Qué decían los cuadernos de Robertito, el fiel hincha albirrojo que murió cuidando 1 y 57

Personajes e hinchas caracterizados hay en muchos clubes del fútbol argentino y mundial, pero pocos tienen o han tenido una historia tan especial como conmovedora como la de Roberto Rodríguez, “Robertito”. Enamorado de los colores, vivió y respiró Estudiantes siempre, y por eso, para el pueblo pincha, su alma roja y blanca nunca abandonará los pasillos de 1 y 57.

Su figura se hizo popular y su paseo en bicicleta con un carrito detrás, todo vestido de Estudiantes, la compañía de su cuaderno y lapicera, y el infaltable megáfono, dejaron un sello que ningún simpatizante estudiantil olvidará. 

Robertito ya no estará físicamente alentando desde la tribuna ni custodiando el Estadio Jorge Luis Hirschi como hacía cada noche, pero su recuerdo quedará perpetuado para que las generaciones futuras escuchen de sus padres, la historia de un tipo fiel que hizo de Estudiantes su modo de vida.

Jorge Celestre, quien lo acompañó hasta sus últimos días en el hospital Rossi, contó, en diálogo con este medio, quién era Robertito, cómo vivía, qué escribía en sus cuadernos y qué recuerdo dejará tatuado en su corazón.

“A Robertito lo llevaba a todos lados, con la Agrupación J.S Verón o solo, a todas las provincias donde jugó estudiantes, a todos los países. Fuimos a Paraguay, Uruguay y Brasil cuando salimos campeones de América”, contó Celestre, tras participar del velatorio y el entierro de su amigo.

LE PUEDE INTERESAR

Gago fue operado y dado de alta

LE PUEDE INTERESAR

Troglio le deseó éxitos a River mediante su cuenta de Twitter

A la hora de construir la historia de este pincharrata de ley, contó cómo fue que terminó viviendo en el “Demo”, lugar que nunca abandonó a pesar de las obras que comenzaron en el reducto estudiantil. Ese era su espacio, ahí había vuelto a nacer. Era su casa.

“Él Vino del conurbano en tren, recaló en La Plata, estuvo en un hospital para gente con discapacidad y le consiguieron un hogar ubicado por Ruta 11 donde se fue a vivir solo. Después vivió en una gomeria de Melchor Romero, volvió para La Plata y empezó a dormir en las escaleras del edificio de 6 entre 50 y 51.  Ahí ya tenía su bicicleta, sacaba el colchón y dormía ahí, del lado de afuera, mientras se ganaba la vida cortando pasto”.

Después de “boyar” por todos estos lados, Robertito terminó encontrando su lugar en el mundo gracias a un empleado del Club: “Cierto día pasó un empleado de Estudiantes que trabajaba en 1 y 57, hace ya muchos años, y lo llevó a vivir al Demo”, agregó su amigo, quien también reveló qué escribía en sus cuadernos: “En los cuadernos anotaba todo, cómo formaba el equipo, los goles, los cambios que había,  si había habido incidentes en la cancha y hasta calificaba a la policía y el desempeño que había tenido en el ingreso y el traslado a la cancha”.

LO ACOMPAÑÓ EN SUS ÚLTIMOS DÍAS

Los últimos días de Robertito fueron en el hospital Rossi, después de padecer una infección generalizada que no pudo superar. Celestre estuvo junto a él, siguiendo de cerca su salud y bregando por la recuperación que lamentablemente no pudo llegar. Se despidió el pasado 12 de diciembre, a pocos días de haber cumplido 62 años.

“Él se descompuso, lo llevaron al Hospital San Martín y le dieron el alta pero empezó a tener miedo de comer y empezó a debilitarse. Yo iba a darle de comer al estadio, le pusieron dos acompañantes terapéuticos, y entre los tres le dábamos de comer pero no alcanzaba. Necesitábamos más gente, se agregó gente en Facebook. Pero comía poco. Se llamó a la ambulancia, le pusieron suero y se fueron. Repitieron la operación a la semana siguiente, y Fernando Becerra, intendente del Estadio de 1 y 57, les dijo que lo internen, que estaba en un estado muy malo.  Tras una gestión suya lo llevaron al Rossi, estuvo un mes y medio internado y falleció por una infección generalizada ya que había contraído una enfermedad por un hongo y sus defensas eran bajas”, comentó.

Y agregó que en los últimos días había ensayado una mejoría leve pero que no pudo sostener: “En los últimos días le hice escuchar saludos de los jugadores. Hacía una semana lo cuidé toda la noche y lo había visto mejor, me dijo “Joooorge’ como me llamaba siempre pero bueno después decayó y falleció”.

Por último, Celestre remarcó que en su corazón quedarán los mejores recuerdos de un personaje que llevaba los colores albirrojos en el alma: “Me quedarán su inteligencia, su parte humana, sus llamados cuando yo no iba a verlo por mis problemas de salud, su generosidad, su inocencia y sobre todo su fiel amor a Estudiantes y su constante guardia al estadio de 1 y 57”.

Ese mismo Estadio de 1 y 57, después de varios años, se reinaugurará pronto y la emoción envolverá a todos. Y Robertito estará ahí, como estuvo siempre y como siempre va a estar. Custodiando el nuevo coloso desde arriba. Escribiendo en su cuaderno, un capítulo que no podrá faltar.