Monarcas “artistas”: desde la reina Victoria a los Orleans de Bélgica

Un acontecimiento extraordinario para el mundo del arte está sucediendo en Bélgica: una muestra de óleos, acuarelas, fotografías y esculturas cuyos autores son ocho hermanos. Sí, ocho hermanos tocados por la varita mágica de la inspiración y el talento. Y también, claro, por la ventaja de haber nacido en el seno de una familia un poco disfuncional pero con las necesidades básicas resueltas. Estamos hablando de los Orleans, la rama más singular de los Borbones franceses y que tantas páginas han llenado en libros de historia y en las revistas del corazón.

Descienden todos ellos del gran príncipe Felipe, hermano de Luis XIV, quien en Versalles supo tener tanto o más poder que el propio rey gracias al poder de seducción que ejercía con esmero tanto en las mesas de negociación como entre las sábanas, tanto con hombres como con mujeres. Pariente de ellos es otro Felipe que hoy llamaríamos “panqueque real” porque, para salvar su cabeza de la guillotina, renegó del apellido Orleans y pidió ser llamado Philippe Égalité (Felipe Igualdad) aunque de nada le sirvió su nueva condición revolucionaria porque fue igualmente decapitado.

Escultura de Diana de Orleans

EXPOSITORES

Las princesas de Orleans Isabel, Elena, Diana, Ana, Claudia y Chantal y los príncipes mellizos Jaime y Miguel son quienes desde el 18 de agosto y hasta justamente hoy exponen sus obras en la galería Berko, ubicada en Knokke, Bélgica. Tienen entre 90 y 76 años y tres hermanos más, dos de ellos ya fallecidos.

El príncipe Carlos tiene como fuentes de inspiración la naturaleza y la arquitectura

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Los once son hijos de Enrique, el conde de París más longevo de la dinastía ya que murió en 1999 con 90 años, y de la princesa Isabel de Orleans Braganza, quien falleció en 2003 a los 91. La vida de ambos, juntos y separados, es digna de una miniserie. Él dilapidó una fortuna y fue un hombre violento y adúltero; ella sacó fuerzas de la humillación y se convirtió en una de las damas más respetadas (aunque no por todos querida) de la realeza y su vida de ensueño (y pesadilla) la plasmó en sus memorias y otras obras literarias bastante recomendables.

Tanto temperamento y niñez a la deriva de los chicos Orleans podría haber desembocado en páginas negras pero fue adorablemente capitalizado en obras de arte. Algunas más sutiles, como las acuarelas de Ana, otras más osadas como las esculturas de Diana. Los Orleans, una vez más, demuestran que nunca van a pasar desapercibidos.

En agosto también, otra integrante del Gotha más encumbrada aún, estuvo exponiendo sus obras. En el marco de las celebraciones por el 50 aniversario de su reinado, Margarita II de Dinamarca, inauguró en Francia una muestra con algunas de sus obras. Margarita será recordada, sin duda, como la reina-artista. Si monarcas de todas las épocas se han dedicado al arte, ninguno como ella lo encarna como forma de vida: escenografía, vestuario, joyas, monedas, pintura y escultura, ninguno de estos metiers le son esquivos. Y es mucho más que un pasatiempo.

La reina se toma muy en serio su trabajo y casi todos los años dedica parte de su tiempo a la puesta en escena de un ballet o a una nueva muestra. Incluso ha diseñado con dedicación y esmero su propio sarcófago, una obra moderna realizada en vidrio, plata, bronce y mármol que ya está lista para recibirla. Nada hace pensar que sea pronto; la vital Margarita, de 82 años, tiene mucho aún por crear y celebrar. Quizá la más entrañable de sus exposiciones es la que inauguró en 2013 en el Museo de Arte ARoS en la localidad de Aarhus. Y es que en esa oportunidad compartió cartel y espacio con su adorado marido, quien presentó sus esculturas y sus poemas.

“Royal pas de deux “ se llamó la muestra y contenía 150 obras de la pareja real. Fue el último gran acto de la pareja en armonía y felicidad ya que poco tiempo después el extravagante príncipe Enrique, se retiró de la vida pública. Sin recobrar nunca su salud mental, falleció en 2018.

Acuarela realizada por la reina Victoria

GRAN MECENAS

Aunque no tan famosa, a pocas millas marinas de Margarita, vive otra reina artista. Sonia, la consorte del rey Harald V de Noruega. Siempre se supo que era una gran mecenas y una estudiosa de la historia del arte pero recién en 2012 pudimos ver que no se quedaba en lo teórico.

Hacía tiempo ya que la reina tomaba clases para aprender diferentes técnicas pictóricas y que su vocación era también la fotografía, en especial la de los paisajes montañosos de su país. La posibilidad de unir ambas pasiones llegó de la mano de galerista Ornulf Opdahl quien le propuso transferir a polímero las fotos y así transformarlas en grabados.

Las obras de Sonia, a simple vista, parecen abstractas pero analizándolas descubrimos la presencia de la naturaleza. “Tres viajes, tres paisajes” se llamó la muestra en la que se presentaron 24 grabados que se vendieron en su totalidad y sirvieron para financiar un premio que otorga la Fundación de Arte Reina Sonia a los jóvenes artistas de Escandinavia. El arte como germen del arte, nada mejor.

En la familia, quien sigue sus pasos, es su nieta mayor, Maud Angélica. A sus casi 20 años comparte sus dibujos en Instagram bajo el seudónimo @3_eyed_cat. Recordemos que su padre era Ari Behn, un artista plástico polémico, transgresor pero con mucho talento. A su hija le espera un largo camino de aprendizaje si quiere dedicarse al arte.

“El desayuno de la reina”. Obra del príncipe Felipe

LA FAMILIA REAL BRITÁNICA Y LA PINTURA

Desde la reina Victoria hasta la actualidad, la familia real inglesa ha dado muestras de que tienen un talento innato y hereditario para la pintura. La gran reina del siglo XIX se animó, incluso, al retrato, una de las técnicas más difíciles. Su hija, Luisa, fue una artista consagrada y sus obras tienen calidad de museo. Con el general John Campbell formó una pareja que no fue feliz ni tuvo descendencia. En lo que sí congeniaban era en su amor por el arte. Eso los llevó a crear la National Gallery of Canada, en Otawa, ciudad en la que vivieron durante un lustro. Su lugar de residencia era el Rideau Hall, la actual casa de gobierno que aún conserva uno de los murales pintados por Luisa.

Los Orleans, una vez más, demuestran que nunca van a pasar desapercibidos

Muchos de los descendientes de Victoria se dedicaron a la pintura pero dos de los más famosos son el príncipe Felipe, amado esposo de la reina Isabel II, y el hijo de ambos, el príncipe Carlos. Incluso los tres, Victoria, Felipe y Carlos, fueron los protagonistas de una muestra que tuvo lugar en 1977. Ninguna de las obras expuestas tenía gran valor pictórico y todos, incluso los autores, lo sabían pero esos trazos sencillos de las acuarelas representan sensibilidad y trascendencia, dos valores que las monarquías constitucionales no pueden soslayar.

Los hermanos Orleans en la inauguración de la muestra

“LA REINA EN EL DESAYUNO”

La obra más famosa del duque de Edimburgo es “La reina en el desayuno”. Data de 1965 y nos muestra a una joven reina Isabel en sus dependencias privadas mientras lee el diario, escucha la radio y toma tranquilamente su desayuno.

El príncipe Carlos, en cambio, ha preferido que la naturaleza y la arquitectura sean sus fuentes de inspiración. Se calcula que tiene más de 700 obras y las ha ido mostrando en sucesivas muestras a lo largo de su vida. La última fue en febrero pasado en The Garrison Chapel y se trató de 79 acuarelas.

En la inauguración Carlos se explayó acerca de la importancia del arte en su vida. “Miro hacia atrás esos primeros bocetos que hice y estoy horrorizado por lo malos que son. Pero lo mejor de la pintura es que estás haciendo tu propia interpretación individual de cualquier vista que hayas elegido. Como te obliga a sentarte y observar atentamente el sujeto seleccionado, descubres mucho más sobre él que simplemente apuntando una cámara y llegando a un resultado que probablemente sea casi idéntico a la fotografía de otra persona. Todo requiere de mucha concentración y, en consecuencia, es uno de los ejercicios más relajantes y terapéuticos que conozco”.

El príncipe no vende sus acuarelas pero sus reproducciones pueden adquirirse en las tiendas de Buckingham y Highgrove a 19.500 euros y se sabe que lleva recaudados más de 7 millones de euros que se destinan a causas benéficas.

Sarcófago de la reina Margarita II de Dinamarca

PASIÓN POR LA FOTOGRAFÍA

La nueva generación de príncipes y princesas ingleses parece estar más cerca del deporte que del arte sin embargo el príncipe puede tener una sucesora en su nuera Kate. La duquesa de Cambridge es licenciada en Historia del Arte y se expresa a través de la fotografía. Es la encargada de captar los posados de su familia y, profesionalmente, ha hecho su debut en las fotos de Camila, su suegra, que ilustraron el reportaje que le hicieron en la revista Country Life. Nunca la duquesa de Cornualles se vio mejor así que esperamos grandes cosas de Kate y su arte.

La reina Sonia dijo, con una sonrisa, que cuando de joven empezó a pintar se sentía Picasso. Y, más allá de la broma, posiblemente en eso esté la clave. En sentir el arte. Que sirvan de ejemplo los personajes reales que hoy hemos invocado e inspiren a los lectores sensibles a seguir sus pasos.