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Vivir Bien |LA ERA DE LA NOSTALGIA

¿Por qué tu hijo ve las mismas cosas que vos ya viste?

¿Te preguntaste alguna vez por qué tu criatura está apasionada por dibujos animados como “Supercampeones” o la película“Aladdin”, cuando se trata de historias que nacieron hace más de 20 años? La respuesta puede sorprenderte: tenés parte de la culpa

¿Por qué tu hijo ve las mismas cosas que vos ya viste?

“El Rey León”

Jorge Garay

Jorge Garay
jgaray@eldia.com

14 de Julio de 2019 | 06:52
Edición impresa

Planes de tus hijos para las vacaciones: mirar “Toy Story” (si todavía no la vieron; si ya la vieron, volver); ver “Aladdin”; esperar “El Rey León”; ir a ver “Spider-Man”. Al visitar las salas en esas ocasiones, celebrarán adelantos de “It”, “Mulan” y una película de Los Beatles. Todo, mientras esperan el estreno de la última “La Guerra de las Galaxias”, a fin de año, mirando en la tevé “Dragón Ball” y “Supercampeones”, preparándose además para nuevas películas de “Indiana Jones”, “Gremlins” y “He-Man”.

Sí: tus hijos están mirando lo mismo que vos cuando eras chico. Los títulos lo avalan y los números, ni hablar: la cuarta parte de “Toy Story”, saga que nació hace 24 años, se encamina a convertirse en la película más vista de la historia en Argentina; “Stranger Things”, bañada en nostalgia ochentosa, fue vista en un fin de semana por 40 millones, un país entero, de hogares. Vivimos en una era de “retromanía”, como señaló el crítico cultural Simon Reynolds, una “etapa histórica” que atraviesa la cultura pop, incapaz de controlar su frenesí de reciclar el pasado y hacer banco con la nostalgia.

Pero, ¿cómo se dio este fenómeno? ¿Cómo pasó la nostalgia a ser la fórmula del éxito en la tevé y el cine? A menudo se reduce la actual tendencia a la “pereza” de la industria. Y ojo, está claro que son cada vez más los ejecutivos que eligen no arriesgar, seguir por el camino de fácil éxito, inflando una burbuja de refritos que en algún momento estallará. Pero la historia de la industria refritándose una y otra vez tiene también otras causas, y una raíz en la crisis de principio del siglo que atravesó el cine.

Es que a medida que la oferta desde el living se multiplicaba, con los viejos y queridos VHS primero, los DVD después y finalmente las descargas ilegales, las boleterías, principal ingreso de los grandes estudios, se desinflaban. Cada película de Hollywood sin éxito reducía el margen de error para el futuro: la industria decidió entonces apostar por proyectos que ya tuvieran una audiencia esperándolos. Nació así la era de las remakes, reboots y secuelas eternas.

Frente a este avance conservador en cine, la televisión se mostró durante varios años como un oasis. Pero después de temporadas donde se experimentó y se llevó al medio a sus límites, y en el marco de una furiosa guerra de plataformas on demand, cada productora comenzó a optar también por lo seguro: adaptaciones de viejas y queridas obras (desde “El Señor de los Anillos” a “Sandman”), remakes bizarras (de “Macgyver” y “El auto fantástico” a “ALF”) y continuaciones (como “Cobra Kai”, que sigue la historia de “Karate Kid”) comenzaron a poblar la oferta, en busca de capturar a una audiencia siempre cautiva.

Hasta aquí, un somero repaso de por qué la industria se volcó a la nostalgia como arma de audiencia masiva. Pero, ¿por qué funciona en los espectadores? Las explicaciones son variadas (el fenómeno es reciente) y probablemente se complementen entre sí.

Tiene sentido pensar, por un lado, en nuestra generación, la de los +30, como un sector aquejado por el Síndrome de Peter Pan. Es decir, no queremos crecer, y vibramos al revisitar aquello que nos hizo felices en nuestra infancia. Quizás, porque esos eran días felices antes de que arruináramos todo con nuestras decisiones, le echáramos la culpa al resto y nos volviéramos escépticos y amargos.

Algo de eso hay. También, señala el mencionado Reynolds, internet, que debía ofrecernos un catálogo de las enormes posibilidades que existen en el mundo, ha vuelto disponible la historia del cine, la tevé y la música a un click, que, “peterpanes” como somos, hemos clickeado de forma obsesiva. Si la industria se ha encasillado en un loop eterno de reciclado del pasado, es porque, enfrentados a un mundo de posibilidades infinitas, nosotros mismos hemos recurrido a la seguridad del pasado, como demuestra que entre los programas más vistos en Netflix estén “Friends” y “The Office”, aptos para ser reconsumidos una y otra vez.

Porque, después de todo, ¿para qué vemos televisión, para qué vamos al cine? Un grupo reducido buscará nuevas experiencias sensoriales, ser desafiado. Pero buena parte de la audiencia busca una experiencia que se acomode a sus expectativas, un rato de ocio que sea efectivo en distraerlo de los problemas de la vida cotidiana.

Lo ya conocido ofrece esa familiaridad: ya sabemos lo que vamos a ver, sea porque lo hayamos visto o porque se parece mucho. No hay incertidumbre, y eso apaga las ansiedades de lo desconocido con las que, por otro lado, convivimos casi 24/7.

Así que, de algún modo, nosotros mismos somos la respuesta: ¿por qué las películas de hoy son las mismas del ayer? ¿Por qué nuestros hijos ven las mismas series que nosotros veíamos hace décadas? Porque, debido a que nosotros mismos queremos volver a ver a esas historias, las productoras sacaron cuentas y se dieron cuenta que con esos productos para toda la familia, no sólo atrapan al niño sino también al adulto. 2 por 1.

 

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