Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí

Enviar Sugerencia
Conectarse a través de Whatsapp
Temas del día:
Buscar
Toda la semana |CASI TODA LA FAMILIA UNIDA

Felipe de Edimburgo: el príncipe más leal y el marido más paciente

La corona de Inglaterra homenajeó al fallecido esposo de la reina Isabel II, que siempre caminó tres pasos detrás de ella y renunció a varias de sus aspiraciones para hacerla feliz

Felipe de Edimburgo: el príncipe más leal y el marido más paciente

Vista de la Abadía durante el servicio

VIRGINIA BLONDEAU
Por VIRGINIA BLONDEAU

3 de Abril de 2022 | 08:32
Edición impresa

La esposa del rey, es reina. El esposo de la reina ¿es rey? No necesariamente y de hecho, si miramos al pasado, hubo solo algunos pocos casos en que el marido de una reina por derecho propio se haya convertido en rey. En el presente no hay ninguno y, de cara al futuro, las casas reales van a tener que ver qué hacen con esos hombres que acceden al trono como consortes pero que no tienen ninguna función oficial.

En nuestras próximas ediciones vamos a analizar con detenimiento esta cuestión, pero hoy nos centraremos en el consorte más famoso: el príncipe Felipe de Edimburgo de quien el próximo viernes se cumple un año de su fallecimiento.

La reina llega con el duque de York

Felipe había nacido en 1921 en Corfú como príncipe de Grecia y Dinamarca y a los siete años comenzó su educación en Inglaterra bajo la protección de su tío Luis Mountbatten, de quien tomó el apellido. El tío Dick, como se lo conocía, vislumbró que su sobrino podía ser un buen candidato para casarse con Isabel, la heredera del trono de Inglaterra. Mountbatten también era tío de ella, tenía mucho poder político y, además, gran influencia en la familia real. De modo que ofició de celestino y su sueño se hizo realidad: los jóvenes se casaron en 1947 y, como todo el mundo sabe, vivieron juntos y felices por más de 73 años. Pero no todas fueron rosas… Felipe tuvo que renunciar a una carrera naval muy prometedora para casarse con Isabel y, cuando en 1952, ésta se convirtió en reina, pasó a caminar tres pasos detrás de su esposa y fue relegado a un segundo plano. Influenciado por su tío pidió lo que pidieron casi todos los consortes que lo precedieron: tener injerencia en las decisiones de estado, estar presente en la reunión semanal con el Primer Ministro, ser rey consorte y darle su nombre (Mountbatten en este caso) a la dinastía. Poco o casi nada logró pero descubrió que, no por no tener un título oficial que lo avalara, tenía que pasar desapercibido. Y con su inteligencia, picardía y saber estar se convirtió en protagonista. Cuando ya llevaba unos años en la familia pudo ser reconocido con el título de príncipe de Edimburgo y convenció a la reina de que sus hijos y nietos no herederos llevaran su apellido. Su orgullo quedó a salvo y fue el más leal y mejor representante de Su Majestad.

Su muerte, a los 99 años, dejó a todos desolados y más aún cuando, al estar el Reino Unido en plena crisis sanitaria, no tuvo un funeral a su altura. Es por eso que casi un año después de su desaparición física se organizó un homenaje que no recordó su muerte sino que se hizo para agradecer y celebrar su vida.

Los reyes de los Países Bajos, Máxima y Guillermo Alejandro

Tuvo lugar en la Abadía de Westminster el martes pasado y fue el regreso de la reina Isabel II a las actividades fuera del palacio luego de haber contraído Covid-19 y otras afecciones. Aunque siempre digna, se la vio un poco disminuida, con un moretón apenas disimulado en su rostro y con algo de dificultad al caminar. También estaba triste y afectada al punto que, durante el servicio, asomaron a sus ojos unas lágrimas que supo contener a tiempo. La reina no entró por la puerta principal como lo hace habitualmente sino por un lateral. Y a todos sorprendió que su entrada y su caminata fueran del brazo del príncipe Andrés, el hijo que está a punto de ser condenado por corrupción de menores y otras lindezas. De hecho, se especulaba con que ni siquiera iba a asistir y, sin embargo, por razones que desconocemos, se convirtió en el protagonista del día. Los medios suponen que al ser el único que asistiría sin pareja y al tomar la reina a último momento la decisión de estar presente, era el indicado para acompañarla. Puede ser… pero también puede ser visto como una muestra de apoyo que, suponemos, al príncipe Carlos no le habrá hecho ninguna gracia.

Esta misa de Acción de Gracias fue también el primer acontecimiento en años que reúne a los miembros de las casas reales. Dijeron presente los reyes de los Países Bajos, los de Suecia, los de España y los de Bélgica; la reina Margarita de Dinamarca, el príncipe Alberto de Mónaco, la gran duquesa María Teresa de Luxemburgo y miembros de las dinastías no reinantes de Grecia, a la que pertenecía el príncipe Felipe, de Serbia y de Rumania. El ausente fue el rey Harald de Noruega por estar con Covid.

A casi un año de la muerte de Felipe, se hizo un homenaje para agradecer y celebrar su vida

 

Es una pena para los interesados en el mundo royal que el protocolo británico ponga tan en segundo plano a los representantes de otras casas reales. Ya hemos visto que en las bodas reales, que se televisan con minuciosidad, se le da mayor importancia a mostrar personajes del mundo del entretenimiento que a los jefes de estado de los países monárquicos. Este homenaje no fue la excepción. Por empezar no siguieron el orden indicado por antigüedad en el trono para el ingreso a la Abadía y tampoco había nadie que les indicara como proceder; una vez adentro los sentaron a partir de la décima fila y lo peor fue a la salida del templo. Primero, como es lógico, salieron los miembros principales de la familia real británica y luego se dispusieron a hacerlo los de otras casas reales. Matilde y Felipe de Bélgica se apuraron y lo lograron pero cuando iba a salir el resto, uno de los acomodadores los frenó, los empujó hacia un costado y los hizo arrinconarse cual jubilados en la fila del banco para que dejaran libre un pasillo por donde tenían que salir los primos y sobrinos de la reina. La cara de Máxima era de estupefacción y la pobre reina Margarita de Dinamarca se aferraba a una puerta para que descansaran sus pobres huesos. Felipe de España y Guillermo Alejandro se lo tomaron con humor y Alberto de Mónaco pedía explicaciones. Pero hasta que no salieron uno a uno todos los parientes lejanos de Isabel, no dejaron salir al resto. Semejante afrenta habrá sido comentario obligado entre Letizia, Máxima y María Teresa de Luxemburgo, las tres hispanohablantes del grupo y, reconozcámoslo, nos hubiera gustado ser mosca para escuchar lo que dijeron.

Además de los cuatro hijos del difunto y sus cónyuges estuvieron también nietos, bisnietos, sobrinos y sobrinos nietos, un grupo de niños y adolescentes que, en su mayoría, no pueden negar que son Windsor. De hecho, casi todas las nietas y bisnietas son muy parecidas a la reina y en algunas ha salido el gen recesivo de los Hannover y son casi idénticas a la reina Victoria. El duque de Edimburgo puede descansar feliz porque fue un homenaje familiar, discreto, elegante y muy cariñoso. Y lo más importante, muy parecido a lo que él había planeado para su funeral. Un solo detalle lo hubiera contrariado: la ausencia del nieto que más se le parece, el caprichoso Harry, duque de Sussex, autoexiliado con su familia en Estados Unidos. Harry desistió de ir ya que teme sentirse inseguro debido a que el gobierno del Reino Unido le negó seguridad policial.

La reina Margarita de Dinamarca y la princesa Beatriz de los Países Bajos

El acto dio comienzo a las 11.30 del martes 29 de marzo. Al duque le rindieron homenaje integrantes de la asociación Cadetes del Mar, coreutas de Westminster y Saint James y los clérigos de Windsor, Sandringham y Balmoral, reconocidos como los capellanes particulares de la reina. Las palabras más sentidas estuvieron a cargo de Doyin Sonibare, ganadora del Premio de Oro Duque de Edimburgo. Sonibare destacó cómo gracias al premio logró comenzar sus estudios, conseguir su primer trabajo y estar haciendo ahora un doctorado en ciencias. Recalcó que el trabajo filantrópico del duque cambió su vida y la de muchas personas. El reverendo David Conner fue quien más certero estuvo a la hora de recordarlo ya que destacó que de ninguna manera le hubiera gustado al príncipe que sólo se dijeran de él alabanzas de modo que, además de recalcar su energía intelectual y física, su enorme capacidad de trabajo y su espíritu práctico sacó una sonrisa a los presentes al recordarlo también como intimidante y abrupto “al pinchar lo que él pensaba que podían ser burbujas de pomposidad o adulación”.

Felipe tuvo que renunciar a una carrera naval muy prometedora para casarse con Isabel

 

Para decorar la abadía la propia reina eligió los arreglos florales con los colores patrióticos rojo, blanco y azul y que incluían el mismo tipo de orquídea que, en 1947, había en su ramo de novia.

Más allá de los errores protocolares, de la informalidad en los horarios y de algún que otro llanto, el servicio fue emotivo y alegre. Como decíamos, se celebró la vida de un hombre que supo encarnar al consorte ideal. No fue un papel fácil para él ni para ninguno de los que lo precedieron pero supo aprender de los errores propios y ajenos y hacerse un lugar más allá de los títulos. ¿Hubiera sido diferente si en lugar de príncipe se lo hubiera nombrado rey consorte, como él y tantos maridos de reinas han pretendido? Nunca lo sabremos pero no hay duda de que, por lo menos en el ámbito familiar, era mucho más que un segundón.

ESPEJITO, ESPEJITO

Como siempre decimos, en el mundo royal la ropa, las joyas y los accesorios no son una frivolidad. Emiten un mensaje y consagran o defenestran a quien los luce. No ha sido diferente en este acto en el que la mayoría de las damas ha cumplido a rajatabla con el dress code propuesto por la casa real. Los colores más elegidos fueron el gris oscuro y el azul, seguido por el negro y el verde botella que llevaron la reina Isabel II, su hija Ana, Camila y Letizia, la reina de España. Y no es casual el tono ya que en Inglaterra suele llamarse “verde Edimburgo” por ser el preferido del duque y el que llevaban en su uniforme sus colaboradores. El desfile de abrigos de excelente sastrería y paños de ensueño no lo volveremos a ver ni en las mejores pasarelas parisinas. Hubo un solo atuendo que parecía estar a contratono: el llamativo vestido a lunares de Kate, la duquesa de Cambridge. Ella tiene docenas de abrigos de todos colores que suele usar en invierno, por eso es incomprensible que para esta ocasión llevara como única prenda un vestido ochentoso de Alessandra Rich, con hombreras enormes y tablas a la cadera muy al estilo de Diana. El sombrero de rafia con ala ancha tampoco gritaba sobriedad sino que por el contrario le daba un aire aún más informal. Aunque el conjunto le quedaba perfecto, desentonaba con el resto.

Los príncipes de Gales y los duques de Cambridge

Letizia volvió a confiar en la modista del palacio para que le confeccionara un perfecto tapado de paño con detalles de pana; Máxima repitió total look de Valentino; María Teresa lució un abrigo tipo capa, labrado, de Lanvin; y la duquesa de Wessex un impecable tapado de terciopelo azul de la firma Suzannah. Tal vez la más dedicada a la hora de elegir su atuendo fue Camila quien, como dijimos, iba de verde Edimburgo pero, además, tenía un modelo de tapado inspirado en el uniforme del Regimiento de Infantería Los Rifles y cuyo escudo llevaba en la solapa. La elección no fue casual: la última aparición oficial del duque de Edimburgo fue el día en que le cedió el patronazgo de dicho regimiento a su nuera.

La reina también optó por el color verde y como complemento llevó el broche Scarab, realizado por el joyero Andrew Grima en oro, diamantes y rubíes que representa en forma abstracta un escarabajo. La pieza fue un regalo personal del duque de Edimburgo a la reina en 1966. Todo un símbolo para homenajear a su hombre, más allá de los títulos.

Los reyes de España, Letizia y Felipe

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE

ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES

HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS

Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales

¿Ya tiene suscripción? Ingresar

Básico Promocional

$120/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $2250

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Suscribirme

Full Promocional

$160/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $3450

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Acceso a la versión PDF

Beneficios Club El Día

Suscribirme
Ir al Inicio
cargando...
Básico Promocional
Acceso ilimitado a www.eldia.com
$120.-

POR MES*

*Costo por 3 meses. Luego $2250.-/mes
Mustang Cloud - CMS para portales de noticias

Para ver nuestro sitio correctamente gire la pantalla