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Economía Dominical |NÚMEROS QUE DUELEN

Casi 40 años creciendo apenas 1,6% anual y con 20.000.000% de inflación

El ex ministro Jorge Remes Lenicov trazó un crudo panorama de la economía argentina y planteó los desafíos que debería encarar la clase política y dirigencial para sacar al país adelante y ponerlo en la senda del crecimiento

Casi 40 años creciendo apenas 1,6% anual y con 20.000.000% de inflación
Esteban Pérez Fernández

Esteban Pérez Fernández
eperezfernandez@eldia.com

28 de Marzo de 2021 | 06:57
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Un detallado y minucioso trabajo sobre el recorrido de la economía argentina en los últimos 37 años sacudió la modorra del mundillo político -que ya se puso en “modo electoral” - y económico. El autor del informe de 25 páginas, que primero recorrió despachos de funcionarios del Gobierno, oficinas de dirigentes del oficialismo y la oposición y de los más importantes empresarios del país para generar un debate crudo pero constructivo sobre los destinos de nuestro país, es el economista platense y ex ministro de Economía de la Nación, Jorge Remes Lenicov.

Bajo el título de “El desencuentro entre política y economía. Bases para la recuperación del crecimiento con equidad distributiva”, el economista del peronismo abandonó por un rato su muy cuidado bajo perfil para mostrar un estudio -que también facilitó a este diario- con números muy crudos de la macroeconomía argentina y fuertes críticas a la clase dirigente.

En el estudio señala algunos números alarmantes: entre 1983 y 2020 Argentina acumuló una inflación de 20.000.000 por ciento (sí, 20 millones por ciento) para ubicar a nuestro país segundo en un triste ranking mundial que encabeza Venezuela. En esos 37 años se le quitaron 7 ceros a la moneda nacional y tuvimos tres monedas (peso argentino, austral, y peso), la pobreza casi se triplicó, el crecimiento es el más bajo de Latinoamérica, a un promedio del 1,6 por ciento anual (exceptuando a Venezuela) y la economía funciona como una “montaña rusa” con 21 años de subas y 16 de bajas. Pero hay más: cifras casi famélicas de productividad y competitividad y un estado que no brinda buenos servicios y ejerce una presión fiscal “insostenible”. En ese período hubo déficit fiscal en 33 años y equilibrio, o superávit, en apenas 4 años.

“Un trabajo del Banco Mundial ha demostrado que ningún país con una inflación superior al 20 por ciento anual ha podido crecer, algo que se confirma en Argentina: desde 2010 la inflación superó el 20 por ciento y el crecimiento fue nulo”, dijo.

“Por otra parte, se sigue pensando que somos un país rico gracias a los recursos naturales. Pudo haber sido hace 100 años, pero no lo es ahora. El Banco Mundial (2018) mide la riqueza del mundo dividiéndola en producida, humana y natural: ésta última representa solo el 9 por ciento y la agrícola apenas el 3 por ciento. En recursos naturales por habitante, Argentina es el 6º país en América Latina y el 47º en el mundo. La riqueza más relevante, a nivel global, es la educación y la mano de obra calificada, seguida por las máquinas, la tecnología y la infraestructura; por último, están los recursos naturales. Sin embargo, la mayoría de los dirigentes sigue creyendo que somos ricos por la geografía y que, por lo tanto, “una buena cosecha nos salva”. Así se desincentiva el esfuerzo, el ahorro, la educación, la disciplina y el trabajo, todo lo que es considerado meritorio en los países que se desarrollan”, agregó en el estudio.

“No se puede hacer política económica de espaldas a las leyes de la economía”, dice el economista en su crítico informe, apuntando en forma directa a la endeblez de la visión heterodoxa para encarar políticas de largo plazo. “No faltan quienes se definen heterodoxos. No está muy claro el acervo teórico del modelo heterodoxo. ¿Es la violación general y sistemática de las leyes de la economía de mercado? Si ese fuera el caso, ¿en qué país se implementa, sostenidamente, una política completamente heterodoxa? Esto no significa que no pueda haber medidas heterodoxas circunstanciales, como fuera necesario aplicarlas a principios de 2002. Pero deben instrumentarse sólo para enfrentar una determinada coyuntura crítica, o para atender alguna situación particular, pero el cuerpo central de las leyes básicas siempre debe ser respetado. ¿Cuál es, en la heterodoxia, el eje central de las políticas fiscal, monetaria, cambiaria y de ingresos? Pareciera ser que la heterodoxia tiene un discurso para criticar otras visiones antes que para crear su propio modelo de política económica”, asegura Remes.

Con más críticas a la clase política, advirtió que hay “una desconexión muy grande entre los objetivos de la política y el comportamiento de la economía. El sistema económico que rige en la gran mayoría de los países del mundo, la economía de mercado, tiene sus propias leyes que son universales. Esas leyes, sistematizadas y formalizadas por la teoría, son las que surgen de la historia de los pueblos. Respetando esas leyes, corresponde al Estado establecer el marco normativo en que las mismas se desenvolverán y administrarlas con responsabilidad, tras definir las prioridades de la acción de gobierno. Sin embargo, muchos dirigentes las ignoran. Prefieren el voluntarismo, la magia, la respuesta sencilla para salir del paso y quedar bien frente al electorado. Pero, si esas leyes se violan, los proclamados objetivos de bienestar serán ilusorios. No se cumplirán y se multiplicarán los problemas. Otros dirigentes creen que las leyes de la economía, aun admitiendo su existencia, no son para nosotros. Creen que Argentina es un país excepcional que puede hacer todo lo contrario a lo que hacen los países que crecen y reducen la pobreza”.

“Es posible, también, que en la violación de las leyes económicas incida el hecho de que hay dirigentes, sobre todo provenientes del ámbito universitario, que no aceptan la economía de mercado. Prefieren un régimen socialista, que fracasó en el mundo, o uno con fuerte intervención estatal que, al no delimitar claramente sus funciones, termina usándose al Estado como fuente de empleo improductivo antes que un prestador de buenos servicios y promotor del desarrollo. Bajo esa concepción, el Estado termina destruyéndose, más allá de que se pregone la importancia de su presencia, definida más por el monto del gasto que por la calidad de los servicios prestados y las acciones realizadas. Los incentivos a la inversión que impulsan el crecimiento de la economía y una integración a la economía mundial, deben conciliarse con incentivos al empleo y a una mejor distribución de los ingresos. Esa conciliación exige acuerdos entre lo público y lo privado, y la firme actuación de un Estado organizado; nunca es producto de un capitalismo solo impulsado por poderosos intereses privados”, sostuvo.

“Ambas visiones, la heterodoxa, asociada al populismo, y la neoliberal, nacida con el Consenso de Washington, sostienen sus posiciones dogmáticas a contramano de lo que hacen los países que progresan. Es llamativo que, si bien sus propuestas nunca fueron sustentables, insistan con sus mismas recetas y sumen seguidores”, sentenció en el escrito.

LA GRIETA

Para Remes “si mantenemos la grieta, cada vez que cambia el gobierno se vuelve todo para atrás. Hay muchos cambios que requieren permanencia y no son fáciles. A mí me tocó dirigir economía en una época muy difícil, pero en tres o cuatro meses empezamos a crecer. Muchas veces el dirigente tiene que hacer cosas que no le gustan. No puede estar pendiente de qué dice la encuesta. El dirigente dirige gente, tiene que estar por encima y tener visión de largo plazo”.

El también ex funcionario bonaerense sostiene que las leyes básicas de la economía parten de un determinado orden de causalidad y de un sistema de premios (incentivos) y castigos (desincentivos), que son diseñados desde el Estado. Veamos algunas de ellas:

• Si se aumenta desproporcionadamente un impuesto, se crea el incentivo a evadirlo. Un ejemplo es la diferencia entre el costo laboral para el empleador y el salario de bolsillo para el trabajador que, en parte, explica el aumento de la informalidad. Si se imponen elevadas retenciones a las exportaciones se incentiva la subfacturación, generándose evasión y fuga de capitales.

• Si se dan subsidios a personas sin ninguna contraprestación (mandar los chicos a la escuela) o exigencia (salir a buscar empleo), se desincentiva el trabajo y se estimula la marginalidad.

• Si se quieren incrementar los salarios reales, tienen que aumentar la productividad y el empleo. Los aumentos nominales, sin aumento de la productividad, son rápidamente neutralizados por la mayor inflación.

• Si no se acumula capital, no se forman recursos humanos calificados y no se aumenta la productividad, la economía no puede crecer.

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