Visitas reales Bloopers, paseos y cholulos

Colorín colorado, las visitas reales de marzo por aquí han pasado… Y Sus Majestades han dejado algunas anécdotas para el recuerdo.

Aunque el saldo haya sido positivo, ambas arribos comenzaron con contratiempos de aeropuerto. El príncipe Federico llegaba, en un vuelo regular, dos días después que su madre, pero Ezeiza no estaba operable por un derrame de combustible y tuvo que ser desviado a Uruguay. Así es como no pudo asistir a los primeros actos de la agenda.

Lo de Felipe y Letizia fue falta de previsión. Llegaron con el Airbus oficial del reino de España, un avión de los que no suelen aterrizar en el Aeroparque Jorge Newbery. Y, por eso, no había escalerilla adecuada para una nave de gran porte. No sabemos si en los 50 minutos de espera, mientras observaban por la ventanilla como probaban una y otra escalera, Sus Majestades habrán evaluado la posibilidad de bajar por una de pintor como hizo el presidente boliviano Evo Morales en 2008 en Tucumán. Por suerte, hubo solución y, visiblemente contrariados, pudieron descender.

Por lo demás, aunque con matices, ambas visitas de Estado fueron bastante similares: recepción del presidente Mauricio Macri y su esposa en la Casa Rosada, ofrenda al general San Martín, visitas al Congreso y a la sede del Poder Judicial, encuentros con las comunidades danesas y españolas respectivamente y apertura de foros de intercambio económico.

La reina Margarita también aprovechó el viaje para hacer turismo. Recorrió el cementerio y la feria de Recoleta y, finalizada la agenda oficial, viajó a la provincia de Jujuy.

Los aires porteños le sentaron de maravilla. Si en Dinamarca la habíamos visto como, debido a sus problemas de cadera, recibía a sus invitados sentada en una silla, en Buenos Aires caminó, ágil, con sus vestidos vaporosos y floridos. Siempre sonriente, vistió también veraniegos trajes rosados con sombrero a juego. Un poco anticuados, es verdad. Pero es que ella es una reina de las de antes: reniega de redes y celulares, se abriga con sus visones aunque sea políticamente incorrecto, y sigue el protocolo a ultranza. Entre tantos actos, especial ilusión le habrá hecho a la reina, una gran vestuarista y escenógrafa, subir al escenario del Teatro Colón y ver de cerca el montaje de una ópera.

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El príncipe Federico, amante del deporte, también tuvo su hora feliz: visitó la cancha de Boca para interiorizarse sobre los proyectos de la Fundación Boca Social y, de paso, se atrevió a algunos juegos con la pelota. La Embajada de Dinamarca en Argentina apoya la Liga del Potrero, un programa de fútbol femenino para adolescentes de los sectores más vulnerables. No es la primera vez que Federico visita un estadio argentino. Si en esta oportunidad el presidente Macri lo llevó para su molino, con Horacio Rodríguez Larreta, en 2013, había visitado la cancha de Racing. Y es que el futuro rey de Dinamarca y el jefe de gobierno porteño se conocen por haber compartido estudios en Harvard en la década del 90.

La visita real finalizó con un homenaje a las víctimas de la represión y un encuentro en Tandil con la comunidad danesa por parte de la reina y la inauguración de un parque eólico en Bahía Blanca por parte del príncipe.

Muy lejos del estilo primaveral de Margarita, se presentó Letizia, la reina consorte de España. Minimalista a tal punto que, luego de la gaffe de la escalera, bajó del avión con un vestido de líneas puras color verde agua, de Hugo Boss. Casi sin adornos y ¡sin mangas! Con 17° grados y viento del río no le hubiera venido nada mal un saquito al tono. Pero sabemos que Letizia es una mujer estoica. Y poco friolenta porque al día siguiente acompañó al rey Felipe a su encuentro con el presidente Mauricio Macri en la Casa Rosada otra vez sin mangas y sin medias. Esta vez eligió un hermoso vestido blanco roto con silueta trapecio del diseñador español Pedro del Hierro.

Pero cuando más fabulosa la vimos fue en la cena de gala que ofreció el jefe de estado argentino a su par español. Vale aclarar que, aunque en las visitas de estado entre países monárquicos las cenas de gala son con tiaras y de largo, en Argentina el protocolo indica “damas de corto y caballeros de traje”, un dress code mucho más republicano pero que no ha quitado brillo a la celebración.

Letizia estrenó un vestido azul noche de Carolina Herrera con motivos florales en oro y perlas. De la cintura estrecha salía una falda semi globo. Le sentaba de maravilla y es uno de los mejores atuendos que le hemos visto lucir.

Queda para la anécdota el encuentro con la decana de las reinas: Mirtha Legrand. No tendrá cetro ni corona pero fue, sin duda, la más esperada. Un poco por la fama que la antecede y otro poco por el interés que, dicen, tenía Letizia en conocerla. Sabemos que Mirtha trasciende fronteras y es posible que cierta curiosidad haya sido genuina, aunque sin tanta vehemencia como se dijo. Tal vez Letizia haya sentido algún paralelismo entre la diva y su querida abuela, Menchu Álvarez, de la misma edad y periodista de gran carrera en su Asturias natal.

Lo cierto es que la reina de los almuerzos pidió a su “par” sacarse una foto juntas. Aunque un poco descolocada, doña Letizia aceptó. Ni la virreina Susana Giménez, también presente, se atrevió a tanto. Con quien sí Letizia se mostró realmente encantada fue con Ricardo Darín. Y es que tanto a ella como al rey les encanta el cine de calidad y acuden regularmente a las salas madrileñas.

Para su encuentro con los representantes de ALIBER, Letizia sorprendió con una blusa irregular con palazo a juego, de color naranja subido, de Zara. Coincidencia o arreglo previo, la primera dama también eligió Zara para la ocasión. Ambas espléndidas y muy low cost.

Los reyes, en su último día en Buenos Aires, ofrecieron una cena a sus anfitriones. A modo de homenaje, Letizia estrenó un vestido del diseñador Roberto Torretta quien, aunque vive en España, nació en Argentina. Rojo, su color preferido, sin breteles y con un importante pliegue en el escote que le daba un toque de vanguardia. Demasiado largo, tal vez, sobre todo por el contraste con la falda corta de la primera dama.

En la ciudad de Córdoba los reyes inauguraron el Congreso de la Lengua Española y así finalizaron su visita. Esperamos que repitan y, sobre todo, que estas iniciativas sean fructíferas para ambos países.