Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí

Enviar Sugerencia
Conectarse a través de Whatsapp
Temas del día:
Buscar
La Ciudad |Cuatro hijos de un sitio emblemático condenado a la desolación recrean las épocas de oro

Calle Nueva York: frigoríficos, 17 de octubre y un abandono inexplicable

En sólo 5 cuadras de un barrio de la Región se escribieron capítulos centrales del devenir de la Argentina. El de la industria de la carne y el de octubre del ´45, fecha bisagra en la historia. Hoy lucha contra el olvido y la desidia

Calle Nueva York: frigoríficos, 17 de octubre y un abandono inexplicable

Norberto Pistonesi, Daniel Ridner, Roberto Yotoff y Tito Castro. Se criaron juntos en la calle Nueva York y hasta hoy siguen juntos / Sebastián Casali

Carlos Altavista

Carlos Altavista
caltavista@eldia.com

9 de Junio de 2019 | 02:26
Edición impresa

En cada adoquín de su descuidado empedrado, en cada esquina olvidada, en cada metro de sus veredas rotas, en cada zaguán que sigue en pie más de cien años después de su construcción, en cada conventillo que se sostiene a duras penas, la calle Nueva York guarda decenas, cientos de historias que hablan no sólo de una ciudad o una región, sino de un país que pudo ser.

Porque en esas 5 cuadras -6 para algunos- llegaron a trabajar 15 mil obreros de la carne, triplicando la población del Berisso de principios y mediados del siglo XX. Se gestó un crisol de razas como en ningún otro lugar. Se vivió a pleno la Argentina que prometía una vida mejor a cada nueva generación, y cumplía. Se creó sentido de pertenencia social, política y cultural. Se escribió ese capítulo titulado 17 de Octubre que marcó un antes y un después argento que llega hasta hoy.

El abandono la sobrevuela. Desde hace años y años. Hasta hoy. Inexplicablemente.

El 27 de junio de 2005 fue declarada sitio histórico nacional. Pero nadie le hizo honor a semejante y más que merecido título. ¿Por qué? “A nadie le importa”, dice un vecino. “A nadie le importa nada”, agrega una vecina.

La Nueva York tiene tantas historias como habitantes tuvo y conserva. Por ello, por respeto a todos y cada uno, esto no pretende ser más que el resultado de una de las frecuentes reuniones de un grupo de amigos “nativos”, que nunca se cansarán de rememorar su edad de oro.

“Berisso nació en torno a la industria de la carne. De la carne salada en los saladeros de Juan Berisso, donde hoy está el Parque Cívico. Y después vino el Swift. Carne congelada. Uno de los primeros frigoríficos del país”, dice Norberto Pistonesi (70), quien se autodefine como un “colado” en el grupo de amigos porque “venía del barrio YPF, pero pasé toda mi infancia y juventud en la querida Nueva York”.

En rigor, en 1904 comenzó a funcionar el frigorífico La Plata Cold Storage, de capitales sudafricanos. Fue adquirido hacia 1907 por Swift & Company de Chicago, primera empresa de capitales estadounidenses dedicada al negocio de la carne en nuestro país. Le siguió los pasos, ocho años después y a escasos “metros”, el Armour. Y así, la Nueva York, desde Montevideo hasta Concordia, pasando por Valparaíso, Marsella y Cádiz, se convirtió en uno de los principales centros neurálgicos de la Argentina. “Venía gente de distintas provincias a trabajar acá. Y se mezclaban con rusos, búlgaros, judíos, polacos, italianos, españoles, griegos, árabes, turcos, y un larguísimo etcétera. Todos convivíamos sin ningún tipo de problema. La vida era trabajar para disfrutar y, siempre, progresar”, apunta Daniel Ridner (70).

“Mi viejo vino de Polonia. Primero a Carlos Casares y después a Berisso, porque acá había trabajo”, rememora Daniel. “Como no sabía el idioma, empezó vendiendo ropa en la calle. Hasta que se instaló en la primera cuadra, entre Valparaíso y Marsella, con el negocio Modas Mary”, detalla.

Vale aclarar que los vecinos de la Nueva York de antaño se refieren a la calle desde la avenida Montevideo hacia el interior de la ciudad ribereña, es decir, en dirección contraria a La Plata. Y llaman primera cuadra a la delimitada entre Valparaíso y Marsella porque entre Montevideo y Valparaíso no hubo nada hasta que se construyó el Hogar Social, a principios de la década del ‘40.

Tito Castro (69) fue vecino de Daniel. “Las casas estaban separadas por un zaguán, al igual que el negocio de ropa del padre de Daniel y la sastrería de mi viejo, Sastrería Jesús Castro”, dice. Y todos coinciden en que el primer traje a medida se lo hicieron allí.

En la misma cuadra estaba la tradicional lechería de Dallachiesa, donde “envasaban la leche desde las chanchas (grandes envases metálicos) en las botellas y las vendían al público”.

A la moda

“Gracias al viejo de Tito nosotros siempre estábamos a la moda. Porque cuando se pasó de dos a tres botones, o de solapa angosta a solapa ancha, le pedíamos que nos retocara el traje”, recuerda Roberto Yotoff (69).

El padre de Roberto fue mecánico del “micro Guaraní, línea 9, precursor del 202. La bañadera le decíamos, por la forma que tenía”, acota Norberto Pistonesi.

Pero antes del primer micro, y contemporáneos de los siguientes por años y años, los tranvías vivieron su apogeo. “El 23 y 24 andaban por Berisso. El 25 y 26 hacían Berisso-La Plata”, explican. Y también describen algunos “percances” que sufrían los tranvías. “En las tapas de los envases del betún mezclábamos clorato de potasio y magnesio. Se conseguían en la farmacia Nueva York, de Aaron Rubin, porque uno servía para el dolor de garganta y el otro para la tortícolis”, explica Norberto, y añade que al juntarlos tenían otro uso: “Poníamos las tapitas en la vía y cuando el tranvía pasaba provocaba una pequeña explosión y descarrilaba. ¡Eso no lo pongas!”, sugiere, y todos echan a reír.

Eran las peores travesuras de una infancia “sana”, que transcurría entre la Escuela Primaria 50 -actual Nº 9-, y la pesca en el canal que corría paralelo a la histórica calle. “Un caño, hilo común, un alfiler doblado y un pedacito de corcho como boya. Así pescábamos mojarras y bagres en tal cantidad que cenaba la familia completa. Entonces los peces no estaban contaminados -subrayan-. Y completábamos con ranas”, evocan.

Algo que cuesta imaginar a la luz de la Nueva York actual es que “esas cinco cuadras eran el centro de Berisso. Eran una locura. Más de diez mil trabajadores y trabajadoras que iban y venían sin cesar. Tranvías, micros, camiones con hacienda, autos. El tránsito era constante, día y noche, porque los frigoríficos trabajaban las 24 horas”, dice Roberto Yotoff, quien muestra una antigua foto familiar donde aparece su padre bebé. Y otra de su padre joven. Y le cuesta contener las lágrimas.

Tanto era el trabajo que en la Mansión de los Obreros, creada en 1920 y único sitio de toda la Nueva York que alguna vez se puso en valor, funcionaban a pleno las “camas calientes”.

“Se llamaban así porque en los frigoríficos había tres turnos de ocho horas, y los obreros se alternaban para dormir en la mansión. Algunas camas se alquilaban por turno de trabajo, por lo que se levantaba uno y se acostaba otro. O bien se juntaban tres para alquilar una habitación, y de ese modo compartían y abarataban costos”, narran los amigos.

Los bares estaban a la orden del día. Pero uno fue y es un emblema indiscutible. “El bar angloamericano de Dawson, que quedaba en la esquina de Nueva York y Marsella, luego comprado por la familia Cruz, de Lito Cruz”, describe Daniel Ridner.

Lito Cruz es un prócer -literalmente- para los berissenses. Ni hablar para quienes fueron contemporáneos (o casi). “La humildad y el sentido de pertenencia de Lito, hasta el final, es algo que no se encuentra así nomás”, enfatiza emocionado Norberto.

La “tarjeta de crédito”

Con conocimiento de causa por ser hijos de comerciantes, Daniel y Tito afirman que “la tarjeta de crédito era la palabra. Los dueños de los negocios cobraban sus cuotas quincenales (a los obreros les pagaban cada 15 días) con la sola promesa de pago de los trabajadores y trabajadoras de los frigoríficos. Siempre cumplían”, remarcan, como un auténtico sello de época.

Los bailes del Hogar Social. Los corsos a lo grande, con comparsas multitudinarias y disfraces que se elaboraban a mano durante largo tiempo. Los baldes, mangueras y bombitas de agua que convertían la calle en un campo de batalla en carnaval. La venta de hielo en barra -“se compraba por pedazos, media o cuarta barra, y se almacenaba en heladeras construidas para ese fin para mantener la comida fresca”-. La clásica sirena del frigorífico que anunciaba el ingreso y egreso de los obreros. Larga, interminable, es la lista de recuerdos. Pero uno sobresale y tiene que ver con una forma de vida que se perdió por completo: “Los vecinos sacaban mesas y sillas a las veredas a cualquier hora del día o de la noche. Y se acercaba y se sentaba quien quisiera. A compartir una copa, un vermouth, o una comida. Pero sobre todo, charla y amistad. La Nueva York era una calle amigable por la que se podía caminar a cualquier hora sin ningún inconveniente”, resalta Daniel. El resto asiente.

Y claro. Viene a la memoria aquel día que cambió la historia argentina, y que entre los hijos de la Nueva York trasciende cualquier frontera ideológica. Porque ellos, en carne propia o a través del relato de sus padres, saben como nadie de qué se trató. “Esta calle debería ser, toda, monumento nacional. Allí, donde está el Hogar Social, Cipriano Reyes arengó a los obreros, que en número superior a diez mil abandonaron sus trabajos y el 17 de octubre dieron origen al peronismo. Este es el kilómetro cero del peronismo”, casi exclama Norberto Pistonesi. Y nadie le quitará a un neoyorquino berissense esa idea. A punto tal que, alguna vez, tuvieron marcha peronista propia.

¿Hoy? Mucho abandono para tanta historia. “Quizás la representación del país que fue, del que pudo ser, del que somos”, reflexionan los vecinos históricos.

10.000
Obreros llegaron a trabajar en los frigoríficos Swift y Armour. Hay registros que hablan de hasta 15 mil en las mejores épocas. Llegaban desde las provincias del interior a Berisso. En rigor, a la calle Nueva York, donde había inmigrantes de toda Europa y Asia.

 

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE

Multimedia

Norberto Pistonesi, Daniel Ridner, Roberto Yotoff y Tito Castro. Se criaron juntos en la calle Nueva York y hasta hoy siguen juntos / Sebastián Casali

La época de oro de la Nueva York es en blanco y negro. El cierre de los frigoríficos y la desidia de las autoridades la pintaron de olvido / Archivo

Fue declarada sitio histórico nacional en 2005. Está a la vista que nadie hizo honor al merecido título que recibió

+ Comentarios

Para comentar suscribite haciendo click aquí

ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES

HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS

Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales

¿Ya tiene suscripción? Ingresar

Básico Promocional

$120/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $2250

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Suscribirme

Full Promocional

$160/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $3450

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Acceso a la versión PDF

Beneficios Club El Día

Suscribirme
Ir al Inicio
cargando...
Básico Promocional
Acceso ilimitado a www.eldia.com
$120.-

POR MES*

*Costo por 3 meses. Luego $2250.-/mes
Mustang Cloud - CMS para portales de noticias

Para ver nuestro sitio correctamente gire la pantalla