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Información General |En lo que va de 2017 aumentó un 13% en todo el país con relación al año pasado

Crece la donación de órganos, pero se está lejos de cubrir las necesidades

En la Región se puede esperar entre 5 y 8 años por un riñón. El promedio de donantes es de 8,7 por millón de habitantes, a diferencia de países como España, donde llega a los 40. La vida después del trasplante.

Crece la donación de órganos, pero se está lejos de cubrir las necesidades

Julián mammino (16) junto a su mamá, miriam piñero. A julián, un trasplante de riñon le mejoró notablemente la calidad de vida/gonzalo calvelo

26 de Noviembre de 2017 | 07:23
Edición impresa

Por OMAR GIMÉNEZ
omargimenez@gmail.com

Hasta los 11 años, Julián Mammino (16) no conoció el sabor del tomate. Ni el del kiwi, ni el de las hamburguesas. Ni el de otro montón de alimentos que quedaban afuera de la estricta dieta que le imponía la insuficiencia renal con la que nació. Por eso el trasplante representó para él la llave que le abrió la puerta al mundo de los sabores, entre otras mejoras en su calidad de vida. Y tanto le entusiasmó este cambio que se interesó profundamente por la cocina: hoy la ensalada de rúcula, queso azul y almendras que él prepara es la preferida de las reuniones familiares y de sus amigos y planea seguir alguna carrera vinculada a la alimentación, como Nutricionista.

Julián dice que el trasplante le cambió la vida. No sólo por la comida. También lo acercó otra vez al deporte, que le estaba vedado y que es una de las cosas que más le gustan. Ahora puede practicar tenis y natación sin problemas. Y recuperó, además, libertad de movimientos, al no tener que ligar sus rutinas al horario de la diálisis, que desde un año y medio antes de la operación le demandaba ocho horas cada noche y le impedía viajar o quedarse en casa de sus amigos.

La historia de Julián, que cambió a partir del implante de un riñón de un donante cadavérico el 17 de marzo de 2012, refleja la de cientos de trasplantados platenses que ven mejorar radicalmente su calidad de vida a partir de un trasplante.

Una realidad que a veces lleva años concretar: se estima que el tiempo de espera para obtener un riñón puede extenderse ocho años o más en la Provincia de Buenos Aires, donde el promedio de donantes de órganos es hoy de 8,7 por millón de habitantes, según los datos manejados por el Cucaiba, un número que ha crecido en los últimos años, pero que está muy lejos aún de los modelos a seguir. Como España, donde ese indicador es de 40 donantes por millón de habitantes, o países como Croacia, Francia y Estados Unidos, en los que los índices de donación son similares a los españoles.

Para Héctor Petrone, que es presidente de Cucaiba, hay varias tendencias que hoy se detectan en materia de donación de órganos en la Argentina y en la Provincia.

La primera es el aumento del número de donantes. Según los datos difundidos recientemente por el Incucai, el organismo rector en materia de trasplantes a nivel nacional, las inscripciones voluntarias para donar órganos marcaron este año un récord histórico, mientras enla Provincia suman 1.300.000 los inscriptos en el padrón de donantes a través de Internet.

En el país, en tanto, son 126.271 las personas que se inscribieron sólo en lo que va del 2017 en el registro de donantes, una cifra que dejó muy atrás a los 30.000 registrados en todo 2016. Mientras tanto, ya son 2.933.895 los argentinos que expresaron su voluntad de donar órganos.

Para los especialistas, uno de los disparadores de la cifra récord fue la campaña motorizada en los últimos días por los familiares de Justina Lo Cane, la nena de 12 años que estaba en primer lugar en la lista de espera nacional por un corazón, quien falleció el último martes sin que el órgano necesario haya aparecido, cuyo caso conmovió al país y reinstaló el debate por la donación y el trasplante de órganos. (ver aparte).

La segunda tendencia que identifican en el Cucaiba es el aumento del número de operativos de procuración, al que acompaña el incremento del número de órganos ablacionados en cada operativo.

A estas tendencias, con todo, se opone una tercera. Y es la del crecimiento en la necesidad de órganos para trasplante, ligada al aumento de la expectativa de vida y a la mejora en los tratamientos como la diálisis que permiten una mayor sobrevida de los pacientes.

En la Provincia de Buenos Aires son 3.262 las personas que hoy esperan un trasplante de órganos y el número se eleva a 5.130 si se consideran también a los tejidos (córneas).

Las esperas que deberán afrontar son variables y dependen de distintos factores. Según indica Petrone, una persona que está en lista de espera general por un riñón puede pasar períodos de entre cinco, ocho o más años hasta que logre trasplantarse.

Si bien en esa situación pesan factores como el tipo de órgano que se espera, la gravedad del paciente y la compatibilidad con los órganos que se procuran en los operativos, una manera de acortar las esperas sería mejorar los índices de procuración de órganos a partir de más donaciones.

Para eso, dice Petrone, es fundamental crear conciencia no sólo en la población sobre la importancia de donar, sino entre los médicos, en las terapias intensivas, para mejorar el índice de detección de potenciales donantes.

Sobre la situación del que espera, Juan José Imaz (34), que hace siete años recibió un trasplante de riñón que le cambió la vida, dice que “lo importante es pelearla siempre, no perder las esperanzas. Uno sabe que la diálisis es difícil, que el cuerpo se deteriora y a veces se hace duro, pero después el cambio de calidad de vida es notorio”.

Imaz, que era policía y gustaba de hacer deporte, tuvo que dejar de trabajar y abandonar el fútbol mientras esperaba el trasplante. Una vez trasplantado no sólo volvió al fútbol con los amigos en cancha de once. También construyó su casa con sus propias manos en el barrio de Arturo Segui, donde actualmente vive junto a su esposa y sus dos hijas.

 

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Julián mammino (16) junto a su mamá, miriam piñero. A julián, un trasplante de riñon le mejoró notablemente la calidad de vida/gonzalo calvelo

Juan José imaz, trasplantado de riñón: “la espera a veces es larga. no hay que perder la fe”/gonzalo calvelo

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