando una gran cantidad de residuos.

A veces, el problema con un dispositivo se soluciona con una reparación simple o mantenimiento

Desde la UE han destacado que es un gran problema para los usuarios que sea difícil acceder al interior de los dispositivos, ya sea porque estén pegados, porque estén diseñados para ser complejos, o porque una vez abiertos ya no sea posible volver a montarlos correctamente. La falta de piezas de repuesto es otro gran problema, donde una pequeña pieza de plástico puede inutilizar un dispositivo entero, y es difícil encontrarla en Internet. Esta frustración es aún mayor cuando el dispositivo es relativamente nuevo, con apenas unos años de uso.

Aunque la normativa obliga a los fabricantes a garantizar que haya piezas disponibles durante al menos 10 años, algunas sólo están disponibles para empresas profesionales de reparación para garantizar que se instalen correctamente.

Ahora, la UE no quiere que la normativa se quede ahí, y en el futuro pretenden que sean los fabricantes los que digan antes de comprarlo cuánto esperan que dure el dispositivo y durante cuánto tiempo garantizarán que se puede reparar. Con ello, se fomentaría que los fabricantes creasen productos más duraderos. Una de las quejas más comunes que es algunos dispositivos se rompen justo después de terminar la garantía, haciendo pensar a los usuarios que la obsolescencia programada realmente existe.

La chatarra electrónica se ha convertido en un problema para el medio ambiente

La ley actual europea sólo cubre a los electrodomésticos y televisores porque son los más fácilmente accesibles por su gran tamaño. Sin embargo, el siguiente paso que quiere dar la UE es que la ley incluya también a teléfonos móviles, portátiles y otros dispositivos electrónicos de pequeño tamaño. Reciclar un celular suele ser también importante debido a la presencia de metales raros y poco comunes que pueden usarse para crear nuevos dispositivos, además de que es posible encontrar otros usos para un teléfono con bastante facilidad, como un servidor, un HTPC o una cámara de seguridad.

Las nuevas normas suponen una victoria a medias para los consumidores. Por un lado, será más difícil justificar la habitual invitación de los comerciales a adquirir productos nuevos por aquello de que “saldrá más barato que la reparación” del anterior. Sin embargo, la ley permite a los fabricantes reservar los componentes de repuesto de sus máquinas para estos servicios profesionales, de modo que la reparación de electrodomésticos por uno mismo seguirá siendo complicada.

Por otro lado, el director de Asuntos Legales y Económicos de la organización europea de consumidores (BEUC), Agustín Reyna, considera que se podrán crear “muchos empleos locales en el sector de la reparación y en el mercado de segunda mano”. Ello redundaría en un beneficio para los consumidores: “Otras personas se pueden beneficiar de un producto que funciona y comprarlo a un precio más asequible que nuevo”, reflexiona.