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Armando Bó: “Es un gran momento para producir, el mundo aprendió a leer subtítulos”

El oscarizado realizador argentino estrena mañana en Amazon Prime Video “El Presidente”, serie que creó y dirige, y que retrata el exceso absurdo detrás del FIFA Gate

Armando Bó: “Es un gran momento para producir, el mundo aprendió a leer subtítulos”

Armando Bó dirige “El Presidente”, la esperada serie de Amazon que echa luz sobre la corrupción en el fútbol

Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

4 de Junio de 2020 | 05:01
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“Cuando te hablan de la serie del FIFA Gate, ya te pica el bichito”, confiesa Armando Bó, director y showrunner de “El Presidente”, la serie sobre el caso de corrupción que llegó hasta las más altas esferas del fútbol mundial y que se estrena mañana en la plataforma Amazon Prime Video.

El realizador, ganador del Oscar por su guión de “Birdman” y que tiene lazos con nuestra ciudad por su ópera prima, “El último Elvis”, protagonizada por nuestro John McInerny, fue abordado por Amazon y Gaumont, dos de las cuatro productoras internacionales de la serie de ocho episodios (también producen Kapow de Argentina y Fábula de Chile), y el proyecto lo atrapó no sólo por su interés en el infame caso, sino porque “venía buscando una temática internacional y popular, escaparle al cine arthouse, como ‘Birdman’ o ‘Animal’, de temáticas más cerradas”.

“El Presidente” es su segundo proyecto, tras “Animal”, estrenada en 2018, que Bó, nieto de Armando Bó e hijo de Víctor Bó, lanza desde el Oscar de 2014. “Yo veo esto como una maratón: no tengo una urgencia desesperada”, explica el cineasta, que cuenta que “hubo oportunidades donde podría haber agarrado algunos proyectos más grandes, aunque esta serie es más hollywoodense, en cuanto a su tamaño y capacidad productiva que ‘Birdman’”.

“Es que uno deja tanta sangre y sudor, se sacrifica tanto por este laburo”, agrega, “que hacer cosas que no me representan me cuesta mucho. Por suerte tengo una doble vida con la publicidad, que me permite no solo hacer esto por trabajo, sino porque me gusta y porque quiero crecer como artista y productor”.

En ese plan, Bó acaba de abrir una productora de contenidos internacionales, About Entertainment, aprovechando que es, opina, “un gran momento, donde el mundo aprendió a leer subtítulos, así que es una gran oportunidad para todo el mundo para contar cosas interesantes y no sólo hacer películas de superhéroes”.

Una oportunidad que, además, se está dando crecientemente en las plataformas on demand, donde la propia guerra entre las grandes empresas (andan batallando Netflix, Amazon, Disney, Warner, Apple…) genera la posibilidad de producir ficciones distintas: al respecto, Bó dice que intuyó en el proyecto de “El Presidente” “una oportunidad de tocar un tema relevante, pero de una forma diferente, que no se unifique a todo lo que hemos visto sobre corrupción”, y en ese sentido la serie no apuesta por el realismo sucio de tanta ficción corporativa, sino que se lanza con desparpajo hacia la sátira, protagonizada por un conjunto de viejos carcamanes bailando ebrios con sus zarpas intentando acariciar lo ajeno (el dinero, las faldas).

“Había tanta información del caso, notas periodísticas, libros, una superpoblación de información... cuando empecé a investigar, descubrí por ejemplo que la Conmebol tiene inmunidad diplomática, y todo tipo de situaciones que me parecieron que eran más cercanos a lo absurdo, a lo extremo, a una parodia. El modo en que funcionaba esa libertad, esa impunidad... Entonces, me pareció más indicado, y más original, hablar del tema de otra manera que solo retratando el caso como un hecho serio: la serie no deja de traer el tema a la luz, pero agrega sátira, y eso lo hace más interesante”, analiza Bó.

Para el cineasta, ese impacto que él percibió a partir de los desmesurados comportamientos de los directivos sudamericanos tiene mucho que ver con el paso del tiempo y el cambio del mundo. Quizás, dice, eran situaciones más corrientes, aceptadas, durante los ochenta, “cuando esa forma de hacer las cosas se empezó a establecer”. Pero la persistencia de aquellos muchachos hoy, resistiendo en sus viejas formas de manejarse, esa costumbre a hacer negocios ilegales “de forma bastante abierta”, afirma Bó, “apoyaba el costado humorístico de la serie, el retrato de cómo estos viejos manejaban el negocio, no solo en Latinoamérica sino en todo el mundo”.

Por lo tanto, el retrato, con resonancias en el cine de Paolo Sorrentino y Fellini, bordea lo bizarro: “Desde el lado irónico, me resulta muy gracioso cómo se manejaban”, se ríe el realizador porteño de 41 años, que se arremangó entonces para balancear ese componente evidentemente absurdo con una historia de corrupción corporativa que debía ser contada de la forma más cercana posible a los hechos reales.

Un desafío, teniendo en cuenta los complejos tejes y manejes, términos financieros y operaciones turbias, bajo los cuales se ocultaba la corrupción de FIFA. “Hay tantos detalles en cuanto a mecanismos y maneras de operar, que me costó entenderlo, sí”, confiesa el director. “Tratamos de ser didácticos en la serie, pero de dar la mayor cantidad de información al público”, agrega: ese rol lo cumple en la serie la voz de Don Julio Grondona, el ex presidente de la AFA que si bien no es protagonista de la serie (el peso de la historia recae sobre Sergio Jadué, presidente de la federación chilena de fútbol interpretado por Andrés Parra), explica en lenguaje llano a la audiencia las tramoyas dirigenciales.

Figura ambigua en la vida como en la serie, Grondona es el líder de la mafia pero también el último mafioso con códigos, una especie de Don Corleone cuya muerte anticipa el final: en “El Presidente”, incluso, advierte que la ambición, el hibris, del trato televisivo con Mariano Jinkis puede llevar a la caída.

“Por algo manejó 35 años el fútbol argentino. No es por salvarlo, pero algo bien hizo, el fútbol argentino triunfó. Cuando él murió, claramente, todo explotó”, dice Armando Bó, que conoce a Grondona, como casi todos los argentinos, de su infancia futbolera. Por eso, afirma, “no había intención de faltarle el respeto sino de mostrar todo lo que esta causa prueba que él sabía”.

UN CREADOR, TRES DIRECTORES

El exceso, la sátira, el absurdo, la figura de Grondona: todos estos elementos los establece Bó, como director de los primeros dos episodios de la serie. Luego, el argentino cede el mando de la dirección, como se suele hacer en televisión, a Natalia Beristain (“Luis Miguel: La Serie”) y Gabriel Díaz (“Bala Loca”): Bó, que dirige además los dos episodios finales, opera en esos capítulos del medio como el “showrunner”, encargado de que, a pesar del cambio de dirección, el tono se sostenga homogéneo.

“Es muy difícil”, acepta Bó sobre este rol, que le toca por primera vez. “El rodaje fue muy intenso: en un año y medio uno puede hacer una película, dos horas, y acá hicimos ocho horas. Es una cantidad de guiones, actores, situaciones, sets, que se convierte en algo imposible de controlar”, explica el cineasta y director de los dos episodios que abren y los dos que cierran: “Se hizo como un sandwich: tuve el control, pero al mismo tiempo tuve que delegar en el medio del rodaje, y a la vez, tratar de mantenerme ahí, presente. Una locura, una demanda de trabajo y de horas que me quemó bastante, lo pude pasar gracias al apoyo de mi familia. Con todo lo que aprendí, también aprendí que hay que elegir las batallas”.

Con todo, explica Bó, “creo que la serie consigue mantener el punto de vista autoral el tono, la forma de contar la historia, aunque claramente va cambiando un poco cuando cambia la dirección. La intención de uno es que se note lo menos posible”.

Futbolero, “hincha de Independiente y fanático de Messi, para poder tener una alegría de vez en cuando”, dice entre risas, Bó encabeza así una serie que escarba en la podredumbre del negocio del fútbol, que levanta el velo prohibido y muestra al corrupto titiritero que mueve la pelota. Pero, opina, “yo creo que la serie no quita la ilusión del fútbol: habla del negocio detrás de la pelota. Ver fútbol, para mi, sigue siendo uno de los placeres más grandes, y me gusta ver fútbol de alta competición, aunque es evidente que se estaban haciendo cosas ilegales”.

Y avisa: “Denunciamos como se hacían las cosas, pero, sin minimizar, el mundo fue por el lado capitalista y todo esto explotó de esta forma porque Estados Unidos quería participar del negocio”.

Bó se refiere así a la investigación que inició el FBI contra la cúpula del fútbol latinoamericano, luego de que, en 2009, Estados Unidos perdiera la chance de ser sede de los Mundiales de 2018 y 2022 contra Rusia y Qatar. Al final, el dinero, y no la justicia, es lo que manda, algo que ata “El Presidente” a esa denuncia del capitalismo salvaje que fue “Animal”: “El dinero siempre está ahí, generando situaciones”, dice Bó. En esta historia de excesos hasta el absurdo, que es la historia de la FIFA pero también la del mundo, “hay un costado gigante de ambición”.

 

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