En el primer semestre del año: aún con menos paros y sin pandemia los alumnos perdieron varios días de clase

A diferencia de años (y gestiones) anteriores, en lo que va de 2022 prácticamente no se registraron paros promovidos por los gremios docentes. Tampoco los alumnos tuvieron que lamentar un prolongado cierre de las escuelas como el que tuvo lugar durante la cuarentena por la pandemia. Aún así, 6 de cada 10 familias informaron que sus hijos perdieron días de clase durante el primer semestre del ciclo lectivo actual. En ese sentido, especialistas alertan por lo que denominan “duelo de aprendizajes perdidos”, a la vez que hacen hincapié en la “peligrosa discontinuidad” de los estudiantes, mientras piden evitar la “pobreza educativa” y la deserción.

Los datos surgen del informe “Continuidad escolar: pérdida de días de clase durante el primer semestre de 2022”, elaborado por el Observatorio Argentinos por la Educación, con autoría de Guillermina Tiramonti, Gabriela Catri y Eugenia Orlicki.

El relevamiento toma resultados de la reciente Encuesta Nacional Escolar, donde el 60,8 por ciento de un total de 500 madres consultadas respondió que sus hijos perdieron días de clase en primaria durante el primer semestre del año. Y que la interrupción de la continuidad escolar fue mayor en las escuelas públicas (donde el 75,8 por ciento de las familias reportan interrupciones) que en las escuelas de gestión privada (donde la cifra es menos de la mitad: 34,1 por ciento).

MOTIVOS

Las jornadas pedagógicas son identificadas como el principal motivo de pérdida de clases (las menciona el 31 por ciento de las encuestadas), seguidas por los paros docentes (28%) y los problemas climáticos (13%).

En este sentido, Tiramonti, del área de Educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), advirtió sobre “la falta de un sistema de contratación docente que contemple un tiempo de trabajo dedicado a los temas institucionales y a la capacitación en servicio”.

Sin información pública disponible que permita monitorear el cumplimiento efectivo de los días de clases, la encuesta publicada por Argentinos por la Educación indica que el 21 por ciento de las madres encuestadas afirmó que sus hijos perdieron más de diez jornadas escolares durante el primer semestre. El 18 por ciento respondió que se perdieron entre 6 y 10 días, mientras que otro 21 por ciento informó menos de cinco días.

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En las escuelas de gestión estatal, a las que asisten estudiantes de sectores socioeconómicos más bajos, las madres reportaron -en promedio- más días de clases perdidos. Del 76 por ciento que sufrió interrupciones, el 22 por ciento perdió menos de cinco días, el 25 por ciento entre seis y 10 días y el 29 por ciento, más de 10 días. Por otro lado, del 34 por ciento de alumnos que asisten a escuelas de gestión privada y reportaron suspensiones, el 20 por ciento fueron menores a cinco días, el 6 por ciento entre seis y 10 días, y el 8 por ciento más de 10 días.

EL PESO DE LAS HUELGAS

Al dividir las respuestas por sector de gestión (estatal o privada), se observan diferencias en las causas de interrupción de clases.

En los establecimientos públicos, aún cuando este año se han reportado menos huelgas que en épocas anteriores (la última fue a raíz de la condena judicial a un maestro en Chubut), el motivo más señalado son los paros docentes (32%), seguidos de las jornadas pedagógicas (30%). En las escuelas privadas, en cambio, encabezan los motivos las jornadas pedagógicas (46%), problemas climáticos (12%) y paros docentes (12%).

Las medidas de fuerza docentes son el principal motivo de suspensión en los colegios estatales

“Este informe da cuenta de la colisión existente entre la práctica reivindicativa de derechos usada por el sindicalismo y el derecho de los chicos más humildes al aprendizaje. No hay un solo modo de reivindicar derechos y es evidente que el adoptado por el sindicalismo debe ser revisado para evitar el impacto negativo sobre la justa distribución de los aprendizajes”, apuntó Tiramonti.

Más abajo aparecen inconvenientes como el ausentismo docente (señalado por un 11% en el ámbito público y por el 10% en el privado); problemas de infraestructura (identificado por un 8% y solo en el sector estatal) y con el transporte (10% en el privado y 3% en el público), que también atentan contra el efectivo cumplimiento del calendario escolar.

Las jornadas pedagógicas son, en promedio, las que más inciden en la merma de horas de clase

En ese sentido, advirtieron desde el Observatorio, distintos referentes educativos han identificado la pérdida de aprendizajes entre las consecuencias de la interrupción de clases presenciales durante la pandemia de coronavirus.

De ahí que en octubre del año pasado el Consejo Federal de Educación, en acuerdo con las 24 jurisdicciones, haya fijado un piso de 190 días con el objetivo de recuperar aprendizajes. Pese a ello, los calendarios escolares contemplan para 2022 un promedio de 185 días de clases y va en línea con la Ley 25.864, que establece un ciclo lectivo anual de al menos 180 días efectivos de clases para los niveles obligatorios del sistema educativo. Algo que rara vez se cumple.

AUSENTISMO CRÓNICO

Por otro lado, tras la pandemia se intensificó la discusión sobre los efectos del ausentismo crónico en las trayectorias escolares. Es decir, cuando los alumnos pierden más del 10 por ciento de días de clases, ya sea por razones propias o ajenas.

Sobre un calendario escolar de 180 días, aquellos alumnos que por algún motivo perdieran más de 18 jornadas en el año entrarían en esa categoría.

Como se dijo, en promedio un 21 por ciento de las madres encuestadas para el mencionado estudio informó que sus hijos en la escuela primaria ya perdieron más de 10 días durante la primera mitad del ciclo lectivo y solo por motivos ajenos a los estudiantes. Ese número es mayor en los colegios estatales, donde el 29 por ciento dijo estar en esta situación.

“Se les pide a los docentes trabajar en equipo, pero para hacerlo hay que suspender las clases. El sistema atrasa en todo; no solo es el currículum, sino también la organización y gestión para la mejora de los aprendizajes”, planteó María Cristina Gómez, directora de la Red de Educadores Innovadores consultada para este informe y pidió abordar “el tema de fondo: el sistema y la carrera docente. La autonomía escolar de la que siempre hablamos, entre otras cosas, permite contar con el personal a tiempo completo, con una organización del trabajo frente al aula y en el resto de las tareas que hacen sostenible y eficiente el sistema sin que los alumnos pierdan horas de clase”.

Muy duro fue Alejandro Castro Santander, director general del Observatorio de la Convivencia Escolar de la Universidad Católica de Cuyo, para quien la pandemia desafió la continuidad educativa. Pero tras la crisis sanitaria y al iniciar el ciclo lectivo actual, “ya la reducción de días que se observaba en los calendarios escolares parecía anunciar que los tiempos pueden declamarse, pero no necesariamente concretarse. El tiempo puede ser oro según el ámbito que lo requiere” y, “más allá de los imponderables de dentro y fuera del sistema, ese gran esfuerzo para re-vincular al que nos comprometimos luego del duelo por los aprendizajes perdidos, muestra una peligrosa discontinuidad que puede llevar no solo a permanecer en pobreza educativa, sino a la desvinculación de muchos de nuestros estudiantes”, aseveró.

Por eso, concluyó Castro Santander, ya no se trata solo de debatir “sobre la prestación sostenida y mejorada de la educación”. Sino que es hora de colocar esa meta al tope de las prioridades “familiares y escolares”.