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Séptimo Día |LA LITERATURA EN CUARENTENA

Entre el ser y el no ser de la realidad y la ficción

Los cambios en el proceso de creación. Testimonios de una poeta y de dos novelistas. Un mundo distinto, lastimado por interrogantes íntimos. Una soledad diferente y planetaria para los escritores

Entre el ser y el no ser de la realidad y la ficción

Silvia Montenegro

MARCELO ORTALE
Por MARCELO ORTALE

21 de Junio de 2020 | 08:37
Edición impresa

Un mundo distinto, lleno de dilemas. Los escritores entre el ser y el no ser de la realidad, entre el ser y no ser de la ficción. Con los problemas que padecen todos los habitantes, claro, pero con el oficio lastimado por interrogantes íntimos, por bloqueos mentales, por falta de rumbos.

El aislamiento que en nuestro país ya lleva tres meses condiciona todos los quehaceres y, entre ellos, también al literario. Ello, sin dejar de ver que los escritores necesitan soledad total para crear y que, por lo tanto, están acostumbrados a ella. Pero siendo, por propia elección, “personas-islas”, tal vez, no comprenden una soledad que en estos días rige para la inocencia de la humanidad entera. Es como si la cuarentena planetaria fuera una carga incomprensible para ellos.

Una poeta y dos novelistas entregan acá sus testimonios: Silvia Montenegro, Juan Simeran y Francisco Artola. En sus palabras pueden vislumbrarse los cambios que se operan estos días en el proceso de la creación literaria, como reflejos acaso involuntarios de una pandemia que, entre sus resultados más terribles, plantea la indefinición de su final. Siempre es más grande y angustioso un dolor si se ignora cuándo podrá terminar.

MONTENEGRO

“La pandemia exacerba el sentido de finitud de los hombres y a su vez hace estallar a la naturaleza, puedo ver mientras digo esto, pájaros jamás vistos en mi jardín.

Los seres humanos en estado de aislamiento, miedo, protocolos, falta de libertad. ¿Qué pasará cuando todo pase?”, se pregunta Silvia Montenegro, poeta con publicaciones en el país y el exterior.

Ella habla de “un virus que desmorona el sistema” y de “personas que se aferran a la vida más que nunca. ¿Me pregunta qué pienso como escritora? El aislamiento y el silencio siempre fueron condición para escribir, una bella condición, la deseada soledad. Pero mi interior no es el mismo porque el afuera no es el mismo. Me afectan la incertidumbre, la lejanía de los amigos, la familia, la falta de libertad, de salir a caminar, de ver el horizonte”.

“Trato de manejar la ansiedad con lo que puedo, pero escribo poco”, cuenta Montenegro

 

Montenegro nació en La Plata y vive en City Bell. Es egresada de la UNLP y publicó Sobredosis de alma (Sudestada, 2001); El diablo pide más (Ediciones Último Reino, 2004; Premio Hespérides, 2004); Los príncipes oscuros (Último Reino, 2008); La Bruma (Poesía Barataria, 2014) y El borde ( Prueba de Galera 2019). Participó en festivales de poesía en la Feria del libro de Buenos Aires, en el Festival Internacional de Poesía de Michoacán, México, en el Festival Internacional de Poesía de Trois Riviere, Quebec, Canadá y en Transpoesía, México 2013, Cuba 2014. Su poesía integra antologías en Argentina, México, Perú, Alemania , Italia y Francia y una selección de sus poemas fue traducida al alemán y al francés y al italiano.

Dice que en estos días escribe poco y que “más que empezar un libro nuevo prefiero releer aquellos en donde alguna vez encontré frases, versos o fragmentos que me identificaron y ayudaron. Saco fotos, contemplo, trato de manejar la ansiedad con lo que puedo. Es difícil darle la espalda a esta realidad, pero no tengo una mirada apocalíptica.

En lo íntimo algo se engendra. Lo siento. Lo percibo. Algo se está escribiendo en las profundidades”.

SIMERAN

El novelista Juan Simeran, porteño que vive en Abasto, parangonó el actual aislamiento con el mítico y dificultoso viaje de Ulises a Itaca: “Circe, la diosa-hechicera de la venganza -que en su furor convertía en cerdos a todo quien la ofendiera, y era de ofensa fácil-, conminó a Ulises a que desoyera el canto de las sirenas de esta forma: ¡Loco será quién se detenga a escuchar sus cánticos, pues nunca festejarán su mujer y sus hijos su regreso al hogar! Las sirenas les encantarán con sus frescas voces”.

“Ulises, lo sabemos se ató al palo de su nave. No se “quedó en casa”, pero ciertamente se quedó en el molde...Quiso nadar y salvar la ropa. Pero no se puede reputar esa acción como cobarde, por un detalle elocuente; Ulises desobedeció el mandato de taparse los oídos. Esa orden era cruel, era inhumana. Se le exigía a Ulises que tapase sus oídos a la belleza...”

Antes de seguir con la parábola, debe decirse que Simeran es autor de una novela escrita en jerga latinoamericana, que es una versión del Quijote. Su libro “El chévere venturante Mr Quetzol de Arisona” está publicada en la Argentina, México y España, además de haber sido destacado en las últimas dos presentaciones de la feria de Frankfurt. En España fue considerada entre “las tres mejores novelas publicadas en 2019”. En este año publicarán en ese mismo país la última novela de Simeran sobre el Haití de Francois Duvalier.

Siguió diciendo Simeran que “ahora se nos conmina a que nos atemos al sofá del living, para no sucumbir al encanto de otras “frescas voces”, de pérfida seducción. ¿Cuáles serían esas irresistibles melodías? Los bocinazos, quizá. El murmullo crepitante de un bar. La armónica del afilador. El concierto de taconeos resonando en los edificios públicos. “Atrás hay lugar”, del chofer. Un frenazo y un insulto. “Directo de fábrica para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero”. Una voz amiga, de carne y hueso.

“Ahora se nos conmina a que nos atemos al sofá del living”, según Simeran

 

“Quien obedece a Circe, por cierto, tiene asegurado el llegar sano y salvo a una Itaca de pantuflas y Netflix, y nadie tendrá derecho a llamarlo “loco”. ¿Qué cuesta en definitiva ponerse dos pequeñas bolitas de algodón en los oídos? Desaparece el llamado de las sirenas pero también se esfuma todo sonido discordante. Molesto. Quizá las sirenas, ahí afuera, se cansaron de cantar y están a pura puteada tablonera. Escribir es en primer término escuchar. Escuchar es absorber. Absorber es nutrirse. La materia prima de la literatura está fuera de las paredes de mi casa. “Nunca festejarán su mujer y sus hijos su regreso al hogar”, Circe sabe pegar donde duele. Pero no hay vida sin dolor. Mucho menos obra que valga la pena. Desobedecí a Circe. No acepté cerrar mis oídos a la belleza de la vida. Caminé, olisqueé, toqué, entreví ojos arábigos sobre pudorosos Niqab, fuí y soy el loco que Circe desprecia. No acepto que una diosa furibunda y rezumante de odio me diga qué escuchar y qué no. Y si me quiere convertir en cerdo, pues acá estoy””.

“En estos días de encierro fue muy poco lo que pude desarrollar”, dice Artola

 

ARTOLA

“Cuando a un escritor se le imponen acciones –dijo Artola- por más que tengamos tiempo a nuestra disposición, se nos generan bloqueos que resultan muy difíciles de manejar. En estos días que llevamos de encierro, me ha sucedido que como escritor fue muy poco lo que pude desarrollar. Me he dado cuenta que para poder escribir en plenitud, necesito tener la cabeza despejada, en libertad”.

“El poder transitar libremente por nuestras ciudades, sentarnos a escribir o tomar notas en un bar, tener conversaciones diversas cara a cara; hacen que podamos movilizar las emociones y los sentimientos...el ir y venir me mantiene “despejado”, hace que las ideas fluyan. Sin duda el proceso de escritura es mucho más amplio que la mera acción de sentarse frente a nuestro cuaderno o computadora y tipear”.

La primera publicación de este escritor platense fue en 2016, en la antología de cuentos llamada “Artilugios”, de Ediciones Masmédula. En 2019 publicó su primer novela “El Gran Paso” (Niña Pez Ediciones), que tuvo amplia y favorable acogida de la crítica. Es además cuentista.

“El aislamiento genera nuevas circunstancias, distintos movimientos dentro de nuestra psiquis, que no habíamos experimentado nunca; por lo tanto debemos aprender a manejarnos ante esta nueva situación. Creo que una de las principales cosas que nos genera un conflicto, o lo que en la jerga de los escritores llamaríamos bloqueo, es la incertidumbre, el no saber si debemos permanecer encerrados por un par de semanas, por unos meses, o por un año entero. El otoño, por cierto una estación muy inspiradora para la escritura, ya se nos fue integro en cuarentena”.

El problema de esta novela es que todavía no tiene un final escrito

Finalizó diciendo que “la literatura nos ha anticipado varias veces situaciones como esta que nos toca vivir: recuerdo la novela Anna, del escritor italiano Niccolò Ammaniti escrita en 2015. En ella el autor da vida a un virus, el cual se ha extendido por el mundo como una epidemia. Pero tiene una particularidad: este virus sólo afecta a la población adulta, hasta el hecho de producirles la muerte. Los niños lo incuban pero no les afecta, sólo ellos sobreviven. El libro desarrolla los interrogantes de cómo se interrelacionan los pequeños sin la presencia dominante de los adultos y cómo afrontan los miedos y las incertidumbres. Es una excelente distopía que puede volverse claramente hoy una realidad incipiente, con diferentes matices por supuesto. Pues bien, el problema de la “novela” que estamos viviendo es que todavía no tenemos un final escrito”.

 

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