La pesadilla del delito ahora pegó fuerte en el barrio El Mondongo

A poco del inicio del fuerte temporal de lluvia y viento que ayer sacudió a la Región y, a buena parte de la provincia de Buenos Aires, en una vivienda del barrio El Mondongo se desató otra especie de tormenta. El diccionario de la lengua española define ese concepto como “tempestad de corta duración y especialmente violenta”. Y eso fue lo que pasó, pero no por una cuestión meteorológica, sino a causa de la inseguridad.

El hecho sucedió en una casa situada en la calle 117 entre 63 y 64, donde tres delincuentes, cerca de las dos y media de la madrugada, despertaron a los integrantes de una familia, que se encontraban entregados al descanso.

En el domicilio, de acuerdo a lo indicado a este diario por fuentes del caso, estaban sus propietarios y el hijo de 54 años, que había ido de visita junto a su pareja y los hijos de la mujer, de 23 y 17.

Según los mismos voceros, ese momento fue dramático, una pesadilla.

Uno de los ladrones encendió la luz de la alcoba principal y los dueños se despertaron sobresaltados.

Un informante indicó que, al declarar en sede policial para denunciar el evento, el damnificado expresó que se despertó junto a la esposa al ver el destello lumínico y por los ladridos del perro.

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Todos los intrusos vestían ropas oscuras y la cara prácticamente tapada. “Solo se le veían los ojos”, agregó el denunciante.

De inmediato, los delincuentes exigieron la entrega de dinero en efectivo y en un cajón de un mueble encontraron 70 mil pesos, que demás está decir no saciaron su “hambre delictiva”.

Ante esa situación, los asaltantes emprendieron un minucioso registro por todos los rincones de la finca, previo maniatar con medias a la pareja.

Si bien le dijeron que se quedaran tranquilos, porque no los iban a golpear ni a lastimar, la procesión iba por dentro.

Al parecer, los integrantes del grupo invasor también redujeron al resto de la familia, que estaba en la parte alta del inmueble.

Así se garantizaron el éxito de su presencia en la vivienda, que terminó con la sustracción, al margen del dinero ya mencionado, de prendas de vestir; dos relojes de mano; un cuchillo de campo con mango y vaina de plata y las iniciales “E. E” en oro; un prendedor de corbata de oro; una notebook; cinco teléfonos celulares (dos de ellos iPhone) y dos televisores.

Se supo que en la búsqueda de efectivo, los ladrones se tomaron el trabajo de revisar -por ejemplo- los álbumes de fotos, hoja por hoja.

Una vez que se concretó la fuga de la banda, que se presume violentó una abertura para ganar el interior de la construcción, llegó la otra tempestad, la climatológica y que hasta provocó un corte de energía en todo el vecindario.