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VIDEO. Beatriz Belo: del ferrocarril al arte, una vida dedicada a la ciudad

30 de Marzo de 2023 | 19:54

A medida que se abría paso sobre el territorio nacional el ferrocarril iba siendo testigo del nacimiento de comunidades en su entorno, erigiéndose como el alma de muchos pueblos argentinos. Si bien la fundación de La Plata fue un hecho particular en comparación con otras ciudades, el tren también fue fundamental para el lugar tanto en su apogeo como en su cierre.

Testigo de esto fue Beatriz Belo, quien se crió en una casa de 71 entre 19 y 20, y que hoy a sus 86 años sigue eligiendo el barrio Meridiano V como su hogar, lugar con el que comparte un fuerte vínculo ligado al tren.

Beatriz nació en una familia de ferroviarios “mi abuelo era guarda del ferrocarril y mi papá tenía 12 años cuando entró de mensajero y aprendiz de telégrafo. Terminó como jefe de esta estación y se jubiló acá”, relató desde lo que solía ser el hall central de la estación de tren, devenido en buffet del centro cultural. 

Allí transitó su primera infancia en una época en la que los niños aún jugaban libremente por las calles de tierra y los edificios y negocios -que aún se alzan en la zona- estaban volcados íntegramente al servicio del tren y sus trabajadores. Un claro ejemplo de esto son los bares Ciudad Vieja y Ciudad de Gatos que funcionan en donde época atrás supo haber un almacén de ramos generales y una oficina de cereales en la que se hacían los trámites de los trenes que venían con granos y hacienda. 

“Nos conocíamos todos, éramos una gran familia”, rememora Beatriz de aquel tiempo en el que el tranvía circulaba por el barrio y los vecinos se pasaban el verano sentados en sillones en la vereda. Para ella la serenidad caracterizaba la manera en la que vivían y hoy más de medio siglo después puede afirmar que le “gustaba más La Plata de antaño, la seguridad que teníamos”.

Una mujer en un mundo de hombres

Cuando tenía 8 años su padre comenzó a trabajar en la línea férrea que unía a La Pampa con Avellaneda, así vivieron un tiempo en el campo y luego en Avellaneda en donde terminó sus estudios y dio sus primeros pasos laborales en la cooperativa del ferrocarril Sarmiento. 

Pero como platense de pura sepa que es, ante la primera oportunidad laboral volvió a la ciudad. Primero a trabajar en la estación de Gambier, a donde viajaba todos los días desde Avellaneda, hasta que finalmente se abrió una vacante en la estación de Meridiano a donde fue trasladada junto a otra compañera. 

“Nunca había estado tan concurrida mi oficina” exclamó con asombro Suárez, el jefe de la secretaría de tráfico al ver que todos los trabajadores de la estación subían a su despacho con las excusas más insólitas. El motivo, curiosear quiénes eran las nuevas trabajadoras que habían llegado, las únicas dos mujeres de todo el lugar. “Se generó un alboroto, todos venían ese día con algún papelito” recuerda Beatriz sobre su primer día de trabajo allí, cuando solo tenía 21 años. 

Pero un día el tren cerró y se llevó con él la época de esplendor del barrio, los comercios bajaron sus persianas y la gente comenzó a migrar. “Extrañábamos el humo, el pito del tren y las campanas del reloj, pero sobre todo a la gente”, la zona había perdido el alma. 

Con la iniciativa que la destacó durante toda su vida, Beatriz no se quedó con los lamentos, invirtió el dinero de la indemnización y puso un kiosco en su casa, mediante el que conoció a Ronaldo, su marido. 

La música y la noche siempre presentes en La Plata

¿Pero cómo era La Plata de antaño que tanto añora? La que supo disfrutar en sus años de juventud, cuando su tiempo se dividía entre trabajo, cine, bailes y paseos. La ciudad en la que los grandes romances surgieron en pleno centro cuando los hombres se paraban frente a la histórica tienda Gath & Chaves o la confitería La Paris y “las chicas caminábamos del ‘brazete’”, relata entre risas y asegura que muchos casamientos se gestaron allí. 

Pero sin dudas el punto de encuentro fundamental para los jóvenes eran los bailes, en donde disfrutaban de grandes orquestas de tango en Unión Vecinal o en los jardines de Estudiantes y Gimnasia. Di Sarli, D’ Arienzo, Troilo y Feliciano Brunelli son los nombres que conforman la banda sonora de esa época en la que las mujeres eran acompañadas por sus madres durante las salidas nocturnas y observaban atentas como los hombres las sacaban a bailar entre pieza y pieza. Pero ella tenía un as bajo la manga, “tenía la ventaja de que tenía a mi hermano, que de pronto iba a otro baile y nos venía a buscar a la salida” comenta.  

Esta tranquilidad a la que alude también se respiraba por las noches ya que “cuando los bailes eran en los jardines de Estudiantes teníamos que cruzar todo el bosque, pero era todo tranquilo, no había problema, veníamos hasta 7 caminando y nos tomábamos el último micro de la noche que era como a las 3 de la mañana”, indica Beatriz. 

Del ferrocarril al arte y el resurgir del barrio

El tren nunca volvió al barrio pero los vecinos encabezados por Beatriz Belo, Lidia Sampallo y Abel Gutierrez, pusieron manos a la obra y resignificaron el lugar hasta convertirlo en el centro cultural que es hoy en día. Para eso la Asociación de Vecinos de la Estación Provincial, debió enfrentarse a trabas burocráticas y legales, permisos transitorios e intentos de desalojos, hasta que finalmente obtuvieron la llave del lugar. 

De esa manera, décadas después, Beatriz se encontraba a un paso de volver a ese lugar tan significativo en su vida. Lo hizo junto a Lidia, a quien agarró del brazo entre lágrimas antes de ingresar. “Así subí, después de tanto tiempo a donde había trabajado. Era tal el caos que no ubicaba mi oficina”, recuerda y agrega que “había murciélagos, ratones, de todo. Lo único que estaba en condiciones era el salón grande donde está el buffet”. 

Así como el hall se transformó en un bar, la oficina de liquidación de sueldos pasó a ser una biblioteca y a pesar de que el ferrocarril solo vive en los recuerdos, la estación volvió a ser el emblema del barrio, gracias al empeño de Beatriz quien día a día reafirma sus raíces y sentencia: “La Plata es y seguirá siendo mi ciudad. Soy fanática de esta ciudad”.

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