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Séptimo Día |OPINIONES DE TONI PUIG Y DE ORTEGA Y GASSET

El humor nacional, de la euforia a la depresión en pocos segundos

El vertiginoso cambio de los memes mientras la Selección jugaba en el Mundial de Qatar contra Arabia. El fútbol da más tristezas que alegrías, según Andrés Oppenheimer

El humor nacional, de la euforia a la depresión en pocos segundos

MARCELO ORTALE
Por MARCELO ORTALE

27 de Noviembre de 2022 | 07:26
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El humor de los argentinos se expande y contrae con notable velocidad. En cuestión de segundos pasa de la euforia más desatada a la depresión más profunda. Hace años que el pensador catalán Toni Puig se muestra sorprendido –y hasta maravillado- por esta cualidad que le parece tan argentina. Y cada vez que viene al país no deja de asombrarse por la “elasticidad” del criollaje para trasladarse de un extremo a otro de su estado de ánimo.

“Hombre -dice en sus conferencias- la mayoría de las nacionalidades son notablemente aburridas...ni hablar de los europeos con esa estabilidad secular...pero la argentina es diversa y sorprendente”. Con su saco color frutilla y su pantalón a cuadros verdes, Puig suele decir en sus conferencias que todas las mañanas los argentinos elaboran su propio Génesis, es decir crean al mundo.

Y que una vez pasadas las horas diurnas, cuando llega la noche, en ese misma jornada, los argentinos declaran que se inició el Apocalipsis y rompen todo lo que hicieron, para seguir con esa rutina al día siguiente. “Es imposible aburrirse en la Argentina”, remata.

 

“Tenemos que tomarnos todo esto con humor y sin dramatismo”

 

Aburrirse no, pero viajar en tren bala entre la euforia a la decepción puede llegar a ser agotador. Se tiene un fresco ejemplo, el de hace pocos días, cuando el seleccionado argentino inició el Mundial de Qatar contra el equipo de Arabia Saudita.

Hasta antes del partido y desde hacía tiempo el paisanaje saltaba y hacía resonar bombos y trompetas de victoria universal. Pero cuando aún se jugaba el partido y el resultado era adverso, se pasó de una fase a la otra. No había transcurrido la mitad del segundo tiempo y las redes ya ardían de memes llenos de un humor ácido, a medida que Arabia ganaba el partido.

Andrés Oppenheimer / Web

“Caímos ante el mejor”, decía uno de ellos, y se refería al VAR. Pero allí empezó a plasmarse una nutrida colección de videos y una masterclass argentina sobre el aforismo “reírse para no llorar”.

Es la ilusión permanente, el estado endémico de esperanza adolescente a veces desnuda de realidad, dijo refiriéndose al carácter argentino el filósofo español José Ortega y Gasset. En un viaje en tren a Mar del Plata vio por primera vez la llanura bonaerense, ese inmenso desierto de pastos y creyó encontrar en ella una clave para definir el carácter de los argentinos.

Sorprendido por la inmensidad luminosa de la llanura, rodeada siempre por horizontes herméticos, reflexionó: “Acaso lo esencial de la vida argentina es ser promesa. El que llega a esta costa ve, ante todo, lo de después. La pampa promete”. El argentino no mira el objeto que tiene a su frente, espera ver lo que vendrá.

“La forma de existencia del argentino es el futurismo concreto. No es un futurismo de tipo colectivo –agregó Ortega- sino que cada cual vive desde sus ilusiones como si fuesen ya la realidad. Esas promesas de la pampa tan generosas, tan espontáneas, muchas veces no se cumplen. Las derrotas en América deben ser más atroces que en ninguna parte. Queda el hombre sin cuidados para la herida. El criollo no asiste a su vida efectiva, sino que se la ha pasado fuera de sí, instalado en la otra, en la vida prometida

Las derrotas deben ser más atroces que en ninguna parte, dijo. El humor negro, sombrío las acompaña. Pero antes estuvieron las promesas, tan generosas y, por consiguiente, las mirada ilusionadas y jóvenes.

Muy criticado después por algunos pensadores argentinos que no aceptaron esta tesis, Ortega no se quedó atrás a la hora de señalar: “No se trata de que los argentinos estén mal dotados; sino que no se han adscrito nunca a la actividad que ejercen, no la han aceptado como su vital destino, sino a manera transitoria. Los oficios son como camisas. El inmoderado apetito de fortuna, la audacia, la incompetencia, la falta de adherencia y el amor al oficio o puesto son caracteres conocidos que se dan endémicamente en todas las factorías. La nacionalidad argentina es la más avanzada de las “factorías”.

EL FÚTBOL, UN PROBLEMA

Y ya que está en curso el Mundial de fútbol de Qatar, el 22 de este mes, La Nación publicó un artículo del escritor y periodista Andrés Oppenheimer, titulado “¿La Copa nos hará más felices?” en donde alude a dos conceptos hasta ahora pocos relacionados: el fútbol y la tristeza.

 

“La tristeza de perder es mayor que el placer de ganar”

 

“Durante las próximas semanas todos vamos a ver imágenes de hinchas eufóricos celebrando los partidos que ganen sus selecciones en la Copa Mundial de Qatar. Pero, para mi sorpresa, hay estudios según los cuales esas imágenes van a ser la excepción a la regla. Según un estudio británico, el fútbol en promedio hace a la gente más infeliz que feliz”, comienza señalando.

Oppenheimer rescata un trabajo de George MacKerron un economista conductual de la Universidad de Sussex, que estudió (desde el fútbol) las causas de la felicidad y la infelicidad entre 4,5 millones de personas. La conclusión, dice, fue la siguiente: la tristeza de la gente cuando su equipo pierde es mucho mayor que el placer que siente cuando su equipo gana.

Agrega Oppenheimer: “Aunque el fútbol es un deporte fantástico, mucha gente se lo toma demasiado en serio, a tal punto que en muchos casos genera desilusión, enfrentamientos violentos entre aficionados, infartos, derrames cerebrales y accidentes de tráfico”.

En la seguidilla de memes argentinos “producidos” en los minutos en que la selección de Arabia iba ganando el partido, en uno de ellos se mostró a una familia bailando y saltando abrazada –abuelos, hijos, nietos-, todos con gorros argentinos. Es decir, esa escena era antes del partido o en sus primeros minutos, después del gol de Messi.

José Ortega y Gasset / Web

Pero el meme cambia y de pronto se ve a uno de ellos atacando con un hacha al flamante Plasma de 60 pulgadas, mientras los abuelos saltan sobre los pedazos rotos del aparato.

MacKerron, al ser entrevistado por Oppenheimer, le dio la conclusión filosófica de esta suerte de ecuación pasional: “La tristeza de perder es mayor que el placer de ganar, por lo que el balance promedio de la felicidad de la gente con respecto al fútbol es negativo...En otras palabras, el impacto de perder es mayor que el impacto de ganar”.

Oppenheimer ofrece datos inesperados y hasta dramáticos sobre la influencia de los mundiales de fútbol, reflejados, por ejemplo en mayores números de infartos y accidentes de tránsito. Pero evita ahondar en esa veta y concluye: “Para que quede claro, me encanta el fútbol, y pienso ver todos los partidos del Mundial que pueda. Pero tenemos que tomarnos todo esto con humor y sin dramatismo. El fútbol es probablemente el deporte más apasionante del mundo, pero no merece una sola muerte, ni una pizca de aumento de la infelicidad. Es solo un juego”.

Con humor y sin dramatismo, es decir con el lado claro del carácter nacional. Pero todos, desde los académicos más encumbrados hasta gente que a duras penas entiende el alfabeto, cuando se trata de fútbol y de un Mundial todos juntos están a un paso y a décimas de segundo de pasar a su lado sombrío, al humor más negro de sus pasiones. Así somos y en eso estamos.

Las memes, un clásico del humor popular que aflora con los partidos de la selección / Twitter

 

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Andrés Oppenheimer / Web

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Las memes, un clásico del humor popular que aflora con los partidos de la selección / Twitter

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