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Soy mi propio jefe: emprender, tropezar y volver a aprender

No cumplen órdenes pero cargan con toda la responsabilidad de generar sus ingresos. Historias de platenses que construyeron su mundo laboral desde la pasión

Soy mi propio jefe: emprender, tropezar y volver a aprender

Juan Pablo en plena clase. Desde 2016 da cursos de peluquería

María Laura López Silva

María Laura López Silva
llopezsilva@eldia.com

2 de Enero de 2022 | 03:58
Edición impresa

Ser dueño, tomar las decisiones y ganar dinero. La idea de trabajar como el “propio jefe” es el sueño de muchos y la realidad de muy pocos. Si bien la pandemia ha multiplicado las experiencias de emprendimientos y emprendedores que buscan autonomía laboral, lo cierto es que tener una empresa, pyme o pequeño negocio no es para todos. Según los testimonios de platenses que se embarcaron en este estilo de vida hace años, así como los que están pro dar el salto, hay varias cuestiones a tener en cuenta, pero la clave está en amar lo que se hace. De otro modo, la libertad de no responder a autoridades directas, que tiene como contraposición mayores responsabilidades y sacrificios, se convierte en esclavitud.

Entre expertos, principiantes y especialistas, conocemos un poco más de este mundo de trabajadores independientes. Juan Pablo Bollini (35) nunca se puso como meta vivir de su pasión. Se crió entre tijeras, peines y ruleros porque su mamá tenía una peluquería en Tolosa y allí comenzó a conocer el oficio. “Arranqué en 2000 con el primer curso de estilista, a los 14 años. Lo hice más como un juego. Quería ser peluquero pero recién salía al mundo. Sabía que me gustaba, pero no sé si pensaba en que quería vivir de esto, yo ayudaba en la pelu de mi vieja lavando cabezas y secando pelos”.

Hoy Juan tiene su propio local y escuela de peluquería, además de seguir atendiendo a domicilio, como cuando empezó con sus primeros clientes. Pero para llegar a donde está ahora, el recorrido fue largo y diverso: “en un momento no estuve más en el negocio de mi mamá y trabajaba en distintas peluquerías y cuando tenía 19 años me salió la oportunidad de ir a México. Había estudiado asesoría de imagen en la Ciudad de Buenos Aires y ahí conocí una mexicana que era diseñadora y me ofreció viajar con ella. Eso fue hermoso porque nunca me imaginé que podía salir de La Plata, nunca se me había puesto en la cabeza si podía trabajar en otro país. Fui bien recibido porque esta chica tenía muchos contactos del sector y estaba bien posicionada, así que trabajaba un montón; además era la novedad porque venía de Argentina. Estuve casi un año allá y me volví porque extrañaba mucho, me estaba yendo cada vez mejor pero me asusté”.

Sin embargo, esa experiencia le despertó el espíritu viajero y durante varios años Juan sólo trabajaba a domicilio y con lo que ganaba se permitía vacaciones en distintos lugares del mundo. Entre esos destinos, un día aterrizó nuevamente en México. “Me iba a quedar más tiempo pero al final sólo estuve un mes. Di algunos cursos de peluquería y funcionaban muy bien. Por eso cuando volví a La Plata le propuse a un colega armar una escuela de peluquería”.

Desde 2016 y hasta la pandemia, Bollini fue socio de su tocayo Flores. Ahora sólo el primero maneja la escuela -@escuelajuanpablo- y desde marzo de 2020 fue un desafío llevarla adelante. “Me reinventé. Los cursos online funcionaron muy bien, aunque al principio no creía que fueran a convocar gente, y este año recién volvimos de forma presencial pero con cupos reducidos, pero la verdad que terminó un año bueno”.

Todo este camino recorrido le dan a Juan la autoridad para saber qué es lo que se debe hacer para ser el “propio jefe”. “Hay que enfocarse en las partes fuertes. Yo sabía que era bueno peinando y me dediqué a potenciar eso, peiné mucho tiempo a novias o quinceañeras a domicilio. Le saqué jugo a eso. Después lo demás viene, te buscan por algo en que te destaques y hay que profundizar en eso”, explica.

“En el tema del manejo del dinero siempre fui muy prolijo y me planteo objetivos para juntar plata para tal o cual cosa. Igual nunca tuve la prisa de conseguir todo ya, sino pensar que en algún momento va a llegar. También es un sube y baja con mucha incertidumbre y he cometido mil errores en el proceso de aprendizaje. Eso trataba de corregirlo y le metía para adelante. A alguna clienta le habré cortado de más seguro”, bromea Juan.

Tener éxito no sólo es suerte, sino buscar la manera de lograr las cosas. Eso mismo que este peluquero aplica cuando corta el cabello, también lo utiliza en sus clases. “M método de trasmitir y enseñar es desde la diversión, y entendiendo que cada persona tienen un proceso de aprendizaje distinto. No soy de exámenes y esas cosas, vamos por otro lado con el sistema de enseñanza. Me siento un privilegiado, siempre supe que iba a ser peluquero. No lo hice por la plata, sino porque me encantaba cambiarle el look a la gente, fue desde el disfrute no desde la ambición. Me sirvió un montón la ayuda de mi vieja que me trasmitía su conocimiento porque tenía su camino recorrido y me aconsejaba bastante. Pero le metí muchísima energía, siempre me capacité porque me gustaba y quería crecer”.

El aprendiz motivó al maestro

La historia de Gabriel Malán (34) es al revés que la de Juan. En su caso fue él quien incentivó a su padre para armar un portal web de noticias industriales y económicas -@serindustria-. “Mi papá es periodista y siempre lo acompañé a hacer entrevistas o me daba cosas para desgrabarle. En mi primer año en la facultad de Periodismo trabajé en un portal de interés general y fue ahí cuando le insistí a mi viejo para armar uno”, explica este periodista platense.

Aquello fue en 2011 y la página que tenían era de información general. Para 2015, con experiencia y un estudio de mercado más profundo, hijo y padre crearon el portal del que hoy viven los dos. “Es más específico, de nicho. De a poco vamos creciendo y eso nos motiva”, dice Gabriel y resalta que al principio ninguno de ellos estaba especializado en temas económicos y su forma de redacción ni en redes sociales, pero con dedicación y capacitación lograron darle forma al proyecto.

“Vivimos de esto los dos, por eso vamos abriendo otras secciones o espacios dentro del mismo rubro. Laburamos todo el día y todos los días menos los domingos, aunque ese día, tipo 20 arranco a armar algo para tener el lunes organizado. Vacaciones, imposible; se complica mucho, siempre vamos con la computadora a todos lados. Pero también es algo que nos gusta, no nos levantamos a las 6 de la mañana para ir a una fábrica. Siempre trabajé así, nuca tuve un empleo en relación de dependencia y lo que tengo es la experiencia de mi papá, que dejó algo fijo porque quería hacer otra cosa y buscar su horizonte en algo que le interesa”, cuenta Malán y agrega que “saber que tu entrada de dinero depende sólo de vos es un tema complejo, de a poco te vas acostumbrando y acomodando. Destaco mucho que esto es hacer lo que me gusta aunque se vaya creciendo de a poco. Nunca podés ir a menos”.

Cualquiera podría pensar que al tratarse de noticias relacionadas con la industria, la pandemia puso a estos periodistas en aprietos. Sin embargo, no fue así. “Nos favoreció porque la gente tuvo más conexión a Internet, nos conoció y crecimos. Además hacíamos más notas ya que no perdíamos tiempo yendo y viniendo, las personas nos podían atender más fácil”, recuerda Gabriel.

¿El consejo de este autónomo? “Lo primero es emprender en algo que te guste porque si no va a estar complicado. Y hay que ser perseverante. Depende mucho del rubro, pero si ya se tiene un sueldo fijo, no da largar todo para arrancar un emprendimiento de la nada, mas vale ir acomodándose de a poco. Para nosotros, los primeros 5 años fueron de mucho laburo, el tema de la inflación siempre nos corre pero vamos bien, no podemos parar. Tenemos diseñadores y algún que otro colaborador, pero la parte publicitaria la manejamos nosotros, estamos en casi todo”.

Manos mágicas

Victoria Bruno trabaja como administrativa en el Ministerio de Educación y desde hace unos meses analiza seriamente la posibilidad de renunciar y dedicarse a su nueva pasión. Durante la pandemia descubrió que, si bien las manualidades nunca habían sido su fuerte, todo era cuestión de práctica

“El día que se cerró todo con mi familia nos aislamos. La primera semana estuvo bárbaro, eran como vacaciones, pero después necesitaba hacer algo. Yo venía mirando objetos de cemento y videos de tutoriales y no me animaba a arrancar porque siempre fui como muy inútil con las manualidades. Pero del aburrimiento empecé a probar y como me empezó a gustar se me prendió la chispa de tener un emprendimiento”, cuenta Victoria que al principio experimentó con cemento blanco y gris hasta que su hermana le regaló un curso online de terrazo y se quedó con ese material para realizar desde piezas de decoración hasta mesadas de cocina -@ infinito.handmade-.

“Hice capacitaciones por Zoom, veía videos, me compré algunas máquinas. También consultaba con gente de otros lados que hacen cosas con materias primas parecidas. Al principio lo que gastaba era pérdida total, lo disfrutaba pero no ganaba dinero”, dice esta mamá de dos nenas que desde hace casi dos años, con el apoyo de su marido adaptó el patio de su casa para convertirlo en su taller.

“Al principio estaban todos sorprendidos con mi nueva habilidad y ni yo puedo creer estar pensando en dejar mi trabajo porque me está yendo muy bien. Me asusta aún dejar el trabajo fijo. Mi familia me apoya aunque por ahí la gente más grande, como mi mamá, es más temerosa respecto a lanzarse con algo desde cero. Pero quiero armarme un espacio más grande, tener mejores herramientas, quizás sacar algún crédito emprendedor. Me estoy asesorando para poder dejar el Ministerio ya que el crecimiento que tuve en el emprendimiento es impresionante y todo lo hago yo, desde armar la mezcla hasta despachar en el correo. Por ahora sigo con las dos cosas, volviéndome loca”, explica Victoria que en las últimas semanas de diciembre tenía más de 100 piezas para entregar antes de enero y ya agenda encargos para febrero.

De lo único que no se encarga es de las redes sociales: “tengo casi 40 años y no estoy canchera con eso. Lo hace mi sobrina y me desligo de esa parte, salvo que haya un pedido o preguntas específicas. Estoy feliz con esto, encontré mi cable a tierra, me encanta hacerlo”.

Aunque trabaja sola, resalta lo beneficioso que es para ella estar en contacto con colegas de todo el país a las que conoció durante este tiempo. “Formamos un grupo de 28 personas en el que compartimos experiencias, consejos, nos pasamos información, datos de proveedores, de todo. Nos apoyamos mucho entre nosotras y gastás menos plata en cosas que quedan tiradas. Son recursos que sirven para ahorrar tiempo y dinero. Y de ahí, con un grupo más reducido aún, nos conectamos con una empresa de rosario que hace cosas más importantes y nos terceriza encargos. Cada una sigue con su proyecto personal pero cuando hay proyectos más importantes nos juntamos.”.

Con casi dos años de experiencia y mucho entusiasmo, victoria se anima a dar su recomendación emprendedora: “si tienen las ganas hay que darle para adelante. No es fácil, hay muchas trabas, pero hay que capacitarse todo el tiempo y buscar ser el mejor en lo que hace. Las cosas llegan cuando tienen que llegar, creo que hay que animarse y confiar en uno. Eso me pasaba a mi, nadie confiaba y yo tampoco. Pero me la jugué y hoy estoy re disfrutando”.

“Nadie confiaba en mí y yo tampoco. Pero me la jugué y hoy estoy re disfrutando”

“Hay que enfocarse en las partes fuertes. Yo sabía que era bueno peinando y potencié eso”

“Hay que emprender en algo que te guste, porque si no va a estar complicado”

“Vacaciones, imposible. Se complica, vamos con la computadora a todos lados”

 

 

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Juan Pablo en plena clase. Desde 2016 da cursos de peluquería

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