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Espectáculos |DEL JAZZ AL CUARTO OSCURO

El músico Sergio Poli muestra Japón

El artista presenta el viernes su libro de fotos sobre el país oriental, la primera publicación de una serie de “Fotógrafos Platenses”

El músico Sergio Poli muestra Japón

Una de las imágenes del libro de Sergio Poli sobre Japón

13 de Noviembre de 2023 | 01:41
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Sergio Poli es conocido por buena parte de los platenses por su trabajo musical, pero, al margen, ha ido desarrollando una afición por la fotografía. Cámara en mano, ha aprovechado los viajes musicales para colocar su lente, su mirada, en la forma de vida de otros parajes. Con sus fotos tomadas al otro lado del mundo, será publicado “Japón: Apuntes”, primer libro de la serie “Fotógrafos Platenses” que dirige Ataúlfo Perez Aznar, que será presentado el viernes, a las 19, en ADULP (6 Nº592), con Poli, Pérez Aznar, el diseñador de la colección, Luis Raimundi, y un cierre musical a cargo de Paula Mesa.

Músico de profesión, el platense Poli pasó por orquestas como la del Teatro Argentino y la Orquesta de Cámara Municipal, pero también grabó “Lobo suelto, Cordero atado” con Los Redondos, y formó parte de varias agrupaciones de jazz y tango. Moviéndose entre géneros realizó giras por todo el mundo, incluidos cinco viajes a Japón, el objeto de su primer libro como fotógrafo.

Una afición que, relata, comenzó “de un modo un tanto fortuito. Allá a comienzos de los 90 me había comprado mi primera cámara réflex, y me fui a hacer un curso de fotografía con Ataúlfo Pérez Aznar. Se armó un muy buen grupo de compañeres a tal punto que, una vez terminado el curso, Fufo nos propuso hacer un taller de fotografía documental. Un taller que duró tres o cuatro años, años de mucha intensidad, mucho trabajo. Aprendimos a hacer laboratorio, y cada semana había que llevar fotos reveladas, copiadas, más las hojas de contacto. Y en el grupo se hablaba, se debatía, se criticaba… se aprendía. Mucho”.

“De ahí no se vuelve”, comenta Poli, “por más que posteriormente no estuve tan enganchado con la fotografía día a día, el ojo ya está entrenado y todo lo ve como a través del objetivo”. Poli mostró sus fotos en varias muestras individuales, publicó en revistas y libros, y “en cada gira que realicé fui desarrollando un trabajo en paralelo, que fue mostrar un poco la cocina de lo que es una gira de shows: las largas esperas en los aeropuertos, las pruebas de sonido y de escenario, las horas muertas en camarines, y varios etcéteras”.

El trabajo musical y fotográfico también se unió en algunas imágenes de “La Plata - La Noche”, su segunda muestra individual, realizada en 1996, donde “mostraba imágenes de shows en diversos escenarios de la ciudad de bandas en vivo”.

- Hablar sobre las imágenes siempre es complejo, incluso contraproducente, una manera de guiar la mirada, pero te invito a hacerlo de todos modos: ¿qué querés mostrar de Japón con tus imágenes?

- A priori lo que traté de mostrar en mis imágenes era lo que a mí me pasó en los diferentes viajes que realicé. Estar en Japón, sobre todo estar mucho tiempo (cada gira duraba más de un mes), te sumerge en una realidad que va mucho más allá de la visión que uno puede tener desde acá. La contradicción que uno puede pensar que hay entre, por decirlo de un modo binario, lo ancestral y la hiper tecnología, es una fantasía occidental. No hay tal contradicción para ellos. Ojo que no estoy haciendo un juicio categórico, sino la sensación que me quedó a mí, que pude “espiar” un poco desde adentro esa realidad. El mismo tipo que va corriendo a tomar puntualmente el puntualísimo Metro para llegar a la oficina, es el mismo que puede estar en estado contemplativo en el Parque Meiji o en un templo sintoísta. Eso es lo que más me llamó la atención, la convivencia pacífica de esos dos “Japones”.

- Fotografiar un lugar que nos resulta exótico siempre es peligroso. ¿Cómo se trabaja la mirada para no caer en la postal turística o en la mirada exotista?

- Si, sin dudas, es muy tentador caer en la cosa banal de tratar de mostrar un cierto “japonismo”. Supongo que eso sucede cuando uno se mueve en culturas tan diferentes a las nuestras, que siempre nos han sido presentadas, como decís vos, como “exóticas”. Pero mi sensación es que la tarea del fotógrafo no es la de encontrar sino la de buscar. Entonces ahí cambia la ecuación; uno empieza a mirar no tanto lo que tiene delante del objetivo sino hacia adentro, pensar qué es lo que uno quiere buscar para mostrar. Es un posicionamiento preexistente que implica tener una idea previa de qué es lo se quiere mostrar. En ese sentido es que me viene a la cabeza un texto que mucho hemos trabajado en el Taller de Fotografía Documental con Ataúlfo, un texto de John Szarkowski de 1967, que se llamó “Espejos y ventanas”, donde el autor plantea que la foto ventana muestra pero no opina, mientras que en la fotografía espejo se reflejan los sentimientos, pensamientos, opiniones y posturas del fotógrafo.

- Existe, en este sentido, una fascinación desde este lado del mundo por lo japonés, sus ideas sobre el arte, su mezcla de modernidad extrema, tradición y naturaleza, sus paisajes. ¿Qué te interesó a vos de Japón?

- Tengo la sensación de que el Japón que yo viví (entre el 93 y el 2007) es un poco diferente al actual, hablando en términos de lo que acá consumimos sobre ese país. El Manga y el Animé existen desde hace décadas, pero en ese momento el consumo acá estaba restringido a grupos más de culto. Ahora están en todos lados, con ediciones en castellano, hay muchísimas más producciones de Animés que llegan a nuestras pantallas, etc. En ese sentido la globalización que trajo aparejada la aparición de internet jugó su papel. Cuando yo viajé no tenía los consumos actuales en mi imaginario, y si, en cambio, lo que nos llegaba a través de un director como Akira Kurosawa o un escritor como Yasunari Kawabata. Esa era mi construcción previa que puse en diálogo con mis sensaciones cotidianas de convivencia trabajando día a día con japoneses en muchos teatros de muchas ciudades. Algo de esto contesté en tu primera pregunta.

- ¿La fotografía se parece en algo a la música, hay puntos de contacto?

- Yo creo que sí, que hay algunos lugares en común. La música tiene toda esa faceta pública, mucho más social o gregaria (los otros músicos, el escenario y el público); pero eso es un 5% de lo que uno realmente desarrolla. Tiene un altísimo componente de actividad en solitario; las largas horas de estudio del instrumento, el tiempo que se dedica a la composición o los arreglos, en todo eso sí veo zonas en común con la fotografía: uno puede estar cámara en mano, en una movilización en Plaza de Mayo, pero la búsqueda sigue siendo individual. Y ni hablar del tiempo posterior, de laboratorio, antiguamente, o frente a la computadora ahora, eligiendo y “revelando” todo ese material.

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