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Séptimo Día |PERSPECTIVAS

Pensar antes de hablar

20 de Mayo de 2018 | 08:47
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Por SERGIO SINAY
sergiosinay@gmail.com

Messi está considerado el mejor jugador del planeta, en la Copa del Mundo juegan los mejores, Messi juega para Argentina y por lo tanto Argentina deberá ser campeona del mundo. Las grandes potencias internacionales están admiradas de los cambios producidos en la Argentina, esas potencias ayudan a los países que producen cambios, como consecuencia de lo cual no vacilarán en invertir en el país. El doctor Fulano posee una enorme biblioteca atiborrada de libros, las personas instruidas y cultas leen mucho, de manera que el doctor Fulano es una persona muy sabia e inteligente. Mengano acude semanalmente a una consulta psicológica, los psicólogos atienden cuestiones psíquicas. de modo que Mengano tiene problemas mentales. El jazz tiene su origen en canciones y danzas de los esclavos negros, John es negro, seguro que será un gran jazzista. En los países de clima tropical el calor impide trabajar durante largas horas del día, Juan viene de uno de esos países, por lo tanto no hay duda de que Juan es vago.

Abundan las formulaciones de este tipo, expresadas como verdades irrefutables. En la medida en que se suceden van configurando conversaciones, apoyan convicciones, se convierten en verdades de a puño y, en fin, terminan por construir una visión del mundo y de la vida. Las oímos a cada paso, y no solo eso. Posiblemente nadie, con una mano en el corazón, podría afirmar que no ha dicho y repetido alguna de estas afirmaciones, o quizás todas, en algún momento de su vida. Además de todas aquellas que, con un poco de memoria y de buen oído, podría agregar a la lista. Parecen verdades indesmentibles, conclusiones de una lógica sólida y fundamentada, y, sin embargo, no lo son. Se trata de falacias.

UNA MARAÑA DE ERRORES

Como los sofismas, como las perogrulladas (aparentes obviedades que no se verifican previamente), como las preguntas capciosas, como los supuestos, como las ilusiones y otras tantas piruetas argumentales, las falacias son seductores errores de razonamiento que resultan verdaderos obstáculos para el pensamiento crítico. Así las define el filósofo británico Nigel Warburton, en su libro “Pensar, de la A a la Z”. Warburton (autor también de “La caverna de Platón”, “Cómo aprender a escribir” y “Filosofía básica”), doctorado en el Darwin College, de Cambridge, es un reconocido divulgador de temas filosóficos, y su exploración de la falacia en las variadas versiones en que esta se manifiesta es útil para advertir la maraña de errores lógicos en que vivimos envueltos y las consecuencias de estos en nuestras acciones y en nuestros vínculos.

Aunque resulte paradójico, los errores de pensamiento devienen de los atajos que tomamos justamente para no pensar. Al menos para no pensar por cuenta propia. Ya decía el filósofo alemán Emmanuel Kant (1724-1804), en “¿Qué es el Iluminismo?”, que la renuncia a pensar bajo la propia responsabilidad en lugar de acogerse a ideas prefabricadas o a pensamientos de otros, congela a las personas en una perpetua minoría de edad. Así lo expresaba: “Pereza y cobardía son las causas por las cuales una parte tan grande de la humanidad, después de largo tiempo de que la naturaleza la declare libre de cualquier dirección ajena, permanezca gustosamente en la minoría de edad, y de por qué a esas personas les resulta tan difícil erigirse en sus propios tutores”. Kant vendría a decir que quien no ejerce un pensamiento propio y crítico no es autónomo y libre. Y hace tres siglos escribía algo que cabe a la perfección en los tiempos actuales: “Es tan cómodo ser menor de edad. Si tengo un libro que juzga por mí, un director espiritual que remplaza mi conciencia, un médico que me dicta la dieta, etcétera, entonces yo mismo ya no necesito molestarme. No tengo necesidad de pensar, otros me sustituirán en la fatigosa tarea”.

Los errores de pensamiento devienen de los atajos que tomamos para no pensar

 

Las falacias vienen, justamente, a dispensarnos de esa “fatigosa tarea”. Warburton define a la falacia como un argumento en el cual las premisas pueden ser verdaderas, pero la conclusión no lo es necesariamente. Que Messi juega en la selección argentina es cierto, que está considerado como el mejor futbolista del planeta también lo es, pero que por ello Argentina vaya a ser campeón mundial, no resulta verificable. Lo mismo puede aplicarse a todos los ejemplos iniciales de este texto. Warburton da un ejemplo tan claro como estremecedor. Si todas las brujas tienen gatos negros, dice, y mi vecina tiene un gato negro, indudablemente mi vecina es una bruja. La pereza mental lleva a omitir un punto importante. La primera premisa dice que todas las brujas tienen gatos negros, lo cual podría ser cierto. Pero no dice que todas las mujeres los tienen. Y mi vecina es una mujer. Eso sí es comprobable y verdadero. Que sea una bruja es una conclusión no verificada de mi parte. Un grueso error de razonamiento. Razonamientos de este tipo han originado genocidios, persecuciones, xenofobia, discriminación, guerras. Y lo siguen haciendo.

En cierto modo podría decirse que vivimos en un mundo falaz y que buena parte de nuestras conversaciones se basan en conclusiones falsas de premisas verdaderas. Esto tiene un agravante. Esas conversaciones reflejan razonamientos, y los razonamientos concluyen en decisiones, acciones, conductas. Aun así, es necesario tener cuidado con el uso de la palabra falacia. Su divulgación hizo que se la aplique para refutar cualquier idea, dato o argumento con el cual no se esté de acuerdo. Lo escuchamos o leemos en discusiones políticas, deportivas, económicas, etcétera. “Eso es una falacia”, se dice para desacreditar un argumento. Y con ello se quiere catalogarlo como mentira. Sin embargo, en una falacia los puntos de partida son verdaderos y lo erróneo es la conclusión.

UN CAMPO MINADO

También hay conclusiones verdaderas que parten de premisas falsas. Warburton da un ejemplo trasladable a otros ámbitos. Todos los peces ponen huevos, afirma. Continua con la premisa de que el ornitorrinco es un pez. Y concluye en que, por lo tanto, el ornitorrinco pone huevos. Parece lógico. Sin embargo, hay peces que dan nacimiento a sus crías cuando estas ya están desarrolladas. Además, el ornitorrinco no es un pez. Y, sin embargo, pone huevos. Una falacia muy usada por quienes se oponen a las ideas evolucionistas de Charles Darwin es la de sostener que, si de veras descendiéramos del mono, nuestros abuelos (los del árbol genealógico familiar) deberían haber sido simios y nosotros debiéramos ser idénticos a la célebre mona Chita, compañera de Tarzán. Esto conlleva dos obstáculos para el pensamiento. El primero, la reducción al absurdo. Y el segundo, la ridiculización del argumento que se quiere rebatir, sin oponer fundamentos que demuestren lo contrario. Algo muy frecuente en estos tiempos de grietas, polémicas y enfrentamientos cotidianos por el motivo que fuere.

Vivimos en un campo minado de falacias, y Warburton da cuenta de un gran número de ellas, muchas seguramente insospechadas de serlo. Las falacias se burlan de la razón. Y razonar, como bien advierte el filósofo francés Michel Onfray en su “Manual de antifilosofía”, es pensar con orden y método, reflexionar con cuidado, demostrar, probar y justificar. Honrar, en fin, a esta capacidad humana hoy en baja.

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