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Control como coraza: ¿Todo vale para no sentir vulnerabilidad?

Nadie quiere pasar un mal momento, pero muchas veces terminamos excediéndonos en las precauciones y el sobre análisis de posibilidades generando reacciones contraproducentes

Control como coraza: ¿Todo vale para no sentir vulnerabilidad?

Cuando las cosas no salen como las “planearon” los controladores, se puede sentir mucha ansiedad

14 de Agosto de 2022 | 07:23
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Hay personas que se esfuerzan por controlar todo y a todos, pero en el fondo, es solo un recurso para ocultar sus propias inseguridades.

¿Cuántas veces vimos a una persona esforzarse por controlar absolutamente todo lo que ocurre a su alrededor? O peor aún, ¿cuántas veces nosotros mismos intentamos ejercer un supuesto “poder” sobre lo que acontece en nuestro entorno?

“Estos comportamientos son desgastantes, tanto para quienes lo realizan como para sus vínculos cercanos. La mayoría de las veces traen consecuencias negativas, como peleas, frustraciones, ansiedad, perfeccionismo, autoritarismo y un largo etcétera”, explica Rodrigo Jaldo, psicólogo clínico (MP1366 Chubut).

“Las personas generan reglas de funcionamiento para protegerse de malas sensaciones”

 

Entonces, ¿por qué las personas realizan estas acciones, que provocan tantos efectos adversos? Según este experto, “esto sucede porque el exceso de control, y todas sus posibles manifestaciones, funcionan como mecanismos de compensación frente a vulnerabilidades psicológicas, malestares o heridas emocionales que sentimos no poder superar”.

El psicólogo cuenta que desde la temprana infancia, los seres humanos están expuestos a numerosas experiencias que dejan huellas en su personalidad. Las mismas van formando un núcleo de creencias inconscientes, que se encuentran profundamente arraigadas en la mente. Dichas creencias tratan sobre uno mismo, sobre cómo es el mundo y sobre cómo se percibe el futuro.

Además, “estas ideas inconscientes son rígidas, absolutistas y de difícil acceso, por ejemplo, mediante la introspección o la terapia. Sin embargo, funcionan como un marco o un aura, a partir del cual nutren y potencian al resto de nuestros pensamientos, emociones y acciones”, dice Jaldo.

En este sentido, el especialista ejemplifica: “una creencia central puede ser `yo soy vulnerable´, `el mundo es hostil´ o `el futuro es incontrolable´. Como son dolorosas o incómodas de asumir, las personas generan reglas de funcionamiento para protegerse de dichas sensaciones negativas. En consecuencia, implementan estrategias como el exceso de control, el perfeccionismo o la dureza emocional”.

Estas tácticas de compensación frente a nuestras inseguridades y miedos se manifiestan de múltiples formas. En algunos casos, puede ser dirigir y dar órdenes tajantes sobre cómo deben hacerse las cosas. La idea subyacente podría ser “nadie va a hacer las cosas mejor que yo”, junto con “si yo no me encargo, todo puede salir mal”.

Otro caso, indica el psicólogo, “puede ser preocuparse de manera excesiva sobre potenciales pero improbables peligros y amenazas. Por ejemplo, en el temor a que un ser querido maneje solo en la ruta, el pensamiento raíz podría ser `el otro no está suficientemente atento, necesito ver lo que está pasando´ o `mi preocupación extrema hace que evitemos que pase algo malo´”.

En la misma línea, la búsqueda de la perfección absoluta puede ser una defensa ante el miedo al fracaso y a las sensaciones de inutilidad o incapacidad. Pero, “si uno profundiza más, estas percepciones esconden inseguridad, baja autoestima e ideas de desamparo”, resalta Jaldo.

Asimismo, mostrarse fríos, distantes o apáticos puede ser una defensa para esconder sensaciones angustiantes. “En general, las estrategias de evitación sobre las propias emociones generan la percepción de una aparente fortaleza, y funcionan como una coraza ante las creencias inconscientes de debilidad. En otras palabras, `si no veo, no siento´ o `si soy de piedra, nadie podrá lastimarme´”, comenta el experto.

De la misma forma, la hipervigilancia hacia los demás puede ser otro mecanismo para ocultar el miedo al abandono o al rechazo. Por ejemplo, hay personas que ejercen un elevado control sobre su pareja, monitorizando con quienes hablan, revisando su celular a escondidas o prohibiendo realizar determinadas actividades lejos de uno. Los pensamientos podrían ser “si elige a otra/o, no me elige a mí”, junto con “si no me prestan atención, me siento abandonada/o”.

La búsqueda de la perfección absoluta puede ser una defensa ante el miedo al fracaso

 

Por último, “como resulta imposible controlar todo lo que sucede, cuando estas estrategias fallan se desencadenan emociones como el enojo o la ansiedad. Es así como se disparan nuevas conductas disfuncionales que refuerzan la necesidad de control. Su lógica podría ser `si me enojo, puedo conseguir que los demás hagan lo que yo quiero´, o `si anticipo todos los escenarios posibles, puedo prevenir que suceda algo malo´”, destaca el psicólogo.

En definitiva, todos los mecanismos anteriores son ejemplos de la búsqueda excesiva de controlar nuestras sensaciones, nuestros vínculos o el mundo que nos rodea, en un vano intento por evitar que sucedan eventos negativos. “Bajo estas creencias internas de funcionamiento, si algo malo ocurre vamos a quedar desprotegidos. En consecuencia, se va a revelar nuestra propia vulnerabilidad, que tanto nos esforzamos por ocultar bajo armaduras y corazas emocionales”, finaliza Jaldo.

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