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Turismo |LOS ENCANTOS DE BÉLGICA

Los invernaderos Reales de Bruselas, un paraíso con un secreto oscuro

Sólo una vez al año, durante la floración en el mes de abril, este mundo normalmente cerrado a cal y canto, situado en la periferia de la capital belga, se abre al público durante tres semanas

Los invernaderos Reales de Bruselas, un paraíso con un secreto oscuro

Vista de los invernaderos Reales en Bruselas, un inmenso jardín privado que sólo abre al público una vez al año/DPA

18 de Marzo de 2018 | 07:09
Edición impresa

Por CHRISTOPH DRIESSEN (DPA)

BRUSELAS (dpa) - Un pequeño pitufo en el arriate de piedras es el único indicio del verdadero carácter de los invernaderos más espectaculares de Europa. Este reino vegetal no es un jardín botánico ni una atracción turística. Es un jardín privado que pertenece a la familia real de Bélgica.

Sólo una vez al año, durante la floración en abril, este mundo normalmente cerrado a cal y canto, situado en la periferia de Bruselas, se abre al público durante tres semanas.

Este año, los invernaderos se podrán visitar del 20 de abril al 11 de mayo.

UN ATRACTIVO RECORRIDO

El camino detrás de la puerta de entrada, de hierro fundido, pasa junto al palacio y lleva al visitante al invernadero de naranjos, donde comienza el recorrido.

Aunque algunos de los invernáculos tropicales están bastante alejados unos de otros, también cuando llueve uno puede desplazarse entre ellos sin mojarse porque todos están interconectados mediante túneles de cristal.

Los invernaderos en el barrio bruselense de Laeken constituyen el mayor paisaje acristalado de Europa.

Un camino señalizado de más de un kilómetro pasa por 15 diferentes invernaderos, entre ellos el invernáculo del Congo, el invernáculo de azaleas y la galería de geranios.

Ya a primera vista queda claro que estos invernaderos no son construcciones botánicas funcionales al servicio de la ciencia sino testigos de una necesidad megalómana de impresionar.

Una ciudad de cristal con cúpulas, torres y pabellones. Las formas alegres se adelantan al modernismo belga que cambiaría la fisonomía de Bruselas alrededor del año 1900.

El edificio más impresionante es el jardín de invierno con su cúpula de cristal de 25 metros de alto, que descansa sobre un esqueleto de metal y columnas de piedra agrupadas de forma circular. El edificio fue construido entre 1874 y 1876.

CENTENARIOS

No solo lo grande impresiona, sino también lo pequeño. Cada arriate está rastrillado y arreglado minuciosamente, desde hace mucho más que 100 años.

Enormes palmeras se estiran hacia la luz. Copas de diferentes árboles están enganchadas. Raíces se extienden como tentáculos por el suelo.

Helechos tan altos como un hombre despliegan sus hojas en forma de abanico. Plantas trepadoras caen al suelo como barbas hirsutas y gigantescas hojas se mecen con la corriente de aire.

Cómo llegar: en tren a la estación Norte de Bruselas y desde allí en bus de línea 230 al palacio real

 

Por la noche, el mar de plantas resplandece con la iluminación original de la Belle Époque.

Desde fuera, la ciudad de cristal brilla como un palacio de las “mil y una noches”.

Un sistema de tubos de un kilómetro de extensión colocado debajo del suelo suministra agua caliente a los invernaderos, el mayor coste del complejo.

En medio del esplendor floral es fácil no ver un busto negro que en uno de los invernaderos está colocado, algo oculto, contra la pared. Un hombre narizón con una larga barba gris: el rey Leopoldo II (1835-1909), quien mandó a construir los invernaderos de cristal y hierro.

El guía que lleva a los visitantes por los invernaderos señala que el rey fue un gran amante de las plantas.

En ningún momento menciona el pecado original que hizo posible el nacimiento de este jardín paradisiaco.

Leopoldo II financió la construcción del complejo de invernaderos con dinero procedente del sistema económico esclavista en el Congo, su colonia privada. Regiones enteras del país africano fueron despobladas durante el cruel régimen del rey belga.

Cuando uno conoce los orígenes de la ciudad de cristal, ya no resulta tan fácil disfrutar del paraíso vegetal.

De repente, las plantas trepadoras se asemejan a redes y las ramas nudosas a instrumentos de tortura.

La familia real solo permite a su pueblo tres semanas de acceso a sus jardines. E incluso durante esas tres semanas no todo está abierto al público. Por ejemplo, una antigua iglesia con capacidad para 800 creyentes, que más tarde fue convertida en una piscina para la familia real, permanece protegida de miradas indiscretas.

UNA GRAN CIUDAD

Bruselas es la capital y la ciudad más grande de Bélgica, y la principal sede administrativa de la Unión Europea (UE).

Bruselas es también la capital de la Región de Bruselas-Capital, de la Región Flamenca, y de las comunidades flamenca y francesa de Bélgica.

Como capital del Estado, es la sede del gobierno y el Parlamento. Alberga también, el Castillo de Laeken la residencia de Su Majestad el rey Felipe de Bélgica y la familia real belga.

Desde que se convirtió en capital de Bélgica, Bruselas se ha rodeado de una aglomeración urbana que ha sobrepasado con mucho el territorio de la antigua ciudad y se ha extendido por muchos municipios cercanos.

A excepción de los desaparecidos municipios de Laeken, Neder-Over-Heembeek y Haren, esta expansión, se ha hecho sin absorber los municipios que la rodean. Por lo que administrativamente, hay que distinguir tres entidades:

1) El municipio de Bruselas llamado Ciudad de Bruselas de 170.000 habitantes. Se trata del centro histórico (a veces llamado el pentágono) rodeado por las zonas que le han sido anexionadas, es decir, los bulevares del “pequeño cinturón”: los antiguos municipios fusionados en 1921 al norte; los barrios europeo y Cinquantenaire al este, el eje de las avenidas Louise y Roosevelt y por último el bosque del Cambre.

2) La Región de Bruselas-Capital; que junto con Flandes, la Valonia y los Cantones del Este de lengua alemana, es una de las cuatro regiones en que se ha dividido el estado federal belga. En ella habitan más de un millón de personas, repartidas en diecinueve municipios que se extienden sobre una superficie de 161 km². No hay separación física entre estos municipios, una calle puede extenderse a lo largo de varios de ellos y los servicios públicos suelen estar mancomunados.

Lo más desconcertante para los foráneos es que puede haber varias calles de igual nombre, cada una en distintos municipios, aunque ellos no ven que hayan salido de Bruselas.

3) El distrito de Bruselas-Capital. Su superficie y población coincide con la región. Es una consecuencia de la división administrativa belga: Región-Distrito-Municipio. Dado que cada región de Bélgica está subdividida en Distritos, la región de Bruselas-Capital tiene también un distrito que realiza las funciones administrativas asignadas a ese nivel.

El Área metropolitana de Bruselas no se compone únicamente por los diecinueve municipios citados anteriormente ni por su millón de habitantes; como ejemplo, el aeropuerto internacional de Bruselas está en Zaventem, un municipio de la provincia del Brabante Flamenco, ya fuera de la región de Bruselas.

Es difícil precisar la extensión total de su área metropolitana, a raíz de las diversas definiciones que sostienen los geógrafos y a la falta de una institución normativa oficial.

También lo dificulta el hecho de que las áreas metropolitanas y de influencia de las ciudades de Flandes se superponen unas sobre otras, pudiéndose considerar prácticamente una gran conurbación.

 

Precios
$5.609
Es la tarifa diaria de un hotel cinco estrellas en Bruselas, para dos personas. Es en el centro de la ciudad, cerca del metro que funciona muy bien para dirigirse a distintos lugares. La tarifa de los alojamientos de este nivel rondan entre los 5.000 y 7.000 pesos base doble.

$3.380
Vale una habitación doble por día en el centro de Bruselas, en este caso de un hotel tres estrellas, ubicado también en la zona céntrica. Los hoteles tres estrellas van desde los 3.500 hasta los 4.200 pesos base doble.

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Vista de los invernaderos Reales en Bruselas, un inmenso jardín privado que sólo abre al público una vez al año/DPA

el Jardín de invierno de los invernaderos Reales en Bruselas/DPA

El rey Leopoldo II quiso convertir su palacio en un centro internacional de congresos/DPA

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