La inflación de junio superaría el 3% y se disipa la meta oficial del 29% anual

La inflación de junio -que el Indec dará a conocer en los próximos días- se volvería a ubicar por encima del 3 por ciento, con lo que el primer semestre del año habría acumulado un costo de vida en torno al 25 por ciento, devorándose prácticamente la pauta de precios del 29 por ciento proyectada para todo el año por el ministro de Economía, Martín Guzmán. Así lo calculan consultoras privadas y lo deslizan en el Gobierno, que ya le puso un piso del 40 por ciento a las negociaciones salariales, con su difícil misión de que los haberes de los trabajadores estén por arriba del costo de vida.

Es que la inflación del mes pasado, prevén los economistas, sumaría otro 3 ó 3,5 por ciento, superior a la de mayo. El propio Guzmán hace pocos días dijo que esperaba que el dato de junio “sea parecido a mayo” (que fue del 3,3 por ciento) y que “sobre julio se siga en el sendero de la reducción”.

Y de las estimaciones de los analistas se desprende una desaceleración con respecto a marzo, aunque el piso del 3 por ciento sigue siendo una presión para los precios minoristas y muy especialmente para los alimentos, que por su impacto social y en medio de la campaña electoral es el rubro que más preocupa al Gobierno.

UNA BUENA Y UNA MALA

A la hora de analizar el curso que tendrá la inflación de acá a fin de año aparecen al menos dos noticias: la buena, para el corto plazo, con una aparente tendencia hacia la baja. Y la mala para el largo plazo, cuando diversos factores podrían incidir en un alza que, según el consenso generalizado de los analistas, llegaría al 50 por ciento a fin de año.

Las distintas estimaciones observan una seguidilla de meses con cifras por debajo del 3 por ciento, pero advierten que esa reducción será “transitoria y sostenible solo durante la campaña electoral” para dispararse hacia el final del año.

Para junio, la consultora Ecolatina calculó que la inflación cerró “por encima del 3 por ciento sin una considerable desaceleración respecto de mayo” y que esto “se combinará con una depreciación muy lenta del tipo de cambio oficial y un freno a las autorizaciones de incrementos en distintos precios regulados”. Al mismo tiempo que apuntó que los alimentos están aportando “rigidez a ese proceso”.

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El piso del 3% sigue siendo una presión para los precios minoristas y para los alimentos

En Econométrica indicaron que la suba de precios prevista para junio es del 3,2 y del 50,2 por ciento en la evolución interanual.

También las consultoras Equilibra y LCG anotaron guarismos por encima del 3 por ciento, probablemente acelerados por los incrementos en alimentos.

Incluso, los analistas anotaron que la prohibición a la exportación de carnes tuvo un efecto negativo, dado que la contracción de la oferta no ayudó a contener los aumentos. En ese sentido, desde LCG precisaron que si bien en la primera semana de la medida se registraron bajas de precios del 1,7 por ciento, en las tres siguientes la suba acumulada llegó al 4,7 por ciento.

Para el mes pasado, desde Castiglioni-Tiscornia se adelantó una inflación del 3,5 por ciento, similar al 3,3 por ciento de mayo, pero superior en 1,7 por ciento con respecto al mismo mes del año pasado. Además, para esta consultora el aumento de precios al consumidor en un año escaló hasta el 49,3 por ciento.

En cambio, Martín Polo, de Cohen Aliados Financieros, proyectó que “la inflación para junio va a ser similar a la de mayo o un poco más baja. Todo precio regulado que pueda pisarse se va a pisar”.

Las vacaciones de invierno y las subas salariales impactarían en la inflación de julio

El director de Ivenómica, Pablo Besmedirisnik, que estimó para el mes pasado un índice de precios de entre el 3 y el 3,6 por ciento, envió varias señales de alerta: “El Gobierno está haciendo un esfuerzo importante para anclar la inflación mediante el tipo de cambio, las tarifas y los precios regulados. Esto puede tener un efecto positivo en el corto plazo, pero a la larga da lugar a que se geste una inflación mas alta”, advirtió y sumó a su diagnóstico que la disparada del dólar blue mete presión y que, “si bien se puede ir manteniendo hasta las elecciones, después dependerá de cómo jueguen las anclas y las políticas publicas”.

Una actividad económica a media máquina, el atraso tarifario y los controles de precios a los que apuesta el Gobierno también podrían ayudar a que en los próximos meses la inflación se ubique bajo el umbral del 3 por ciento. “Siempre y cuando no haya un sacudón cambiario -advirtieron en la consultora Polo-. Es un número alto, pero estable”. Y que esto podría marcar la “transitoria” desaceleración hasta después de las elecciones de medio término.

VACACIONES Y SALARIO

Otros, más pesimistas, no observan ni siquiera esa reducción cortoplacista y pronostican una inflación del orden del 4 por ciento para julio, impulsada por los precios del turismo y esparcimiento que -pese a la pandemia- se moverán al ritmo de las vacaciones de invierno.

Está además la cuestión salarial. Desde la decisión de anticipar el aumento del 35 por ciento en el salario mínimo, vital y móvil a la reapertura de paritarias por parte de aquellos gremios que inicialmente se habían ajustado a la proyección del 29 por ciento de inflación y que -convalidados por el Gobierno- ahora corrigen salarios por encima del 40 por ciento (como Bancarios y Camioneros).

“Esto seguramente impactará sobre los precios y, consiguientemente, sobre el nivel de la inflación anual”, pronosticó al respecto Víctor Beker, director del Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano que en un informe reciente advirtió que, de mantenerse la inflación en torno al 4 por ciento mensual, a fin de año los precios podrían acumular una suba del 60 por ciento.

No tan alto, pero igual de preocupante, es el consenso de los analistas sobre una inflación que este año podría pendular entre el 45 y el 50 por ciento: la quinta más alta del mundo, por debajo de Venezuela, Sudán, Líbano y Zimbaue.