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Revista Domingo |LOCOS POR EL FÚTBOL

El Mundial modifica dietas, horarios y costumbres

La fiesta que se realiza en Rusia arrancó con todo y, pese a los males resultados, genera horarios inusuales para ver la tele y hasta picadas que atentan contra la salud

El Mundial modifica dietas, horarios y costumbres

Obras en construcción que se paralizan en plena jornada laboral / Gonzalo Mainoldi

24 de Junio de 2018 | 06:04
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El video no es nada breve pero se viralizó a la velocidad del rayo ni bien el Mundial comenzó a asomar en el horizonte: “¿Viste una serie que te gusta mucho y no podés dejar de ver?”, le pregunta él a su pareja. Ella vacila un instante y asiente como quien sabe de lo que le están hablando. “Bueno -completa él, confiado y con cara de póker-, el Mundial es como la súper serie. La Madre de todas las series...Me tenés que bancar, ¿entendés? Así como yo te hice el aguante con La casa de papel, vos ahora me tenés que aguantar con el Mundial”. Ella duda y en un momento de la charla le pregunta: “¿Ni siquiera te podés perder diez minutos de Uruguay-Arabia Saudita para ir a comprar la leche?”. El, inmutable, niega y lo confirma: “No, no puedo”.

Si bien se trata de una escena que busca la gracia en la exageración, no son pocos los que coinciden que en nuestro país existe una especia de regla no escrita que permite tomarse ciertas licencias durante el Mundial. O al menos modificar las costumbres habituales y hacer que las cosas cotidianas -dure lo que dure el juego- giren siempre en torno a la pelota. “Somos un país futbolero y está claro que no lo vivimos como lo podrían vivir los nórdicos”, apunta el sociólogo Eduardo Delpino, quien admite además que él mismo tuvo que modificar horarios de charlas y encuentros porque se superponían con la hora en que jugaba la Selección.

Los ejemplos sobran y varían según los gustos: desde las interminables “pollas” mundialistas que se organizan en cualquier oficina, pasando por los horarios de mañana y de tarde que se trastocan para poder seguir la mayor cantidad de partidos posibles, hasta las reuniones frente al televisor que, con picada y cerveza mediante en la mayoría de los casos, se organizan para ver los partidos de Argentina y terminan así atentando contra cualquier dieta que se precie de sana.

“El Mundial no sólo gira en torno a la pelota de fútbol y a la expectativa deportiva que genera -apunta la nutricionista Virginia Busnelli-, sino también al menú que los amigos y las familias planifican compartir frente a la pantalla, algo que se suele adjudicar a la forma en la que nuestro cerebro lo asocia con una recompensa emocional, más que con el verdadero apetito”.

Aunque están los que son más apasionados que otros, está claro que, al menos durante el mes que dura la competencia, no se trata solo de los partidos en los que juega Argentina, en donde el país entero entra en una especie de nirvana y sus calles una postal que bien podría ser la de una película post apocalíptica, sino de los que protagonizan México, Serbia, Polonia o Panamá.

“Son momentos especiales para una sociedad que está dispuesta a modificar su rutina”, reflexiona Delpino, para quien “no es algo excluyente de nuestro país sino que se entra en sintonía con una forma de especial de vivir el juego en todo el planeta. Es una suerte de paréntesis que establecen las sociedades, una especie de acuerdo no escrito donde se permite suspender ciertos hábitos no por cuestiones comerciales o tendencias traídas de afuera sino más bien por una cuestión de voluntad popular”.

Hombres que se paran frente a una vidriera para ver cómo va Corea del sur contra Suecia. Obras en construcción que se paralizan en plena jornada laboral y cuyo elemento principal ya no es el clásico trompo mezclador sino más bien la tele donde ocurre el partido. El Mundial lo cambia todo y todo parece entrar al ritmo del Mundial.

Nahuel Farías, por ejemplo, se cuenta entre los tantos que, al igual que en el video que se hizo un fenómeno viral, le avisaron a su novia que durante un mes no puede comprometerse a nada que esté dentro de los horarios del partido. “Es un mes cada cuatro años y lo tiene que respetar”, dice Nahuel con sonrisa cómplice, y agrega en el mismo tono zumbón: “Este es nuestro primer mundial juntos. Je, espero que no sea el último...”.

Su pasión por la fiesta que se viene realizando en Rusia es parecida a la de José María Ponce, que se guardó las tres semanas de vacaciones que tenía en una consultora local para poder zambullirse de lleno y sin que nadie lo moleste en Rusia 2018. “En la medida de lo posible -dice como quien planifica una tarea compleja y trabajosa-, mi idea es poder ver todos los partidos que se jueguen. Dejé pasar la primera semana para poder estar tranquilo en las instancias finales. Y obvio: espero que en esas instancias podamos estar nosotros, aunque con Sampaoli de técnico lo veo difícil, casi imposible”.

Sólo el 5 por ciento de los argentinos pensó sacarse las vacaciones para ver el Mundial

 

Claro que no todos tienen vacaciones o la suerte de una pareja comprensiva como la de Nahuel. Según una encuesta reciente elaborada por Havas Group durante mayo a unos 400 adultos, solo el 5% pensó pedirse vacaciones o licencias en junio para ver el Mundial. Otros optaron por estrategias menos lícitas para no perder de vista la pelota. Así, un 39% de los encuestados afirmó que vería los partidos con sus compañeros de trabajo (en horas de trabajo, obvio); otro 30% seguró que dividiría su atención en dos pantallas, una desde donde cumplirá con sus tareas laborales -o al menos aparentará hacerlo- y otra fija en el partido en cuestión; un 6% inventaría reuniones inexistentes para evadir compromisos laborales; el 7% daría parte de enfermo (un clásico de muchas oficinas), y el 10% faltaría sin dar ningún tipo de explicaciones.

“Este tipo de estudios nos permiten palpar el pulso social y analizar cómo se moviliza ante eventos tan relevantes como el Mundial de fútbol, sobre todo en países como el nuestro, donde este deporte es pasión de multitudes”, indicaron los hacedores del trabajo. La encuesta de Havas reveló así que, ya unos días antes de que arrancara el Mundial, el 20% de los encuestados planeaba ver todos los encuentros, mientras que un 51% tenía previsto mirar sólo los partidos de Argentina u otro equipo importante. Otro 20%, en tanto, solo miraría los partidos de la selección argentina y un 4% estaba en duda de qué haría al respecto. Apenas el 5% de los encuestados aseguró que no le interesaba el Mundial, ni siquiera los partidos en los que jugara la selección. Más que una minoría, una verdadera rareza.

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Obras en construcción que se paralizan en plena jornada laboral / Gonzalo Mainoldi

Fanaticos que se paran frente a una vidriera para ver cómo va el partido / Gonzalo Mainoldi

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