Nada más duro que la realidad: acorralados por el delito, planean mudarse

Después de 44 años de vivir en el mismo barrio de Gonnet, un matrimonio de jubilados conoció ayer, por primera vez, la amarga sensación que deja la inseguridad. Y fue tan grande el shock, se sintió tan vulnerado en su intimidad, que ahora no descarta una mudanza.

Según contaron ayer a este diario, Pablo Lufrano (77) y su esposa, Nora Silvia Priolo (74), salieron de su vivienda situada en 495 entre 25 y 26, a las 11 y media de la mañana. “Teníamos que hacer unos mandados e ir a buscar una receta médica”, aclararon.

Casi dos horas después, a la una y cuarto de la tarde, cuando regresaron nada estaba como lo habían dejado.

Lufrano recordó que, al salir, en la vereda de su domicilio, se encontraron con un joven “de unos 25 años”, que estaba vestido “con ropa azul y roja, como si fuera empleado de alguna empresa de servicios”. También que “tenía en una mano un celular y en la otra una pinza. Por eso le pregunté si pasaba algo y me aseguró que estaba tomando mediciones del gas para la empresa Camuzzi”.

Lamentablemente, de acuerdo a lo consignado por el hombre, con el hecho ya consumado, “mi mujer averiguó y el personal de esa empresa tiene uniforme de color gris, no azul y rojo”.

Lufrano contó al respecto que “al irnos, dejamos los postigos abiertos del frente de casa, por donde se ve que entraron los delincuentes. Pero también abrieron la puerta de entrada sin forzarla, posiblemente con alguna ganzúa. Estaban preparados”.

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“NOS DIERON VUELTA LA CASA”

Lufrano y Priolo aludieron de inmediato a cómo se manejaron los intrusos por el interior de la propiedad.

“Ni bien entraron fueron a la planta alta, donde revisaron cada mueble de las dos habitaciones y hasta el baño. Abrieron los cajones y dejaron un montón de cosas desparramadas en las camas y en el piso”, reflejaron.

“Se ve que buscaban principalmente dinero, que no habíamos dejado, porque inclusive levantaron los colchones de las camas por si lo habíamos escondido ahí”, mencionaron.

También dijeron que la búsqueda de los ladrones incluyó “el fondo de casa, a la que nos dieron vuelta. Por todo el desorden importante que dejaron, calculamos que estuvieron acá no menos de una hora”.

Desesperados y sin todavía poder creer que fuera real lo que estaban presenciando en su propio hogar, atinaron a llamar a la Policía.

“Vinieron patrulleros con efectivos con los que primero charlamos en la puerta de casa. Ya el sospechoso que vimos al llegar no estaba, pero nos sorprendió que pasó otro que tenía el pelo más largo y andaba en moto, vestido con la misma ropa azul y roja que el muchacho anterior”, citó Lufrano.

Admitió que “no nos dimos cuenta de haberle pedido a la Policía que lo interceptara, por si era cómplice del anterior y de los que robaron en nuestra vivienda”.

“Fue sugestivo que pasó por esta cuadra y que al vernos hablar con los efectivos, enseguida apuró la marcha y desapareció del lugar”, expuso.

“HASTA UNA FUNDA DE ALMOHADA”

Por otra parte, Lufrano y Priolo no esquivaron referirse a las pertenencias que les robaron en su ausencia.

En este sentido, precisaron que “nos llevaron dos máquinas de coser que valen 700.000 pesos cada una, también una aspiradora nueva, que compramos hace siete u ocho meses, una notebook, un par de zapatillas, una churrasquera de hierro y hasta una funda que le sacaron a una almohada”.

Ambos coincidieron en conjeturar que “deben haber usado la funda para guardar las cosas de tamaño chico”.

El lamentable episodio padecido los convenció de la imperiosa necesidad de profundizar la prevención de robos en su casa: “Por lo pronto, vamos a poner cámaras de seguridad. Lo veníamos pensando desde hace un tiempo”.

Pero además revelaron que se instaló en sus mentes la idea de mudarse a un departamento, que aparece como una opción más segura.

Los damnificados del robo indicaron que “todo lo robado supera los dos millones de pesos”